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miércoles, 25 de febrero de 2009

"EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA. DEMOCRACIA, CAPITALISMO Y ESTADO DE DERECHO"



Carlos Fernández Liria*
Pedro Fernández Liria*
Luis Alegre Zahonero*
Ilustraciones: Miguel Brieva
Edit. AKAL

COMENTARIO SOBRE ESTE LIBRO
A principios del siglo XXI, en la España ´democrática´, un partido ´socialista´ está a punto de aprobar una asignatura que en la precarizada educación pública pretende ´concienciar´, ´animar´ a los futuros ciudadanos a la ´participación democrática´, en un contexto nacional e internacional cada vez más degradado por la voracidad capitalista. Este ensayo es un tremendo contraataque a tamaña farsa. Ofrece un profundo análisis, auque expresado con llaneza y claridad, en torno a conceptos sociales y éticos tan importantes como la Ciudadanía, la Democracia, la Libertad (pública e individual), el Derecho, la Ley... desde los orígenes del debate en la Grecia clásica, pasando por la Ilustración hasta el convulso siglo XX. El resultado de esta revisión es demoledor: la grandeza de los planteamientos teóricos en los momentos cumbres del discurrir filosófico y político de la Historia de Occidente -la Grecia clásica, la Revolución francesa, las democracias modernas- resulta inversamente proporcional a la miseria, la injusticia, la violencia, la mezquindad y el horror humanos que han caracterizado en el plano ´práctico´, a ras de tierra, en todo tiempo y lugar a las sociedades humanas; con una virulencia sin límites en el Capitalismo brutal del último siglo y las cómplices democracias occidentales. La obra revela con datos precisos, directos y sin miramientos políticamente correctos, las principales estrategias de las mal llamadas democracias modernas para perpetuar el desequilibrio; cómo cada intento revolucionario de las sociedades para cambiar el sistema neoliberal capitalista e instaurar otros modelos más justos (comunismo y anarquismo) ha sido violentamente reducido por los mismos estados adalides de la Democracia internacional -se atiende a los casos de Cuba y el cono sur latinoamericano, la URSS, la España de principios de siglo, etc-. Asimismo se defienden con contundencia los actuales y ´vivos´ intentos revolucionarios en América latina. Los autores realizan un esfuerzo poco usual por manejar materias en principio tan densas y ´adultas´ del modo más accesible e incluso atractivo para cualquier adolescente medio. Las geniales y corrosivas ilustraciones de Miguel Brieva constituyen un pilar fundamental para la obra, que adquiere una riqueza y calado crítico indispensable para las nuevas generaciones de cualquier democracia actual.

