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sábado, 28 de diciembre de 2019

RECUERDOS DE MIS PRIMERAS ACCIONES FEMINISTAS SIN SABER QUE LO ERAN




Me despertaba esta mañana pensando en si la rebeldía feminista nos brota a las mujeres así, como por generación espontánea, en algún momento de nuestra infancia como niñas, aunque no seamos plenamente conscientes de ello o lo seamos mucho tiempo después, con el devenir de los años.

Eché una mirada hacia atrás para buscar esos gestos, esos tics que pudieran reforzar esa idea y llego hasta 6º de la E.G.B. Yo era delegada de clase y secretaria de lo que hoy conoceríamos como Consejo Escolar. Imaginad, en mitad de una reunión, un sábado por la mañana -sí, sábado por la mañana-, hablando de actividades, sobre todo deportivas, es decir, fútbol escolar masculino, y yo quejándome de que las niñas no hacíamos nada.

Un compañero tiene el brillante argumento, que expresa, por supuesto como no podía ser de otra manera, de que las niñas no servimos para jugar al fútbol. No sabemos porque no servimos. Hay que tener en cuenta que de eso hace ya la friolera de 42 años. Entonces no existía en Monóvar ningún equipo de fútbol femenino en ninguno de los dos colegios públicos (el colegio privado de monjas Divina Pastora solo de niñas no cuenta, andaban en otras cosas). Sin gustarme el fútbol y siendo cierto que jamás había jugado con una pelota con ninguna parte de mi cuerpo más allá de mis manos, salto como un resorte repleto de dignidad y amor propio y le respondo diciéndole que las niñas éramos capaces de jugar al futbol tan bien como los niños. ¡Y ahí mismo me retó!

¡Uy, un reto! ¿Será que no me gustan a mí los retos?

Entre bromas, que se fueron concretando en propuestas serias, me desafiaron a formar un equipo de fútbol femenino. Digo “desafiaron” porque a su argumento se sumaron casi la totalidad de delegados de clase. El envite consistía en crear el primer equipo de fútbol femenino, en el Colegio Público Cervantes de Monóvar. Y allá que se va Isabel el lunes por la mañana a hablar con sus compañeras de 6º, 7º y 8º a ver si convence a alguna para evitar que nos callen la boca y seamos motivo de burla. Realmente ese era mi objetivo. He de decir que costó, pero se logró. Dieron un paso adelante: Quiti, la súper portera que se tiraba al suelo para parar los balones y a la que sí se le daba bien lo de trolear a la pelota con los pies; Begoña Maqueda… y unas poquitas más. No muchas, la verdad, aunque me gustaría seguir reconstruyendo esta historia con las aportaciones de los recuerdos de todas ellas y así no dejar fleco suelto en este relato. Se da por descontado que, si yo era la instigadora de aquello, no podía ni debía dar un paso atrás. Quiero decir, que debía comenzar dando ejemplo. Y hétememe ahí diciendo que yo era la primera con disposición y ganas para formar ese equipo. ¡Yo, que veo un césped color “verde fútbol” en la tele y cambio de canal inmediatamente! Pues sí, yo…

Y así formamos el primer equipo de fútbol femenino de la historia del Cervantes y, casi que de Monóvar, porque a la par se comenzó a gestar también el primer equipo del Colegio Público Azorín.

Ahora tocaba aprender. Buscar a alguien que nos enseñara TODO, desde correr moviendo el balón con los pies, hasta las reglas de ese deporte. ¡Menos mal que siempre contamos con aliados! Lástima que no recuerde el nombre del compañero de unos cursos superiores, no sé si 7º u 8º que inmediatamente se ofreció desinteresadamente a enseñarnos y entrenarnos. ¡Menuda paciencia le imprimía a la tarea!

Recuerdo que me puso a jugar de delantera-centro, tras las explicaciones oportunas sobre el rol que se adopta desde esa posición del terreno de juego También es cierto que en un momento determinado me tuvo que explicar que, con independencia de que mi espacio de juego estaba “delimitado” a un área determinada, si veía que el balón estaba cerca de donde yo estuviera, me podía salir de mi “área” para contribuir a que la pelota siguiera avanzando hasta la portería del equipo contrario y no se quedara ahí sola vagando.

¡Menudos entrenamientos! Esas tardes en la pista -la única- del colegio. Con abuelos que nos miraban entrenar desde la calle igual que cuando vigilan las obras públicas.

