Por Isabel Galeote Marhuenda
Cuentan que un día se acercó a Sócrates otro filósofo y
le dijo:
– “Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus
alumnos?”
– “Un momento” respondió Sócrates. “Antes de decirme nada
me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple
filtro”.
– “¿Triple filtro?”
– “Eso es”, continuó Sócrates. “Antes de contarme lo que
sea sobre mí alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas
a decirme. El primer filtro es el de la VERDAD. ¿Estás completamente seguro que
lo que vas a decirme es cierto?”
– “No, me acabo de enterar y…”
– “Bien”, dijo Sócrates. “Así que no sabes si es cierto
lo que quieres contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la BONDAD.
¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?”
– “No. Todo lo contrario…”
– “Con que” le interrumpió Sócrates, “quieres contarme
algo malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar la
prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la UTILIDAD. ¿Me va a ser
útil esto que me quieres contar de mi alumno?”
– “No, no mucho.”
– “Por lo tanto” concluyó Sócrates, “si lo que quieres
contarme puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?”.
La conversación mantenida por Sócrates con el otro filósofo me es muy útil para el caso que vengo a exponer públicamente. Aunque no crean, como buena atea convencida que soy después de nueve años de constricción y opresión en un colegio de monjas, monjas…, también he hecho el ejercicio responsable de buscar una similitud entre los pasajes bíblicos que tradujeron el pensamiento en creencia, por aquello de facilitar la lectura y comprensión de quien constantemente se da golpes en el pecho siguiendo la liturgia de la religión -creencia- que profesa; por aquello de ponerle frente al espejo de la contradicción del “mal cristiano” o “mal católico”, como integrante de una religión que, por una especie de automatismo verbal y mental solo pone en práctica la puesta en escena de la última cena, y poco más, a tenor del suma y sigue en el que se ve envuelto una y otra vez, una y otra vez… y de forma recurrente. Será que, excepto la liturgia del “por mi culpa por mi culpa por mi gran culpa” no ha leído y profundizado en los textos sagrados que deberían ser su guía y luz o, lo que es peor, habiéndolo hecho, ha elegido voluntariamente el folclore litúrgico antes que la enseñanza bíblica, porque de lo contrario no comprendo que no se atienda a, por ejemplo, esto:
“12 Con las
palabras de su boca, el sabio consigue aprobación; pero los labios del
insensato son su ruina: 13 las primeras palabras de su boca son tontedad, y sus
últimas palabras, una trágica locura. 14 Con todo, el tonto no deja de hablar. (Eclesiastés
10:12-14).”
Menos mal que soy de
la generación en la que la Filosofía era importante, tanto que me permitió
aprender a pensar y desarrollar un sentido crítico por el bien común; menos mal
que renegué de las enseñanzas adoctrinantes que obligan a creer a ciegas sin
criterio intelectual de base que valga.
Verán ustedes, todo
esto viene a que el jueves 7 de octubre, Jesús Aguilar, en el espacio de Radio
Campillos denominado “Nuestro Pueblo y sus recetas” que conduce o realiza, ha
vertido una OPINIÓN, que no INFORMACIÓN, en relación a las clases de árabe que
se vienen ofreciendo de manera completa y absolutamente gratuita desde la concejalía
de Migraciones y Cooperación Internacional del Ayuntamiento de Campillos en las
dependencias del área de Migraciones, Ciudadanía, Solidaridad y Cooperación
Internacional desde el mes de julio. Esta opinión la ha copiado de un grupo de Facebook
del municipio, de sobras conocido por la estrategia, maneras y formas con las
que se manifiesta públicamente y que podríamos definir con la alocución latina “animus
injuriandi”. Una actitud de la que suelen hacer gala, la mayoría de las veces, y
para desgracia de la cohesión y paz social en nuestro pueblo -y de sus
víctimas- quienes participan de forma más activa en dicha Red Digital,
escudándose y escondiéndose tras una pantalla y un teclado y cuyos/as
administradores/as, sin cotejar, contrastar o yendo a la fuente de información
primigenia, dan el visto bueno cuando no el aplauso, alentando un linchamiento
público sobre la o el mártir del momento que hayan elegirlo para señalarle, juzgarle
y condenarle como “culpable” de todos los pecados inexistentes e inconfesables
que le hayan sido atribuidos, sean estos ciertos o no; sean estos sensatos y
cuerdos o no. Todo muy ético y democrático en aras de una mal entendida “libertad
de expresión”. En realidad, lo mismo que queriendo o sin querer, en función del
grado de autosatisfacción personal -u onanismo- quiera lograr el conductor de
dicha sección radiofónica mencionada con el acto descrito que solo es útil como
alimento de patrañas, calumnias, enredos o trolas. Y a los hechos me remito.