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
(Nota de los autores sobre el papel de los medios de comunicación en la polémica en torno a la asignatura de Educación para la Ciudadanía y de este libro en particular.)
Sobre la primera edición de este libro, se ha mentido tanto en los medios de comunicación españoles que conviene hacer algunas aclaraciones que dejen las cosas en su sitio.
El 20 de septiembre de 2007, por ejemplo, el Telenoticias 3 de Telemadrid anunció literalmente que nuestro libro era "uno de los que ya habían comenzado a utilizarse como libro de texto en la asignatura "Educación para la Ciudadanía" que acababa de implantarse en algunas comunidades autónomas". Con cara compungida, un supuesto padre de familia, sentado en el sofá de su casa, iba leyendo en voz alta algunos pasajes escogidos de nuestro libro. En especial, parecía escandalizarle el hecho de que recordáramos que los votantes del PP habían votado (y siguen votando) a un partido que apoyó la invasión estadounidense de Iraq, y que eso, de alguna manera, comporta algún tipo de responsabilidad. Por lo visto, en opinión de los directores de Telemadrid, es inconcebible que en una asignatura de Educación para la Ciudadanía se pretenda nada menos que decir la verdad a los alumnos. Quizá piensen que sería más opotuno explicar a los jóvenes y a los lectores en general que los ciudadanos no tienen ninguna responsabilidad a la hora de votar a un partido u otro. Pues la cruda realidad es que el PP apoyó la invasión de Iraq y que José María Aznar insistió una y otra vez en que tenía informes fidedignos de que Sadam Hussein contaba con armas de destrucción masiva, pese a que todos los informes de los inspectores de la ONU decían lo contrario. Luego resultó que en Iraq no había armas de destrucción masiva. No sólo no las había, sino que siempre se supo que no las había. Sobre este tema se había mentido a la opinión pública mundial. Pese a todo, a los votantes del PP no les pareció motivo suficiente para cambiar su elección.
Se trata, sin duda, de un enigma de la vida ciudadana que ojalá algún día pueda ser desentrañado en los libros de texto de Educación para la Ciudadanía: ¿Cómo es posible que la intención de voto de la población no se haya modificado en absoluto al descubrir que una guerra que ha destruido un país y que ha causado centenares de miles de víctimas civiles se inició con un embuste de sus líderes políticos?.
Sin embargo, todo el mundo parece de acuerdo (en el PP y también en el PSOE) en que la asignatura "Educación para la Ciudadanía" no deben tratarse este tipo de cuestiones tan delicadas. En realidad, tal como han demostrado los libros de texto que han visto la luz durante el año 2007, esta asignatura no debe consistir, al parecer, más que en un canto políticamente correcto a valores abstractos y melifluas intenciones, una especie de Barrio Sésamo ñoño, tedioso y conformista para explicar a los niños lo contentos que tienen que estar por vivir en una monarquía constitucional. No es extraño, por tanto, que nuestro libro fuese acogido con tan rabiosa indignación.
Pero, antes de pasar a discutir estas cuestiones, conviene deshacer las mentiras más sonadas. El Telenoticias de Telemadrid mintió, y no era la primera vez que mentía al respecto. Mintió, en primer lugar, porque nuestro libro no es un libro de texto. Y, por supuesto, era absolutamente falaz que ya estuviese utilizándose como tal en los centros de enseñanza. Cualquiera puede ver que el libro que tiene entre sus manos no es un libro de texto: no responde al programa de ningún curso en particular; no tiene el formato de los libros de texto; no tiene actividades para el alumno, ni flechitas ni esquemitas ni recuadritos; no ha sido homologado por el Ministerio de Educación; no sigue el currículo de la asignatura, etc. Es más, no hay ningún profesor tan suicida como para buscarse la ruina utilizándolo como manual obligatorio, pues es fácil colegir que la comunidad educativa, la dirección del centro, los padres, los consejos escolares, la inspección, la prensa y demás fuerzas vivas, le complicarían mucho la vida.
Que no se trata de un libro de texto es algo que sabían perfectamente en Telemadrid. Lo mismo que lo han sabido perfectamente, desde el principio, en la Cadena Cope, en el diario El Mundo, en La Razón, en el ABC, en Libertad Digital, en el Canal 7, y en todos los medios que, sin embargo, no han parado de insistir en que sí lo era. Sencillamente, han mentido sabiendo muy bien que estaban mintiendo. Han querido transmitir la idea de que nuestro libro no sólo es un libro de texto, sino que es, además, el libro de texto por antonomasia, el que verdaderamente desvela las auténticas y ocultas intenciones del gobierno del PSOE, hasta el punto de que en algunos de esos medios comenzó a conocerse como el "manual de Zapatero".
No sólono es verdad que sea un manual. Se trata más bien de un antimanual especialmente escrito en contra de la asignatura misma. Por supuesto, este detalle ha pasado desapercibido, porque la prensa de derechas estaba muy interesada en ocultar el hecho de que, desde el principio, hubo una oposición de izquierdas a la Educación para la Ciudadanía. Incluso se produjo una manifestación en contra de esta asignatura, convocada a nivel estatal, que acabó con unas clases de Filosofía al aire libre impartidas en la Plaza de España de Madrid, el 3 de junio de 2005. Los tres autores del libro participamos activamente en esas movilizaciones contra la asignatura, convocadas desde la izquierda. Esta respuesta tenía muy buenas razones y argumentos, pero, por supuesto, no salió en los periódicos ni en los telediarios, porque la izquierda de este país ni tiene periódicos ni tiene telediarios a su disposición. Y como suele ocurrir, a fuerza de silencio y censura se acabó por creer que la izquierda no existía. De este modo, se logró crear la ilusión de que sólo la derecha atacaba la asignatura y que, en cambio, la izquierda (liderada, al parecer, por el PSOE) la defendía.
