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viernes, 29 de agosto de 2014

CAMPOS DE PUREZA



Me explicaban una vez que tener escrúpulos significa ser una persona correcta y éticamente perfecta. Una persona precisa y cuidadosa al hacer, decir o examinar una cosa y en el cumplimiento de los deberes. No he podido resistir la tentación de reflexionar sobre todo ello estos últimos días a raíz de un rifirrafe internáutico que ha trascendido a los medios de comunicación haciendo flaco favor, creo, a una y a otra parte del “conflicto”. Después de pensar, digo, no he podido abstraerme de decir públicamente que cuando se tienen tantos escrúpulos, lícitos completa y absolutamente, se han de revisar bien todos los espacios donde se participa; todos los compañeros de viaje en cada uno de esos espacios y lugares, vaya a ser que incurramos, sin querer, en contradicción e incoherencia, debido a que lo que nos provoque repulsión en unos,  no nos lo provoque en los otros, cuando debiera. La tabla rasera del escrúpulo contra la socialdemocracia y el capitalismo con rostro humano, la crítica y la autocrítica, los procedimientos y procesos personalistas (individuales o familiares) y discursos vacíos de ideología o ideología cambiante según sea el interlocutor, puede que estemos señalándolo en ciertos cosmos mientras que en otros universos los estemos permitiendo e incluso jaleando. En fin, hasta aquí mi escueto discernimiento al respecto, por supuesto desde el respeto, sin acritud, con cariño y entendiendo que las contradicciones nos acucian permanentemente por el mero hecho de ser seres humanos.

Isabel Galeote Marhuenda

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