Dice
Jesús Aguilar, y cito textualmente: “hay alguna queja sobre las clases de
árabe en Campillos. Que se van a dar clases de árabe y que habían puesto un
número de teléfono y resulta que nadie se podía contactar con el número de teléfono
ni nunca había nadie donde se iban a dar las clases de árabe para poder
preguntar por esas clases. Eso es una de las quejas. Yo la transmito. Somos
así, somos transmisores. ¿Y que es un transmisor? La radio.”
Jesús,
-me permitirás que te llame por el nombre de pila puesto que ya son muchos años
que tú y yo nos conocemos, algo así como la friolera de 32 años, desde 1989-, el
aparato de radio que cada quién tenga en su casa es un “transistor”. Radio
Campillos es un medio de comunicación público y de proximidad, pero un medio de
comunicación, con toda la responsabilidad que ello conlleva, que no se te olvide.
Sin yo ser periodista, puesto que solo soy una educadora social a la que siempre
le ha gustado la comunicación y que entiende que los medios de proximidad son
una herramienta importante para hacer pedagogía social y para el desarrollo
comunitario y que, para poder hacerlo con y en dignidad, se forma e informa de
manera permanente y constante -demostrable con “papeles”- en esto de las lides
de la radio y la comunicación, siento decirte que tú eres -deberías ser- un
EMISOR, es decir, el punto de partida del proceso de comunicación al ser quien
emites el mensaje. Que la ciudadanía que escucha Radio Campillos y por ende tu
espacio, es RECEPTORA puesto que es quien recibe el mensaje del EMISOR, o sea, tú.
El rol de quien recibe el mensaje puede ser voluntario o involuntario, ya que
se puede estar participando activamente en el proceso comunicativo. En ese
sentido se puede ser receptora o receptor y no responder o, como es mi caso,
dejar de ser RECEPTORA para convertirme en EMISORA, ya que mi rol, al responderte
ahora implica enviar-te un mensaje. Como EMISOR, has emitido un MENSAJE, es decir
un contenido concreto que debía haber sido una INFORMACIÓN si la hubieras
contrastado de forma seria y responsable en lugar de haberte dejado guiar por “la
vieja del visillo”, por lo que, desvirtuando la razón de ser de la
comunicación, has convertido el MENSAJE en mera OPINIÓN tendenciosa y maledicente
utilizando además un CÓDIGO (es decir, lenguaje) más propio de un correveidile,
chismorrero, chismoso, cotilla, murmurador, entremetido, cuentista o alcahuete…
que de un hostelero formal y serio que, de tanto en tanto, por afición al
micrófono, va y habla en un CANAL DE COMUNICACIÓN, es decir, en Radio
Campillos, el medio físico por donde se transmite el MENSAJE del EMISOR hacia
la RECEPTORA o el RECEPTOR. Me temo que tu problema es el RUIDO, otro de los elementos
que inciden en el proceso de comunicación. Es decir, eso que distorsiona el MENSAJE,
porque no sé si sabes que la mentira, o como se llama ahora eufemísticamente “posverdad”
genera un RUIDO y un malestar indescriptibles en quien lo escucha y, sobre todo
en quien lo sufre. Por lo tanto, es muy importante saber reconocer de dónde
viene el RUIDO en la COMUNICACIÓN para poder disminuirlo o eliminarlo y para
crear un proceso de comunicación claro y efectivo. Obviamente, también para poder
ser reconocido como alguien que hace radio, que comunica de manera digna y en
dignidad, vuelvo y repito, aunque no haya recibido formación alguna ni haya leído al respecto en una conducta sensata de autoformación. La cuestión es
que, la tarea de COMUNICAR, es algo muy, pero que muy serio, so pena de querer
convertirse en una extensión del “Deluxe” de turno, cosa que me temo te ocurre
no pocas veces.