Por supuesto, el ruido que han metido los obispos en relación con esta asignatura ha sido tan aparatosa que el espejismo estaba servido en bandeja. En este país tenemos la desgracia de padecer una derecha pre-civilizada, pre-moderna, pre-ilustrada, aliada de los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica, una Iglesia a cuyos dirigentes sólo hemos visto movilizarse en contra de los derechos de los homosexuales, de las mujeres y, en general, en contra de todo lo que les suene a Derecho. Nos referimos, claro está, a la misma jerarquía eclesiástica que combatió en Latinoamérica a la Teología de la Liberación, y que en España está empeñada en "limpiar la casa del Señor", cerrando parroquias comprometidas con la causa de los pobres, como la de Enrique de Castro en el barrio madrileño de Vallecas. Así pues, tampoco resulta sorprendente la furiosa reacción de la Conferencia Episcopal contra cualquier propuesta que incorpore, aunque sólo sea en el título, la palabra "ciudadanía". En esta ocasión se han comportado como auténticos Príncipes de las Tinieblas, como si la mera palabra "ciudadanía" les produjera el mismo efecto que la luz del sol al conde Drácula. La jerarquía de la Iglesia pierde los papeles cada vez que siente amenazada una micra de su poder político. Así pues, es normal que hayan reaccionado con virulencia contra una asignatura que pretende transmitir unos valores distintos a los que ellos inculcan en la asignatura de Religión. La hipocresía de los obispos y de organizaciones como la Confederación Católica de Padres (CONCAPA) al acusar al Estado de adoctrinamiento ha sido repugnante, cuando no surrealista, teniendo en cuenta lo contenta que estuvo la Iglesia de monopolizar el adoctrinamiento fascista, machista, homófobo y clasista durante cuarenta años de franquismo, y lo contenta que está ahora de valerse de fondos públicos para el lavado de cerebro de los niños en sus centros concertados y, en general, en la asignatura de Religión.
Y como la derecha y la ultraderecha sí tienen medios de comunicación de sobra para hacerse oír en el espacio público, resultó aun más creíble la idea de que la polémica sobre la Educación para la Ciudadanía se agotaba entre el PP, que la atacaba, y el PSOE, que la defendía.
En absoluto era cierto. La oposición de izquierdas a esta asignatura había existido desde el primer momento. Partió fundamentalmente del área de Filosofía y era una llamada de atención sobre la degradación de la enseñanza pública en general. Era previsible, en efecto, que la asignatura de Filosofía quedara muy dañada con la implantación de la Educación para la Ciudadanía. Y de hecho, así ha sido. En el borrador del decreto de Bachillerato que el PSOE ha preparado hasta la fecha, está previsto reducir de tres a dos horas a la semana la Filosofía de primero de Bachillerato (que pasaría a llamarse "Filosofía y Ciudadanía"). Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que fue ya el PSOE quien en su momento redujo esta asignatura de cuatro a tres horas semanales. En segundo lugar, conviene recordar que con esta nueva reducción incumple todos los pactos y falta a todas las promesas hechas a las facultades y asociaciones de Filosofía. Pero no contento con esto (¿alguien puede adivinar qué tiene el PSOE contra la Filosofía?), en el borrador del decreto se prevé reducir también a dos horas semanales la Historia de la Filosofía de segundo de Bachillerato. A ello hay que añadir el hecho de que la Ética de 4º de la ESO pasa a llamarse "Ética cívica" y pierde una de sus dos horas a la semana. Todo el mundo sabe que eso es tanto como convertir esa asignatura en impracticable.
La defensa de la Filosofía frente a este estropicio educativo no es una cuestión de corporativismo. Lo que ocurre es que algunos profesores, como los autores de este libro, creemos de verdad que la asignatura de "Filosofía", en su actual perfil científico, es el mejor instrumento del que dispone nuestro sistema educativo para formar ciudadanos capaces de razonar y argumentar con criterio propio e independiente. Estamos convencidos de que no hay mejor forma de encaminarse a ese objetivo que la enseñanza de la Filosofía y la Historia de la Filosofía, del mismo modo que creemos que con los programas de Educación para la Ciudadanía, lo que se pretende más bien es amaestrar a los niños en lo políticamente correcto y en las supercherías de la ideología dominante. Pero, sobre todo, somos muy conscientes de que este atentado contra el perfil científico de la asignatura de Filosofía no es más que un síntoma fatal del rumbo que está tomando la enseñanza pública en general. Los perfiles científicos de las asignaturas en la enseñanza secundaria tienenden cada vez más a disolverse porque el edificio mismo de la enseñanza pública se desmorona más y más, viniendo a ocupar su lugar una especie de "asistencia social" gestionada por educadores, pedagogos, psicólogos, e incluso por guardias de seguridad, como si se fuese muy consciente de que mientras las enseñanzas privada y concertada preparan para la universidad, el futuro en la enseñanza pública viene más bien marcado por la cárcel, el paro o el inframundo laboral del trabajo basura. En esta cuestión, las políticas del PSOE y del PP han resultado igualmente letales. Legislatura tras legislatura han ido haciendo y deshaciendo leyes y decretos, como si fueran buenas intenciones, y no muchísimo más dinero y recursos humanos, lo que la enseñanza pública necesita para poder frenar esta tendencia hacia el desastre. Eso, por supuesto, sin la menor iniciativa legal para acabar con la ignominia de la enseñanza concertada, con su legión de profesores nombrados a dedo y pagados con dinero público. Si a esta situación le añadimos los planes a nivel europeo y mundial que desde la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Acuerdo General de Comercio de Servicios (GATS por sus siglas en inglés) planean sobre el mundo de la enseñanza estatal, encaminados de forma inequívoca a la instrumentalización privada de la enseñanza pública superior y la mercantilización de la universidad, el panorama es desolador -tan desolador como había previsto hace ya tiempo el libro de Michel Éliard, La fin de l´école (París, PUF, 2000)-. Es posible hacerse una excelente idea de lo que se ha estado jugando en eso que se ha llamado "Convergencia Europea en Educación Superior" leyendo el libro "Eurouniversidad. Mito y realidad del proceso de Bolonia" (Barcelona, Icaria, 2007).
