Vistas de página en total

miércoles, 11 de febrero de 2009

WASHINGTON PODRÍA DEJAR DE APOYAR A MARRUECOS


¿HACIA UNA SOLUCIÓN EN EL SÁHARA OCCIDENTAL?
Por George Joffe*
LE MONDE diplomatique en español. Febrero de 2009


En 1975, mientras España llevaba a cabo una difícil transición de la dictadura a la democracia, Marruecos anexionó la antigua colonia española del Sáhara Occidental. Aunque su intervención ignoró las resoluciones a favor de la autodeterminación tanto de Naciones Unidas como de la Organización de la Unidad Africana (actualmente Unión Africana), Rabat alegó que estaba restableciendo su integridad territorial, alterada por los colonialismos francés y español. Sin embargo, se supo que el rey Hassán II había manipulado la reivindicación de esa región para maximizar el apoyo interno a la monarquía.

Los saharauis del Frente Polisario, respaldados por Argelia, rechazaban esa reivindicación. Ambos se apoyaban en las decisiones de las organizaciones citadas anteriormente y en la posición del Tribunal Internacional de Justicia, emitida en octubre de 1975, que, a petición de la Asamblea General de la ONU un año antes, había tenido en cuenta los alegatos de Marruecos, Argelia y Mauritania. El Tribunal llegó a la conclusión de que, aunque tribus saharauis hubieran tenido líneas de vasallaje con el sultanato de Marruecos en tiempos precoloniales, éstas no eran suficientes para legitimar la reivindicación de soberanía territorial, tal y como Rabat pretendía. El fallo satisfizo a ambos rivales: Marruecos afirmaba que la primera parte del mismo justificaba sus reivindicaciones, mientras el Frente Polisario insistía en que la segunda parte, implícitamente, abogaba por un proceso de autodeterminación. Estas posturas no han variado, planteando la cuestión de si, dada la intransegencia permanente de las partes, se puede esperar algún tipo de resolución en un futuro previsible. Pero las cosas pueden cambiar. Las protestas contra Marruecos aumentan en las ciudades del Sáhara. Y es posible que el nuevo Presidente de Estados Unidos tenga, por primera vez, una posición distinta, sobre esta cuestión, de la de su fiel aliado marroquí.


Es indudable que, a propósito del Sáhara Occidental, ha habido cambios tácticos en las últimas décadas: las acciones militares del Frente Polisario obligaron a Mauritania a abandonar su reivindicación en 1979; y la ONU pudo imponer un alto el fuego, en septiembre de 1991, supervisado por una misión militar especial, la MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental), durante los últimos quince años, bajo la promesa de que se realizaría un referéndum, aplazado una y otra vez a causa de las disputas acerca del censo electoral. Asimismo, Argelia ha disuadido al Frente Polisario de retomar la opción militar. Sin embargo, ninguna de las partes ha estado dispuesta a moderar sus posiciones fundamentales; Marruecos insiste en su reivindicación de soberanía; y el Polisario no renuncia a su petición de un referéndum de autodeterminación.

El carácter duradero de la disputa se debe a que ambas partes reclaman el derecho soberano al control del territorio, el cual, por su propia naturaleza, no puede derivar en un acuerdo. A fin de cuentas, la soberanía es una afirmación del poder exclusivo e indisoluble, que no puede fragmentarse. Aunque en los últimos años los argumentos relativos a la legitimidad del poder soberano de los Estados hayan modificado algo esta definición, en el Derecho Internacional sigue incontestada. Sin embargo, la disputa del Sáhara Occidental levanta dudas ante esta postura tradicional; y estas dudas potenciales son las que hacen pensar que pueda surgir una solución al conflicto.


DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN

Hay dos planteamientos distintos de la soberanía. La postura marroquí se basa en la exposición clásica de soberanía en cuanto al derecho de un Etado a ejercer poder soberano sobre su territorio; mientras el Frente Polisario insiste en que la única legitimación de la soberanía es el hecho de que ésta refleja los derechos de una nación que vive en un territorio, para así reivindicar la soberanía sobre éste; o sea, la esencia de la autodeterminación. El problema para la ONU y, por extensión, para la Unión Africana, es que no se ha resuelto la contradicción entre Estado y nación, puesto que simplemente se da por hecho que ambos términos coinciden. El Derecho Internacional aprueba la primera definición, aunque cada vez ha habido más presiones para que se adopte la segunda desde el fin de la Guerra Fría.