Segundo
Las
clases de árabe no es que vayan a impartirse, es que se llevan impartiendo
desde el mes de julio, de forma completa y absolutamente gratuita, como ya he
dicho. ¿Sabes quién es la profesora? Alguien a quien conoces muy bien y sobre
la que nunca has mostrado mucho aprecio -sí, lo sé a ciencia cierta ¿acaso lo ponías
en duda?- pues eso. Quizás ese es el leitmotiv que te ha empujado a opinar haciéndote eco
de una falacia. La profesora es Naima, egresada en Filología Árabe por la
Universidad de Alicante y alumna en prácticas del Máster de ELE (Enseñanza de
Español como Lengua Extranjera) de la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla.
Para
abundar en la INFORMACIÓN -se define así porque es veraz y contrastable- ha
disfrutado de una Beca Ícaro en el ayuntamiento de Campillos desde el 5 de
julio al 5 de octubre, ya que esta administración pública local mantiene un
convenio firmado con diferentes Universidades andaluzas al objeto de posibilitar
que universitarias y universitarios de nuestro pueblo puedan realizar prácticas
extracurriculares y tengan una visión realista de la actividad profesional.
Algo así como si fuera un contrato de formación para el empleo, del que
personas muy cercanas a ti han sido beneficiarias, también en el Ayuntamiento
de Campillos, pero sin percibir el mismo sueldo a pesar de no ser profesionales
experimentadas ninguna de las dos -que por eso es un contrato de formación-,
sino una cuantía que asciende al montante de cuatrocientos euros (400 €) por
cinco horas de trabajo de lunes a viernes.
Con
todo, y aunque solo tenía obligación de trabajar 25 horas semanales, el
alumnado -a quien por cierto le puedes preguntar cuando quieras porque también
es una fuente fiable de información- te dirá que ha trabajado mañanas y tardes.
Más bien avanzada la tarde, tanto como para poder hablar tranquilamente de “noches”.
¿Sabes por qué? Porque el principio rector de una persona entregada a su oficio
como el que tiene Naima es no dejar a nadie atrás y hacer las cosas bien
hechas. Y si para poder atender las necesidades del alumnado y sus
características; si para cumplir los protocolos de seguridad marcados por las
normas de la Covid-19 ha tenido que trabajar del orden de diez horas diarias,
pues lo ha hecho y encantada de la vida… repito, por cuatrocientos euros
mensuales.
Pero voy
más allá, no sé si tú o quien se quejó por quejarse y por tener algo que decir
en una Red Digital para llamar la atención, haciendo gala del grupo cultural al
que pertenece, ese exigente e impertinente del “ya, lo quiero ahora mismo y ya
que para eso lo valgo”, -después desmontaré la queja-, lo dicho, no sé si sabes
o sabéis que las clases de árabe para grupos de infancia, grupos de personas
adultas, español inicial, español avanzado, preparación del examen DELE para la
obtención de nacionalidad y preparación del examen para la obtención del informe
sobre esfuerzo de integración de las personas extranjeras -sí, todo esto ha
estado haciendo Naima en estos tres meses-, se van a poder seguir impartiendo
de forma semipresencial. ¿Sabes cómo y por qué? Pues mira, porque a pesar de seguir
estudiando en Sevilla Filología Alemana (asignaturas de 2º y 3º), va a venir hasta
Campillos en fines de semana alternos y, de forma VOLUNTARIA, mediante un
convenio existente entre una ONG de la localidad y el Ayuntamiento de
Campillos, seguirá impartiendo las mismas clases los viernes mañana y tarde y
los sábados, también mañana y tarde, no solo sin percibir contraprestación
económica alguna sino aportando sus escasos recursos económicos para costear el
transporte. Es más, las clases que comienzan el fin de semana próximo (15 y 16
de octubre) en su parte presencial, se complementan con clases online para lo
que, con recursos económicos propios también, se ha contratado un Webmaster que
ha reservado un dominio y se ha desarrollado una plataforma Moodle propia a la
que tendrá acceso el alumnado. Por si no bastaran estas herramientas, también
se ha contratado un servicio de videoconferencias a través de la Plataforma
Zoom. Repito, todo con recursos económicos propios.
Imagino
que cada una y cada uno da y regala lo que tiene y cada uno y cada una, en su
casa transfiere los valores en los que cree, que a la postre son los que
practica. Ya sabes… hechos son amores y no buenas razones. En unas se reza y se
va a misa y en otras, se enseña a aportar socialmente y de forma desinteresada.