Ahora bien, en estos últimos años cruciales, la voz de la izquierda ha sido casi por completo silenciada, tanto respecto de la enseñanza secundaria como de la superior. Hartos de estrellarnos contra este muro de silencio, en el momento en que vimos que la implantación de la Educación para la Ciudadanía era ya un hecho consumado, los autores de este libro decidimos hacer de la necesidad, virtud. Nos dijimos que si querían una Educación para la Ciudadanía, la iban a tener, pero que la iban a tener en serio. En lugar de utilizar la asignatura para encubrir la realidad capitalista, podíamos utilizarla para denunciarla. El racismo; la xenofobia; el trabajo ilegal de los sin papeles y el trabajo basura de los con papeles; la desestructuración social; la precariedad laboral; la marginación y todo lo que ella conlleva; la imposibilidad de acceder a una vivienda digna y las consiguientes dificultades para la vida familiar y la procreación. Todos estos asuntos tienen su causa en problemas sociales y económicos enraizados en las estructuras más básicas de esta sociedad en la que vivimos. Es ridículo, patético e hipócrita pretender que todo ello hay que afrontarlo con una "educación en valores". Pero, sobre todo, se trata de una estafa que pretende encubrir y legitimar las verdaderas causas de estos problemas. Así pues, lo primero que debe quedar claro en una Educación para la Ciudadanía es el carácter capitalista de nuestra realidad social. Después habrá que decidir en qué consiste y qué posibilidades tiene la vida ciudadana en semejante condiciones.
Fue así como publicamos Educación para la Ciudadanía. Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho (Akal, 2007). La reacción de los medios de comunicación de derechas y de ultraderecha ha sido furibunda. La tentación de utilizarnos como arma arrojadiza contra el PSOE era demasiado grande para reducirnos al silencio, así que decidimos más bien poner el grito en el cielo. La campaña mediática que se ha desatado en contra de nuestro libro durante los meses de agosto y de septiembre de 2007 ha superado los límites de la falsedad, la mentira y la hipocresía. En primer lugar, como ya hemos señalado, presentaron el libro como un manual destinado a las aulas, cuando era absolutamente obvio que no lo era. Luego, y tal como denunció en su momento Javier Ortiz, siguieron la táctica habitual de la Inquisición: "Primero se dice que el contrario ha dicho lo que no ha dicho y luego se le condena sin apelación posible por haber dicho lo que no ha dicho" (El Mundo, 9 de septiembre de 2007).
Así, por ejemplo, en las múltiples veces que nuestro libro ha sido aludido en Telemadrid, su contenido ha quedado resumido diciendo que definimos "libertad" como "hacer lo que a uno le da la gana". Varias veces esa frase ha aparecido subrayada y ampliada en pantalla, como prueba de nuestra ignominia. Lo que no decían es que esa frase es sólo el punto de partida de un razonamiento estrictamente Kantiano en el que acabamjos, por cierto, por concluir que "libertad" es más bien "obeceder a la ley" (lo que, sin duda, considerarán muy desconcertante los directores de Telemadrid, tratándose de un libro que han calificado poco menos que de anticonstitucional). Hasta el menos aventajado de los alumnos de secundaria que de verdad leyera nuestro libro entendería perfectamente que nuestro concepto de libertad no tiene nada que ver con lo que ordinariamente se entiende por "hacer lo que nos da la gana". Es completamente obvio que si tomamos esa frase como punto de partida, es precisamente porque sabemos que se trata de una idea bastante común entre los jóvenes, de modo que es con ella con la que conviene ajustar cuentas. Por supuesto, esto lo sabían perfectamente en Telemadrid, pero no les importó mentir al respecto.
Es curioso cómo los periodistas acaban creyéndose sus propias mentiras, porque el caso es que en el programa 59", de TVE, también resumieron la tesis principal del libro del mismo modo. Luego pasaron a rasgarse las vestiduras, hasta el punto de que Melchor Miralles, directivo del diario El Mundo, pidió que a los autores nos inhabilitaran de por vida para la docencia (en todo caso, en descarga del directos de 59", hay que señalar que accedió a leer una nota de rectificación en el programa siguiente; por supuesto, no se puede decir lo mismo de Melchor Miralles).
Se han publicado otras mentiras absolutamente descabelladas, como, por ejemplo, que mostramos algún tipo de menosprecio hacia los gitanos (Alfonso Ussía, La Razón, 19 de agosto de 2007) cuando, en realidad, son mencionados precisamente como modelo de resistencia frente a los mecanismos destructores de la familia que pone en juego el capitalismo (que constituye, éste sí, el blanco de nuestras críticas); mentiras absurdas, como que consideramos intolerable mantener la virginidad hasta el matrimonio, cuando lo único que decimos a ese respecto es que se trata de un asunto que debe quedar gobernado por la voluntad libre de cada uno; o mentiras delirantes, como que defendemos que la "dignidad" es comportarse como "un buen cerdo machista y tenerlos bien puestos" (La Razón, 17 de agosto de 2007), cuando, como es obvio, eso se propone precisamente como ejemplo de indignidad.
Lo más llamativo es que se hayan apuntado, por una parte, mentiras y, por otra, insultos y descalificaciones, sin aportar ni un solo argumento. Fernando Savater nos llamó "necios y sectarios" (ABC, 7 de agosto de 2007); Martín Prieto nos tildó de "retroprogres", "locos", "chequistas" y "lamelibranquios" (El Mundo, 12 de agosto de 2007); César Vidal nos llamó "escritores fracasados" y no sé cuántas cosas más (COPE, 12 de julio de 2oo7); Alfonso Ussía dijo que éramos unos "stalinistas", "comunistas", "genocidas" y nos invitó a irnos a vivir a Cuba (La Razón, 19 de agosto de 2007); Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez han hablado bastante de nuestro libro no sabiendo si llorar o reír y llegando a la conclusión de que, más que nada, somos unos "zumbaos".
