Paco Bello
25/08/2014
Para el que no lo sepa,
esto viene a cuento de las declaraciones sobre Podemos que el actor ha
publicado en su Twitter:
25/08/2014
El mundo que hay más allá
del mundo, y me refiero a ese que solo nos pertenece a nosotros, es mucho más
complejo que el mundo colectivo; aquel sobre el que navegamos pero del que no
siempre somos conscientes. Infinitamente más perturbador, que ya es decir. Y
bien o mal levantado, una vez fragua, es un mundo con unos cimientos tan
sólidos, que difícilmente nos permitirá cambiar algo más que su estética si no
dedicamos la vida entera a deconstruirlo.
Es por eso que no es cómodo,
ni justo ni sencillo juzgar a nadie cuando todos tenemos tanto trabajo de
puertas adentro. Pese a ello, cuando nuestro muy respetable derecho a opinar
alcanza al resto, encontramos una legitimación para hacerlo.
A mí, Willy, por lo que he
podido ver que va haciendo, me cae bien. Además, como me ocurre con otras
muchas personas, comparto sus inquietudes y reivindicaciones; algunas como
ideal, y otras como justicia efectiva. A pesar de eso desde luego no lo
considero un referente intelectual, ni mucho menos, sino alguien peleón con buen
fondo, como el equivalente a un nuevo rico en versión activista. Y hago la
comparación porque el nuevo rico es el más exagerado con los placeres del
dinero, y el nuevo activista, especialmente el que nunca las ha pasado putas
aunque él mismo crea ser un símbolo de lucha y desdichas, es el más radical de
todos con muy pocas excepciones (que sí las hay).
Creo conocer, mejor o peor,
la trayectoria y las opiniones de la mayor parte de las personas comprometidas
(de los que crean o generan opinión) en este país (algunas muy conocidas y
otras no tanto o nada) desde hace muchos años, y de Willy sé algo en este
sentido dentro de lo que yo considero compromiso y al margen de su
republicanismo y su posición en lo que conocemos como artistas progresistas,
desde el caso de Aminatu Haidar, hace menos de un lustro.
Por eso no me resultan
sorprendentes sus declaraciones. Porque aunque se pueda ser hijo de un médico
(comunista, sí, pero médico), haber estudiado interpretación en EE.UU. y haber
pasado cuatro años en Cristina Rota, y aún así saber lo que es el mundo real y
‘sentirlo’: no es lo habitual.
Y es que, aunque
evidentemente no es un asunto de calzado o licor, hay dos prototipos comunes
entre los extremistas de izquierdas (por válidos que idealmente sean sus
extremos): los jóvenes que han nacido en un barrio periférico, se llame
Vallecas u Hospitalet, pero que a pesar de ello nunca han dejado de tener unas
buenas zapatillas de marca (o unas botas Dr. Martens si su ‘estilo’ es otro), o
los maduritos que después de haber bebido mucho Dimple o Cardhu, se han visto conmocionados
por las grandes injusticias de este mundo.
Y está muy bien ser extremo
en las reivindicaciones justas: ¡acabemos con las clases sociales y la
desigualdad!, ¡acabemos con la explotación!, ¡acabemos con la propiedad
privada!, ¡acabemos con el capitalismo!, ¡hagamos la revolución! ¿Quién me
acompaña? Y ver que entonces es cuando el ‘reponedor’ del supermercado, la
secretaria del bufete, el teleoperador, el pensionista, el barrendero, el
parado con prestación, y el profesor de secundaria miran hacia atrás, y ven a
su familia, sonríen y siguen con su tarea, o piensan en los neumáticos del
coche que están para cambiar y no sobra la pasta, o en ese diente picado que
hay que arreglar, o en cómo superar la depresión a la que le han llevado las
nuevas condiciones que tiene que soportar dentro del trabajo. Y es cuando los
valientes que hacen el llamamiento, a algunos de los cuales mañana su mamá les
preguntará qué quieren comer, o aquellos a los que les saldrá un buen proyecto
en la Nueva Tierra, ven pasar una sorrasca dando vueltas por delante de sus
narices mientras el mismo viento parece silbar algo de Ennio Morricone.