En unas se enseña a cumplir estrictamente con el horario de trabajo estipulado,
sin involucrarse en su pueblo más allá, así se posean conocimientos
relacionados con el ámbito de la intervención-acción social y socioeducativa, y
en otras, se enseña a que los conocimientos que se poseen se han de compartir y
socializar para aportar un granito de arena que, sumado a otros, puedan lograr una
sociedad más justa e igualitaria, donde quepamos todas y todos. ¡Fíjate qué
injusticia habéis cometido quien se quejó por quejarse faltando a la verdad y
tú, al haber compartido gustosa y alegremente esa queja para hacer daño! Deberías
saber que has hecho lo peor que se le puede hacer a quienes tenemos conciencia
de clase y hemos logrado lo que tenemos -poco o mucho- por esfuerzo y
sacrificio propio y no porque seamos hijas de papá y mamá ni hayamos heredado
negocio alguno en marcha. ¿Sabes qué es? Te has metido con nuestro trabajo y
sustento, que es lo más sagrado para una trabajadora y te has metido con mi
hija, que es lo más sagrado que tiene una madre. Y eso, conociéndome como me
conoces, sabes que no iba a dejarlo pasar, más bien, que iba a caerte encima
con todos los pertrechos y sin contemplación alguna. Te invito a que escuches
de tanto en tanto a las personas de tu entorno y sus recomendaciones, cuando te
dicen que controles a la sin hueso y dejes de sacarla tanto a pasear porque sienten
vergüenza de las barbaridades y ocurrencias que de tanto en tanto sueltas. Ya
ves… esto es Campillos, un pueblo, y como dice el refranero popular colombiano:
pueblo chico, infierno grande. Aquí todo se sabe…
Tercero
Vamos a por la queja.
El día
29 de septiembre por la mañana recibo un mensaje de WhatsApp de la persona que
manifestó públicamente esa “queja” en el grupo de marras, en el teléfono
corporativo. Persona de la que no daré el nombre a no ser que sea estrictamente
necesario, así como tampoco compartiré captura de imagen alguna para demostrar
que lo que estoy diciendo es completa y absolutamente cierto, a no ser que sea
estrictamente necesario igualmente. Decía que recibí un mensaje, muy correcto
por cierto, interesándose sobre el curso de árabe inicial para personas adultas,
aunque ese día yo no estaba presencialmente en las dependencias del área de
Migraciones, Ciudadanía, Solidaridad y Cooperación Internacional ya que participaba
de una reunión en la Sala de Juntas del ayuntamiento de Campillos -hasta pruebas
gráficas existen de ello-. Dado que Naima estaba impartiendo clase y como
considero que, a no ser que sea algo urgente no se debe interferir en la
dinámica de un grupo o una clase docente, le compartí el mensaje igualmente por
WhatsApp para que, a poco que dispusiera de un momento fuera de clase, llamara
a esta persona. El mismo día 29 por la tarde, intentó contactar al número de
teléfono móvil desde el que envió el mensaje de WhatsApp, pero saltó el buzón
de voz.
El día 30
de septiembre, también en horario de trabajo diurno, esta señora vuelve a
enviar un mensaje al teléfono móvil corporativo utilizando el mismo canal, mensaje
al que se le responde, también por escrito, indicándole que la profesora la
llamaría por teléfono para explicarle personalmente y darle toda la información
que precisara, cosa que logró hacer ese mismo día. Asimismo, se le indicó que
se le había intentado contactar vía telefónica pero dicho intento había
resultado infructuoso.
Mira por
dónde, por la tarde, una ex alumna mía de prácticas, preocupada por algo que
había leído en el tan famoso, traído y llevado grupo de Facebook, o más bien extrañada,
dado que conoce perfectamente la dinámica de trabajo del área y la forma en la
que atendemos a todo el mundo y nos implicamos con las personas a pesar de los
escasos recursos humanos existentes en el mismo, me compartió una captura de
imagen de la famosa “queja”. Identifiqué inmediatamente a la persona que estaba
interesada en el curso de árabe y que había enviado dos mensajes de WhatsApp en
días consecutivos. Si te digo que no me llamó la atención e incluso que no me
molestó, te estaría mintiendo. Sinceridad por delante. Así que, inmediatamente rastreé
el registro de llamadas del teléfono móvil para ver cuándo había llamado esta
señora. Me dirás que, igual llamó al teléfono fijo, a lo que te respondo que
podría ser, pero aun así he de manifestar que no se me escapa ni pierde ninguna
llamada frustrada porque el teléfono fijo tiene desvío de llamadas al móvil,
precisamente para eso, para que nadie quede sin respuesta, aunque yo esté atendiendo
a alguna usuaria o usuario, de viaje de trabajo o en alguna reunión, ya sea
presencial o telemática. Y te puedo garantizar que, desde el día 1 de
septiembre no tengo ninguna llamada perdida desde el número de teléfono móvil
de esta mujer. No sé a qué número de teléfono llamó, pero al corporativo al que
envió el mensaje de WhatsApp o al fijo con desvío de llamadas, desde luego que
no.