Respecto a los insultos publicados en El Mundo y en La Razón hay que añadir, además, que han sido especialmente cobardes y maleducados, porque estos diarios (al contrario que El País o ABC) no nos han concedido derecho a réplica, ni siquiera las quince líneas de rigos en "Cartas al director". Tres cartas enviadas a Pedro J. Ramírez fueron rechazadas sin explicaciones.
Es muy notable el hecho de que sólo haya dos personas que hayan argumentado sobre el libro: Rafael Sánchez Ferlosio (El País, 29 de julio de 2007) y Gustavo Bueno (El Catoblepas). El primero lo hizo tras criticar durísimamente a Savater y para defender, en cambio, la idea fundamental de nuestro libro, lo que no tiene nada de extraño, pues, en efecto, "la idea de introducir en política la fuerza de lo impersonal" nos la enseñó él mejor que ningún otro. El segundo, es cierto, nos criticó con dureza, aunque con argumentos muy discutibles; pero, en todo caso, lo hizo tras burlarse de forma inmisericorde de los otros "libros de texto", y especialmente del de José Antonio Marina, del que vino a decir algo así como que si es más tonto no nace. Así pues, después de todo, salimos ganando por comparación.
Merecen comentario aparte los insultos que han cuestionado nuestra salud mental ("zumbaos", "paranoicos", "casos psiquiátricos", etc.). Por lo visto, a la izquierda del PSOE y del PP estamos todos locos de remate. Pues, en efecto, los periodistas que tanto se han burlado de nosotros se asombrarían mucho al saber la acogida tan entusiasta que nuestro libro ha tenido en los medios de la izquierda alterglobalización (en las revistas El Viejo Topo, Viento Sur, Archipiélago, Fusión, El Otro País o en los sitios web habituales de la izquierda). Es una prueba más de que los argumentos de izquierda no tienen ninguna cabida mediática en el espacio público de nuestra bendita libertad de expresión. No hace falta censura, en efecto, allí donde todo el mundo obedece, por la cuenta que le trae, la voz de su amo. Sin embargo, en esta ocasión se ha colado en los grandes medios de comunicación un argumento de la llamada "extrema izquierda". Ello se ha debido, como sabemos, a que al PP le convenía muchísimo, en su guerra particular contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía propuesta por el PSOE, presentar nuestro libro como el "manual de Zapatero". Es la única razón, pues el blindaje informativo contra los argumentos a la izquierda del PSOE ha sido siempre absoluto. Y mira por dónde, una vez que, debido a este accidente informativo, se encuentran con una argumentación anticapitalista y alterglobalización encima de la mesa de los telediarios y los periódicos, se quedan boquiabiertos y piensan que, sencillamente, se les han colado unos locos de atar. Así de acostumbrados están a discutir con nuestros argumentos y así de acostumbrados están a discutir con nuestros autores habituales de referencia, tales como Noam Chomsky, Vandana Shiva, Tariq Ali, Samir Amin, Eduardo Galeano, Ammy Goodman, Pérez Esquivel, Naomi Klein, Immanuel Wallerstein, Terry Eagleton, Eric Hobsbawm, Michel Chossudovsky, Harold Pinter o Arundhati Roy. Hay un largo etcétera de autores censurados por los propietarios privados del espacio público. Por ejemplo, y sin ir más lejos, Ignacio Ramonet dejó al descubierno la complicidad de los medios europeos con el golpe de Estado contra el orden constitucional en Venezuela de abril de 2002, y ese fue el último artículo que publicó en El País. En suma, es de suponer que nuestros medios de comunicación no tendrían demasiado empacho en psiquiatrizar al movimiento alterglobalización en su conjunto, con todos sus autores de referencia y toda su bibliografía. Como si a la izquierda de los que tienen el poder no existiese más que el manicomio.
Al fin y al cabo, se trata de un buen síntoma. No podemos esperar que los que tienen la sartén por el mango aprecien la corrección de los diagnósticos de la izquierda alterglobalización. Si defendemos que "otro mundo es posible" es porque sabemos que otra economía y otras relaciones sociales son posibles en este mundo. Los anticapitalistas no pedimos la luna, no somos unos lunáticos. Pedimos algo de lo más sensato, aunque no podemos esperar la comprensión de los poderosos ni de sus mercenarios en los medios de comunicación.
Se pongan como se pongan, el movimiento antiglobalización existe. Tampoco los propietarios de Atenas fueron demasiado comprensivos con Sócrates que es, después de todo, el verdadero protagonista de este libro.
Madrid, 1 de octubre de 2007
Los autores
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*Carlos Fernández Liria es profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y autor de los libros "Dejar de pensar" (1986), "Volver a pensar" (1989). "Sin vigilancia y sin castigo" (1992), "El materialismo" (1998), "Geometría y tragedia". El uso público de la palabra en la sociedad moderna" (2002) y "Cuba" (2005). Junto con Luis Alegre Zahonero, investigador de la Universidad Complutense de Madrid, ha publicado los libros "Periodismo y Crimen" (2002) y "Comprender Venezuela, pensar la democracia" (2006). Colaboradores habituales de las revistas Logos, Viento Sur y Archipiélago, han publicado conjuntamente el artículo "La revolución educativa. El reto de la Universidad ante la sociedad del conocimiento" (2004).
* Pedro Fernández Liria, doctor en Filosofía y profesor de Enseñanza Secundaria, es autor de los títulos "La conciencia desdichada. Aproximación a la fenomenología de la conciencia cristiana" (1996) y "Hegel y el judaismo" (2000), así como de los ensayos "Regreso al campo de batalla. En torno al pensamiento del último Althusser" (2002) y "Psicoanálisis y materialismo histórico en Louis Althusser" (2005).
*Miguel Brieva es un ser bípedo, y en ocasiones racional, que nació en Sevilla en 1974 y que, además de ingerir alimentos y aspirar oxígeno con relativa frecuencia, colabora asimismo en algunas publicaciones. Es autor y editor de la revista Dinero. A menudo, mientras saca punta al lápiz, silbotea melodías difícilmente reconocibles y discordantes, que sin embargo a él parecen proporcionarle algún tipo de placer. A veces estornuda.