Las organizaciones internacionales son conscientes de las contradicciones, pero nunca han tenido que enfrentarse a ellas. La ONU da por sentado que los asuntos internos de las naciones no le atañen, a pesar de que, desde hace tiempo, ha promovido el derecho de los "pueblos" a la autodeterminación mediante la Resolución 1514 de la Asamblea General de 1960(1), pero sólo para los países en vías de desarrollo. Más recientemente, en el marco de la "intervención preventiva" auspiciada por Estados Unidos y Reino Unido, la ONU ha adoptado el principio de la "responsabilidad de proteger": el derecho a intervenir si un Estado no puede o no está dispuesto a proteger a su población. Aunque la reticencia a intervenir sigue siendo el principio legal director. Esto, unido a la falta de predisposición tanto del Frente Polisario (respaldado por Argelia) como de Marruecos para llegar a un acuerdo, ha molestado cada vez más al Consejo de Seguridad, cuya actuación se limita a renovar el mandato de la MINURSO cada seis meses.

De hecho, como el rey Hassán afirmó, todo lo que Marruecos quiere es "el sello y la bandera", los símbolos clásicos de la soberanía. Aunque eso mismo, básicamente, es justo a lo que aspira el Frente Polisario. El resto es negociable, de ahí las insistentes propuestas marroquíes de autonomía interna y el fracaso de las iniciativas impulsadas por la ONU, como ha sido el caso de los dos planes propuestos por James Baker cuando fue Enviado especial dela ONU en la región (1997-2004). De ahí, también, el fracaso de las cuatro rondas de negociaciones cara a cara organizadas por la ONU en Manhasset entre enero de 2007 y marzo de 2008, con las consiguientes declaraciones desesperadas del Enviado especial, Peter van Walsum, relativas a que "la independencia total del Sáhara Occidental no es una opción realista", comentario que le condenó a que, el mes de agosto de 2008, no se le renovara el cargo.

Pero el Sáhara Occidental no es un problema exclusivo de Marruecos y del Frente Polisario; hay al menos dos cuestiones que influyen en sus consecuencias. Una es la tirante relación entre Marruecos y Argelia. Rabat es consciente de su tradición milenaria de Estado en el norte de África y está resentida por cómo Francia estableció sus fronteras durante el período colonial.

Por otra parte, Argel ha edificado su reputación internacional a partir de su legitimidad revolucionaria, fruto de su guerra de liberación frente a la ocupación francesa entre 1954 y 1962; y de su papel destacado dentro del Movimiento de Países No Alineados en los años 1970. La autodeterminación siempre ha sido, según Argel, el camino para legitimar la categoría de Estado independiente y siempre ha rebatido las afirmaciones marroquíes de liderazgo regional, de ahí la Guerra de las Arenas de 1963. Huari Bumedién, el carismático presidente argelino de los años 1970, siempre buscó la unidad regional mediante la construcción de un "Magreb de los pueblos", en lugar de un "Magreb de los Estados", que él consideraba una visión marroquí.

En 1975, fue Argelia, junto con Libia, la que apoyó al Frente Polisario, aunque después Libia desistiera. Y cuando Argelia trató de hacer real su visión de unidad regional, a través del Tratado de Fraternidad y Concordia en 1984, se excluyó a Marruecos a causa de la cuestión del Sáhara Occidental, por lo que éste reaccionó con su propia Unión Árabe-Africana, con Libia -por entonces apartado de la visión argelina- como socio. Esta iniciativa sólo duró dos años, pero hizo ver que Argelia no era la única que tenía pretensiones de liderazgo regional. Después , en 1989, Marruecos abrió el camino a otra visión regional: la de la Unión del Magreb Árabe, pero las tensiones entre Rabat y Argel en los años 1990, unidas a la irritación libia por la falta de apoyo norteafricano al caso de Lockerbie (2), condujeron a su suspensión.

De modo que la disputa del Sáhara Occidental se ha convertido en una discrepancia de gran alcance entre los dos principales Estados norteafricanos respecto a la hegemonía regional. De ahí que el rey Mohammed VI se sienta cada vez más molesto con Argelia por su negativa a aceptar sus planes de autonomía para el Sáhara Occidental y por mantener cerrada la frontera entre los dos países. Al mismo tiempo, el presidente Abdelaziz Buteflika, quien fue Ministro de Asuntos Exteriores de Argelia cuando estalló la cuestión del Sáhara, no ve razón alguna para abandonar su apoyo al Frente Polisario y a la autodeterminación.