Está muy bien, ya digo,
quejarnos también de que desde dentro del sistema no se puede hacer la
revolución, o de que la nueva herramienta de subversión la lideran unos pocos,
pero ¿cómo lo haces desde fuera, con quién y a qué precio?, y a quién ponemos a
provocarla y conducirla ¿a ti, o a los sueñan un mundo ideal y pueden
permitirse pasar el día en asambleas o comités?
Las cosas no funcionan así.
Desde afuera es desde donde no se va a poder hacer nada, desde donde no hemos
podido hacer nada excepto provocar el intentar hacer algo desde dentro. Y en
cuanto a los líderes, y esto lo veremos con los ‘ganemos’ que se están
presentando: el que no tenga un nombre reconocido y reconocible al frente no
logrará respaldo. Tiempo al tiempo.
Y me alegro de que sean los
que son los que están conduciendo este carro. A mí me gusta mucho la gente, el
ser humano, pero eso no me hace creer que todo el mundo sea capaz. Y dadas las
circunstancias ya me parece muy valiente plantear la recuperación de los
sectores estratégicos, la mejora de los derechos sociales, proponer una
auditoría de la deuda, la jubilación a los 60, una fiscalidad realmente
progresiva, un nuevo modelo educativo, un nuevo modelo de comunicación, la
revocación de los cargos electos y establecer la participación como la base de
la democracia. Repito: ya me parece muy valiente para empezar aunque el
objetivo a largo plazo sea otro todavía mejor, más completo.
A esto se le llama
responsabilidad, conciencia, oportunidad y empatía. Cualquiera de los que
pensaron Podemos es tan de izquierdas como el que más, y hace un gran esfuerzo
para comprender y llevar a la práctica lo que es posible por encima de lo que
le piden esos cimientos de los que hablaba al principio. Lo fácil, lo que hace
un niño mimado, es querer hacer su santa voluntad sin medir las consecuencias.
Lo que hace un hijo de papá es poner falsamente a todo el mundo al mismo nivel
de comprensión, de cultura, de inteligencia y de experiencia: es muy cómodo, y
queda muy progre y muy vanguardista, y es una sublime idiotez. Lo que hace un
presuntuoso malcriado (aunque sea un tipo entrañable) es, sabiendo quién es a
nivel mediático, lanzar un mensaje vacío de argumentos en twitter para
‘resolver’ un asunto tan serio.
Como es igual de
contradictorio quejarse del poco poder de los Círculos para a continuación
decir esto:
O arremeter contra los
líderes y estar enamorado de Cuba.
A estas alturas ya ni estoy
harto de los incoherentes.
PODEMOS EN CÁDIZ. Willy Toledo (Parte 1)
Seguramente, Willy, a
Podemos se le puede hacer mucho daño ya hoy, y hacérnoslo así a nosotros
mismos. Pero dudo que sepas cómo (afortunadamente). Y es muy posible que, si
esto felizmente llega a buen puerto, algún día sí sea necesario entrar al
trapo, o puede que no. Pero es terrible e infantil cargar contra algo que
todavía está en pañales y que puede mejorar la vida de la mayoría de la
población. Y todo porque una propuesta no se adapta plenamente a nuestros
ideales: esos que solo seguirán cuatro nostálgicos teóricos de lo que no han
podido experimentar.
Desgraciadamente, Willy, la
gente común aún necesita referentes o alguien que tire del carro, a pesar de
que muchas veces solo los medios logran hacer referente al que no lo merece.
Haz un esfuerzo, no te dejes influenciar por el fanatismo de cuatro iluminados,
y pasa de maduro a adulto, que aún estás a tiempo. Hay gente más joven que ya
lo ha hecho:
Cubainformación 12 de junio de
2013
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