miércoles, 11 de febrero de 2009

WASHINGTON PODRÍA DEJAR DE APOYAR A MARRUECOS


¿HACIA UNA SOLUCIÓN EN EL SÁHARA OCCIDENTAL?
Por George Joffe*
LE MONDE diplomatique en español. Febrero de 2009


En 1975, mientras España llevaba a cabo una difícil transición de la dictadura a la democracia, Marruecos anexionó la antigua colonia española del Sáhara Occidental. Aunque su intervención ignoró las resoluciones a favor de la autodeterminación tanto de Naciones Unidas como de la Organización de la Unidad Africana (actualmente Unión Africana), Rabat alegó que estaba restableciendo su integridad territorial, alterada por los colonialismos francés y español. Sin embargo, se supo que el rey Hassán II había manipulado la reivindicación de esa región para maximizar el apoyo interno a la monarquía.

Los saharauis del Frente Polisario, respaldados por Argelia, rechazaban esa reivindicación. Ambos se apoyaban en las decisiones de las organizaciones citadas anteriormente y en la posición del Tribunal Internacional de Justicia, emitida en octubre de 1975, que, a petición de la Asamblea General de la ONU un año antes, había tenido en cuenta los alegatos de Marruecos, Argelia y Mauritania. El Tribunal llegó a la conclusión de que, aunque tribus saharauis hubieran tenido líneas de vasallaje con el sultanato de Marruecos en tiempos precoloniales, éstas no eran suficientes para legitimar la reivindicación de soberanía territorial, tal y como Rabat pretendía. El fallo satisfizo a ambos rivales: Marruecos afirmaba que la primera parte del mismo justificaba sus reivindicaciones, mientras el Frente Polisario insistía en que la segunda parte, implícitamente, abogaba por un proceso de autodeterminación. Estas posturas no han variado, planteando la cuestión de si, dada la intransegencia permanente de las partes, se puede esperar algún tipo de resolución en un futuro previsible. Pero las cosas pueden cambiar. Las protestas contra Marruecos aumentan en las ciudades del Sáhara. Y es posible que el nuevo Presidente de Estados Unidos tenga, por primera vez, una posición distinta, sobre esta cuestión, de la de su fiel aliado marroquí.


Es indudable que, a propósito del Sáhara Occidental, ha habido cambios tácticos en las últimas décadas: las acciones militares del Frente Polisario obligaron a Mauritania a abandonar su reivindicación en 1979; y la ONU pudo imponer un alto el fuego, en septiembre de 1991, supervisado por una misión militar especial, la MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental), durante los últimos quince años, bajo la promesa de que se realizaría un referéndum, aplazado una y otra vez a causa de las disputas acerca del censo electoral. Asimismo, Argelia ha disuadido al Frente Polisario de retomar la opción militar. Sin embargo, ninguna de las partes ha estado dispuesta a moderar sus posiciones fundamentales; Marruecos insiste en su reivindicación de soberanía; y el Polisario no renuncia a su petición de un referéndum de autodeterminación.

El carácter duradero de la disputa se debe a que ambas partes reclaman el derecho soberano al control del territorio, el cual, por su propia naturaleza, no puede derivar en un acuerdo. A fin de cuentas, la soberanía es una afirmación del poder exclusivo e indisoluble, que no puede fragmentarse. Aunque en los últimos años los argumentos relativos a la legitimidad del poder soberano de los Estados hayan modificado algo esta definición, en el Derecho Internacional sigue incontestada. Sin embargo, la disputa del Sáhara Occidental levanta dudas ante esta postura tradicional; y estas dudas potenciales son las que hacen pensar que pueda surgir una solución al conflicto.