Ninguno de los dos actúa dentro de un vacío diplomático. Marruecos, tradicional baluarte prooccidental en el norte de África y en el mundo árabe, especialmente durante la Guerra Fría, seha beneficiado históricamente del apoyo estadounidense y europeo. Es cierto que la cuestión del Sáhara Occidental creó algún malestar, pero salvo reticencias iniciales por parte de la Administración de James Carter en los años 1970 y de la España de sus inicios democráticos, los Estados europeos propenden a que se busque una solución intermedia y se han inclinado por las prioridades marroquíes. Esto ha causado alguna complicación en la política pesquera europea y, en 2002, el asesor legal de la ONU tuvo que dictaminar que un contrato de exploración petrolera fuera ilegal porque el Sáhara Occidental era todavía, para la ONU, un "territorio autónomo", tal y como fue definido en 1963 cuando se le asignó a España el poder administrativo, un derecho que Madrid cedió a Marruecos y Mauritania en 1976.


MANIFESTACIONES CONTRA RABAT

Sin embargo, Francia y, últimamente, España han intentado persuadir a otros países de que aceptaran los argumentos de Marruecos a favor de la autonomía del Sáhara Occidental bajo soberanía marroquí. El Frente Polisario ha luchado por conseguir apoyo diplomático para la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que, con 125.000 refugiados en el exilio, está protegida, desde 1975, en territorio argelino, cerca de la ciudad de Tindouf. Hubo una época en que hasta 73 Estados lo reconocieron, pero sólo uno de ellos -la antigua Yogoslavia- era europeo. De todas formas, el país verdaderamente crucial es EE.UU, debido a la presión diplomática que hubiera podido ejercer sobre los dos protagonistas claves y por el papel que desempeñaba en la ONU; pero Washington ha sido un leal partidario de Rabat durante los últimos treinta años.

En la psada década ese apoyo ha sido menos firme. Después de todo, la Guerra Fría terminó y la fidelidad de las alianzas se ha mitigado. En segundo lugar, Argelia ha asumido la reducción de la influencia del Movimiento de Países No Alineados y la emergencia de una hegemonía de Estados Unidos, especialmente desde el 11 de septiembre de 2001 y el inicio de la "guerra contra el terrorismo". Durante la larga presidencia de Abdelaziz Buteflika, Argel ha reconstruido su reputación internacional y ha mejorado sus relaciones con EE.UU, en especial con respecto al enfoque compartido sobre terrorismo. Asismismo, Washington se ha sentido molesto por el fracaso de la misión de James Baker destinada a buscar una solución a la cuestión del Sáhara Occidental.

Marruecos parece darse cuenta de que el tiempo es primordial; de ahí la presión que ejerce sobre Argelia para que acepte un compromiso que otorgue a Rabat la soberanía a costa de una amplia autonomía interna. También es consciente de que la actitud dentro del Sáhara Occidental es cada día más reacia a la anexión, tal y como se deduce de las constantes manifestaciones y detenciones (3). Pero Mohammed VI no puede, por razones de apoyo doméstico, abandonar la exigencia de reconocimiento de su anexión soberana (4). De hecho, Rabat cree que su objetivo estaría próximo simplemente con que se mantuviera el respaldo internacional. Pero Argelia sigue siendo el escollo que podría provocar el naufragio; y hay noticias de que la Administración de Obama podría revaluar sus políticas y sus alianzas en el Norte de África. ¡¡Y eso bien podría suponer un desastre para Marruecos!!.


________________________________________

(1) De forma bastante irónica, Marruecos ha recurrido al párrafo 6 de la resolución, que niega la autodeterminación si se altera la integridad precolonial de un Estado, para así justificar su reivindicación sobre el Sáhara Occidental. De hecho, la excepción estaba destinada únicamente a ser aplicada en pequeños enclaves separados por la práctica colonialista.

(2) Atentado terrorista contra un avión mientras sobrevolaba Lockerbie en 1988. Causó 270 víctimas mortales. Dos libios fueron acusados, pero Libia rechazó su extradición. La ONU estableció sanciones contra Libia que se levantaron en 2003 tras extraditar a los acusados, indemnizar a las víctimas y aceptar la responsabilidad en el atentado.

(3) Véase Human Rights Watch, Human rights in the Western Sahara and the Tindouf refugee camps, Nueva York (diciembre de 2008).

(4) La situación marroquí es un muy buen ejemplo de lo que los teóricos llaman "sunk cost effect" (efecto de costo hundido): los consumidores se sienten obligados a usar los productos por los que han pagado, a fin de evitar la sensación de que malgastaron su dinero. Rabat ha invertido tanto capital -moral y diplomático, así como financiero- en el Sáhara Occidental que existe la convicción de que el éxito sólo es posible mediante una mayor inversión......

*Profesor de Relaciones Internacionales de Próximo Oriente y el norte de África, Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)

No hay comentarios: