Lehdia Mohamed Dafa
10 de mayo de 2015
El pasado 28 de abril el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó por unanimidad la resolución
2218 (2015) por la que se renueva, como viene haciendo desde hace 23 años, el
mandato de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el
Sahara Occidental), con un presupuesto de 52,4 millones de US$/año.
Esta vez, a diferencia de lo
ocurrido el pasado año, no se ha debatido ampliar las competencias de la Misión
a la vigilancia de los Derechos Humanos tanto en el Sahara ocupado, como en los
Campamentos de Refugiados en Tindouf (Argelia), habida cuenta de la virulenta
oposición de Marruecos.
La dirección del F. Polisario
por un error de cálculo en sus análisis había creado expectativas de que éste
año sería decisivo. Pero nada ha cambiado, y ahora cunde el desánimo entre los
saharauis.
El conflicto, como es bien
sabido, está absolutamente bloqueado por la intransigencia de Marruecos y del
F. Polisario, y por el nulo interés, de ambos, en negociar, sin maximalismos,
un acuerdo realista y factible.
Dejando a un lado las
recurrentes amenazas de algunos dirigentes del F. Polisario de verse obligados
a tener que volver a la guerra, ya que en las actuales circunstancias, como
todo el mundo sabe, es algo absolutamente inviable y que Argelia en ningún caso
podría permitir por su propia seguridad nacional, la primera reacción ha sido
crear una Comisión compuesta por 20 miembros para realizar consultas con
distintos sectores de la población y elaborar una propuesta que defina la
futura relación con Naciones Unidas, que sería sometida a debate en el XIV
Congreso del F. Polisario en ciernes.
A pesar del palmario
inmovilismo de los dirigentes, no habría que descartar la posibilidad de que se
realice algún gesto para tratar de salvar la cara, como podría ser: declararse
desvinculados del Plan de Paz aprobado en 1988, algo simbólico pero de
relevancia tanto desde el punto de vista diplomático como por lo que supondría
de potencial aumento de la inseguridad en la región, o actuaciones puntuales
para restar reconocimiento, incluso “hostigar” algunas labores de la MINURSO.
Con todo, nada de esto parece ser un vector con la suficiente longitud que
posibilite una solución al conflicto o un avance significativo en las
negociaciones.
Un elemento añadido es la
salud del presidente, Mohamed Abdelaziz, que si bien actualmente no le impide
desarrollar sus funciones, si abre la veda de las maniobras sucesorias y con
ellas a posibles desencuentros tribales.
Las duras condiciones de vida
de los refugiados saharauis, su falta de derechos y oportunidades, así como la
seguridad y el progreso de la región, exigen nuevas políticas y nuevos actores,
que con el apoyo de la Comunidad Internacional, abran los escenarios políticos
y sitúen en las agendas los problemas del mañana: políticas sociales,
movilidad, sostenibilidad, enfoques de género, equilibrio de poderes, seguridad
jurídica, competitividad, gobernanza, derechos humanos, libertad de
información, etc…
Referéndum versus Autonomía es
ya un eje herrumbroso, insuficiente y simplista.
Una generación, los
sexagenarios dirigentes del F. Polisario, está escribiendo el epílogo de una
etapa histórica, cabe exigirles la altura de miras necesaria para favorecer su
inevitable relevo sin nepotismo.
El nuevo XIV Congreso
representa una oportunidad, que no se debe desaprovechar, para que por una
élite de profesionales saharauis, formados en distintas universidades, abiertos
a los nuevos rumbos de un mundo global y con capacidad necesaria para desplegar
nuevas políticas de solución del conflicto, asuman responsabilidades de
dirección y gobierno para el logro de mayores niveles de libertad, bienestar y
convivencia de la población saharaui, contribuyendo, además, en la medida de lo
posible, a la anhelada Unión del Magreb.
http://lehdiamohameddafa.blogspot.com.es/2015/05/sahara-occidental-ante-el-xiv-congreso.html
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