DERECHO A LA AUTODETERMINACIÓN

Hay dos planteamientos distintos de la soberanía. La postura marroquí se basa en la exposición clásica de soberanía en cuanto al derecho de un Etado a ejercer poder soberano sobre su territorio; mientras el Frente Polisario insiste en que la única legitimación de la soberanía es el hecho de que ésta refleja los derechos de una nación que vive en un territorio, para así reivindicar la soberanía sobre éste; o sea, la esencia de la autodeterminación. El problema para la ONU y, por extensión, para la Unión Africana, es que no se ha resuelto la contradicción entre Estado y nación, puesto que simplemente se da por hecho que ambos términos coinciden. El Derecho Internacional aprueba la primera definición, aunque cada vez ha habido más presiones para que se adopte la segunda desde el fin de la Guerra Fría.

Las organizaciones internacionales son conscientes de las contradicciones, pero nunca han tenido que enfrentarse a ellas. La ONU da por sentado que los asuntos internos de las naciones no le atañen, a pesar de que, desde hace tiempo, ha promovido el derecho de los "pueblos" a la autodeterminación mediante la Resolución 1514 de la Asamblea General de 1960(1), pero sólo para los países en vías de desarrollo. Más recientemente, en el marco de la "intervención preventiva" auspiciada por Estados Unidos y Reino Unido, la ONU ha adoptado el principio de la "responsabilidad de proteger": el derecho a intervenir si un Estado no puede o no está dispuesto a proteger a su población. Aunque la reticencia a intervenir sigue siendo el principio legal director. Esto, unido a la falta de predisposición tanto del Frente Polisario (respaldado por Argelia) como de Marruecos para llegar a un acuerdo, ha molestado cada vez más al Consejo de Seguridad, cuya actuación se limita a renovar el mandato de la MINURSO cada seis meses.

De hecho, como el rey Hassán afirmó, todo lo que Marruecos quiere es "el sello y la bandera", los símbolos clásicos de la soberanía. Aunque eso mismo, básicamente, es justo a lo que aspira el Frente Polisario. El resto es negociable, de ahí las insistentes propuestas marroquíes de autonomía interna y el fracaso de las iniciativas impulsadas por la ONU, como ha sido el caso de los dos planes propuestos por James Baker cuando fue Enviado especial dela ONU en la región (1997-2004). De ahí, también, el fracaso de las cuatro rondas de negociaciones cara a cara organizadas por la ONU en Manhasset entre enero de 2007 y marzo de 2008, con las consiguientes declaraciones desesperadas del Enviado especial, Peter van Walsum, relativas a que "la independencia total del Sáhara Occidental no es una opción realista", comentario que le condenó a que, el mes de agosto de 2008, no se le renovara el cargo.

Pero el Sáhara Occidental no es un problema exclusivo de Marruecos y del Frente Polisario; hay al menos dos cuestiones que influyen en sus consecuencias. Una es la tirante relación entre Marruecos y Argelia. Rabat es consciente de su tradición milenaria de Estado en el norte de África y está resentida por cómo Francia estableció sus fronteras durante el período colonial.

Por otra parte, Argel ha edificado su reputación internacional a partir de su legitimidad revolucionaria, fruto de su guerra de liberación frente a la ocupación francesa entre 1954 y 1962; y de su papel destacado dentro del Movimiento de Países No Alineados en los años 1970. La autodeterminación siempre ha sido, según Argel, el camino para legitimar la categoría de Estado independiente y siempre ha rebatido las afirmaciones marroquíes de liderazgo regional, de ahí la Guerra de las Arenas de 1963. Huari Bumedién, el carismático presidente argelino de los años 1970, siempre buscó la unidad regional mediante la construcción de un "Magreb de los pueblos", en lugar de un "Magreb de los Estados", que él consideraba una visión marroquí.

En 1975, fue Argelia, junto con Libia, la que apoyó al Frente Polisario, aunque después Libia desistiera. Y cuando Argelia trató de hacer real su visión de unidad regional, a través del Tratado de Fraternidad y Concordia en 1984, se excluyó a Marruecos a causa de la cuestión del Sáhara Occidental, por lo que éste reaccionó con su propia Unión Árabe-Africana, con Libia -por entonces apartado de la visión argelina- como socio. Esta iniciativa sólo duró dos años, pero hizo ver que Argelia no era la única que tenía pretensiones de liderazgo regional. Después , en 1989, Marruecos abrió el camino a otra visión regional: la de la Unión del Magreb Árabe, pero las tensiones entre Rabat y Argel en los años 1990, unidas a la irritación libia por la falta de apoyo norteafricano al caso de Lockerbie (2), condujeron a su suspensión.

De modo que la disputa del Sáhara Occidental se ha convertido en una discrepancia de gran alcance entre los dos principales Estados norteafricanos respecto a la hegemonía regional. De ahí que el rey Mohammed VI se sienta cada vez más molesto con Argelia por su negativa a aceptar sus planes de autonomía para el Sáhara Occidental y por mantener cerrada la frontera entre los dos países. Al mismo tiempo, el presidente Abdelaziz Buteflika, quien fue Ministro de Asuntos Exteriores de Argelia cuando estalló la cuestión del Sáhara, no ve razón alguna para abandonar su apoyo al Frente Polisario y a la autodeterminación.