¿Cómo te
explico que la puerta de este servicio público está cerrada para poder cumplir
con el protocolo de seguridad establecido por la Covid-19? ¿Que se atiende con
cita previa, pero aun así, si no se está impartiendo clase o si no estoy fuera
del edificio, la puerta se le abre a todo el mundo? No sé si es difícil de
comprender cómo son las cosas. Por otro lado, ¿cómo conoce esta señora el
horario de clase de árabe del curso que finalizó el 5 de octubre y al que ella
no tendría acceso puesto que estaba interesada en el nivel inicial? ¿Sabía que
las clases han sido los lunes y miércoles de 7 a 8 de la tarde? ¿Se personó
allí en ese horario y esos días? Me temo que no.
No
obstante, y en relación a este asunto de la exigencia de respuesta inmediata a
una llamada de teléfono o un mensaje de WhatsApp, resulta bien preocupante y
tendríamos que cuestionarnos cómo estamos actuando o respondiendo ante ello.
Para algunas personas, y no estoy diciendo que sea el caso, pero da qué pensar,
esperar que le respondan un mensaje de WhatsApp, les genera una ansiedad que puede
tornarse patológica. Las nuevas tecnologías aportan soluciones para problemas antiguos,
pero también generan problemas nuevos. Los canales de comunicación que antes no
existían abren posibilidades novedosas, a la vez que crean exigencias que tampoco
existían hasta unos pocos años atrás. Se habla de "mensajería instantánea"
debido a que los textos, audios y fotos, tras el envío, si la conexión a
internet es buena, llegan a su destino prácticamente de inmediato. Las que no
tienen por qué ser inmediatas, desde luego, son las respuestas a esos mensajes
y eso es lo que no se comprende. ¿Y por qué? Pues porque se nos olvida que
quien ha de responder es una persona que puede estar haciendo otras cosas en ese
momento. No es una máquina ni un robot. En mi caso, por ejemplo, tengo marcado
y planificado un tiempo para leer mensajes y responderlos, un tiempo que, como he
demostrado es más que prudencial habida cuenta del volumen de trabajo que se
tiene en esa área y los recursos humanos que trabajan en la misma (una persona
solo, o sea, yo). Y, sin embargo, la tardanza o la ausencia de respuestas
inmediatas a los mensajes de WhatsApp que no son urgentes ni de vital importancia,
es capaz de generar tan baja cota de paciencia, respeto y tolerancia, que
inmediatamente se ha recurrir a una red digital y a un grupo de esa categoría para
hacer pataleta pública porque, como he expresado más allá, “yo lo valgo y a mí
se me tiene que responder cuando llamo, aunque se esté en el baño meando”.
Permíteme esta expresión tan vulgar, pero ante tanto nivel de estulticia, en
ocasiones no queda de otra. ¿No crees que tal nivel de intensidad supera la
capacidad de comprensión y de relación normal entre las personas y del sentido
común, aunque sea el menos común de todos los sentidos?
Dicho lo
dicho de forma tan extensa y profusa, espero y deseo que en tu próximo espacio
radiofónico, SÍ INFORMES y aproveches la oportunidad para pedir disculpas por
haber sembrado la sombra de la duda y, puestas ya, si me admites una
sugerencia, deberías imprimirle más rigor a lo que dices en radio, así sean
opiniones, porque hasta las opiniones han de estar basadas y sustentadas en
hechos y realidades constatables y en información veraz y contrastable, si no, ya
sabes, es puro chismorreo y ganas de convertir nuestra emisora de radio pública
y local en Radio Campillos Deluxe.
Aun así, sirva como cierre lo que el Loco de la Colina, otro Jesús, esta vez sí comunicador y de los buenos pero de apellido Quintero, ha dicho en una entrevista reciente en prensa escrita: Soy un desastre para la venganza, no es que perdone, es que olvido las ofensas.
NOTA:
Si alguien quiere escuchar de viva voz las manifestaciones públicas de Jesús Aguilar en Radio Campillos, interpelado en esta entrada, puede hacerlo en el enlace siguiente. A partir del minuto 19.
https://cutt.ly/uE0LhoZ