Ninguno de los dos actúa dentro de un vacío diplomático. Marruecos, tradicional baluarte prooccidental en el norte de África y en el mundo árabe, especialmente durante la Guerra Fría, seha beneficiado históricamente del apoyo estadounidense y europeo. Es cierto que la cuestión del Sáhara Occidental creó algún malestar, pero salvo reticencias iniciales por parte de la Administración de James Carter en los años 1970 y de la España de sus inicios democráticos, los Estados europeos propenden a que se busque una solución intermedia y se han inclinado por las prioridades marroquíes. Esto ha causado alguna complicación en la política pesquera europea y, en 2002, el asesor legal de la ONU tuvo que dictaminar que un contrato de exploración petrolera fuera ilegal porque el Sáhara Occidental era todavía, para la ONU, un "territorio autónomo", tal y como fue definido en 1963 cuando se le asignó a España el poder administrativo, un derecho que Madrid cedió a Marruecos y Mauritania en 1976.


MANIFESTACIONES CONTRA RABAT

Sin embargo, Francia y, últimamente, España han intentado persuadir a otros países de que aceptaran los argumentos de Marruecos a favor de la autonomía del Sáhara Occidental bajo soberanía marroquí. El Frente Polisario ha luchado por conseguir apoyo diplomático para la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que, con 125.000 refugiados en el exilio, está protegida, desde 1975, en territorio argelino, cerca de la ciudad de Tindouf. Hubo una época en que hasta 73 Estados lo reconocieron, pero sólo uno de ellos -la antigua Yogoslavia- era europeo. De todas formas, el país verdaderamente crucial es EE.UU, debido a la presión diplomática que hubiera podido ejercer sobre los dos protagonistas claves y por el papel que desempeñaba en la ONU; pero Washington ha sido un leal partidario de Rabat durante los últimos treinta años.

En la psada década ese apoyo ha sido menos firme. Después de todo, la Guerra Fría terminó y la fidelidad de las alianzas se ha mitigado. En segundo lugar, Argelia ha asumido la reducción de la influencia del Movimiento de Países No Alineados y la emergencia de una hegemonía de Estados Unidos, especialmente desde el 11 de septiembre de 2001 y el inicio de la "guerra contra el terrorismo". Durante la larga presidencia de Abdelaziz Buteflika, Argel ha reconstruido su reputación internacional y ha mejorado sus relaciones con EE.UU, en especial con respecto al enfoque compartido sobre terrorismo. Asismismo, Washington se ha sentido molesto por el fracaso de la misión de James Baker destinada a buscar una solución a la cuestión del Sáhara Occidental.

Marruecos parece darse cuenta de que el tiempo es primordial; de ahí la presión que ejerce sobre Argelia para que acepte un compromiso que otorgue a Rabat la soberanía a costa de una amplia autonomía interna. También es consciente de que la actitud dentro del Sáhara Occidental es cada día más reacia a la anexión, tal y como se deduce de las constantes manifestaciones y detenciones (3). Pero Mohammed VI no puede, por razones de apoyo doméstico, abandonar la exigencia de reconocimiento de su anexión soberana (4). De hecho, Rabat cree que su objetivo estaría próximo simplemente con que se mantuviera el respaldo internacional. Pero Argelia sigue siendo el escollo que podría provocar el naufragio; y hay noticias de que la Administración de Obama podría revaluar sus políticas y sus alianzas en el Norte de África. ¡¡Y eso bien podría suponer un desastre para Marruecos!!.


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(1) De forma bastante irónica, Marruecos ha recurrido al párrafo 6 de la resolución, que niega la autodeterminación si se altera la integridad precolonial de un Estado, para así justificar su reivindicación sobre el Sáhara Occidental. De hecho, la excepción estaba destinada únicamente a ser aplicada en pequeños enclaves separados por la práctica colonialista.

(2) Atentado terrorista contra un avión mientras sobrevolaba Lockerbie en 1988. Causó 270 víctimas mortales. Dos libios fueron acusados, pero Libia rechazó su extradición. La ONU estableció sanciones contra Libia que se levantaron en 2003 tras extraditar a los acusados, indemnizar a las víctimas y aceptar la responsabilidad en el atentado.

(3) Véase Human Rights Watch, Human rights in the Western Sahara and the Tindouf refugee camps, Nueva York (diciembre de 2008).

(4) La situación marroquí es un muy buen ejemplo de lo que los teóricos llaman "sunk cost effect" (efecto de costo hundido): los consumidores se sienten obligados a usar los productos por los que han pagado, a fin de evitar la sensación de que malgastaron su dinero. Rabat ha invertido tanto capital -moral y diplomático, así como financiero- en el Sáhara Occidental que existe la convicción de que el éxito sólo es posible mediante una mayor inversión......

*Profesor de Relaciones Internacionales de Próximo Oriente y el norte de África, Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)