Así andábamos cuando llega la propuesta del primer partido de “inauguración” de una liguilla chiquitilla entre nosotras mismas para ir agarrando oficio en eso de las competiciones. ¡Madre mía! Yo no recuerdo haber tenido tantos nervios antes de un acontecimiento que tuviera que ver conmigo o en el que yo estuviera implicada de una u otra forma. Eso era temblar y lo demás son cuentos. Sinceramente, a día de hoy no recuerdo ni el resultado de ese partido. Solo sé que nos apañamos camisetas rojas y unos “shorts” que las niñas comenzamos a usar ese año porque estaban de moda. Casualmente tenía yo mi súper camiseta del Barrio Borrasca a juego con los shorts que me compró mi madre después de mucho rogarle.

Pero la culminación de mi-nuestra carrera como futbolistas fue cuando nos propusieron jugar un partido un sábado por la mañana contra el también recién constituido equipo del Azorín. Entrenamos duro para poder estar a la altura de las circunstancias porque, además, iba a asistir público para vernos jugar. Llegó el día “D”, subimos a la otra punta del pueblo, jugamos, perdimos -mi equipo, se entiende-, pero os puedo decir que la autoestima la elevamos a la enésima potencia. Agarramos un poderío como niñas que podría utilizar para explicar el significado de la palabra “empoderamiento”.

Ahora ya nadie se cuestiona si las niñas pueden jugar al fútbol o no. Ahora estamos en otra batalla: en la visibilización, reconocimiento y equiparación del fútbol femenino y el fútbol masculino hasta que se logre visualizar a ambos sexos cada vez se mencione ese deporte. Ahora estamos en la tesitura de lograr que no se adjudique la palabra “futbol” al deporte jugado por niños-hombres y haya que añadir el adjetivo “femenino” si queremos referirnos al mismo deporte, pero jugado por niñas-mujeres.

Y este es mi primer recuerdo “militante feminista inconsciente”. Seguro que hay algún otro y antes de esa fecha, por supuesto. Seguiré pensando a ver si me topo con él. Creo que es importante vernos reflejadas en esos gestos propios para comprender que esto no es nuevo. Que somos el resultado de las mujeres que nos precedieron y de nosotras mismas y nuestra posición en el mundo y cómo afrontamos las situaciones. Coloquialmente creo que lo llaman algo así como “genio y figura hasta la sepultura”.

Isabel Galeote

jueves, 12 de diciembre de 2019

CLANDESTINO, MI PROGRAMA DE RADIO DEL DÍA 10/12/2019: CONVERSACIÓN CON ISIDORO MORENO NAVARRO, CATEDRÁTICO DE ANTROPOLOGÍA Y MIEMBRO DE ASAMBLEA DE ANDALUCÍA


Eleanor Roosvelt dijo: “En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. (...) Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano”. Nos preocupan los derechos humanos de las andaluzas y los andaluces y, como hacemos siempre, desde Andalucía pedimos que se luche por proteger y garantizar el acceso a los derechos humanos a todo el pueblo andaluz, y a aquellas personas que, por un motivo u otro, se encuentren en Andalucía, aunque sea temporalmente. Mientras están aquí, con nosotras y nosotros, son tan andaluzas y andaluces como tú y yo.

En Andalucía, hablar de derechos sociales, derechos humanos, y defensa del pueblo andaluz desde siempre, es hablar de lo mismo, así como hablar de la misma persona. Si tuviera que explicaros quién es nuestro invitado de hoy a aquellas personas que nos escuchan y no lo conocen, podría limitarme a hacer lo que voy a hacer ahora, que es hablar un poquito de qué ha hecho y hace en Andalucía y desde Andalucía, por los pueblos y la humanidad; pero más allá, os invito a que, indaguéis en su trayectoria y leáis sus trabajos para comprender el alcance de su aportación. Él es, catedrático en Antropología Social y Cultural, investigador y divulgador sevillano. Ha dedicado buena parte de su vida a estudiar la identidad del pueblo andaluz, unos estudios a través de los cuales se ha centrado por el patrimonio, la reforma agraria y los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Su labor divulgadora y de investigación ha sido premiada y reconocida, por ser uno de los mejores conocedores a nivel nacional e internacional de la cultura y sociedad andaluza. Desde siempre destacó su compromiso y militancia en la lucha contra la dictadura franquista, lo que le llevó a ser represaliado en diferentes ocasiones. Fue uno de los firmantes, como Secretario General del Partido del Trabajo de Andalucía, del Pacto Autonómico de Antequera de 1978. Asimismo, fue un gran impulsor del movimiento para la obtención de la autonomía andaluza por la vía del artículo 151. Y desde siempre ha defendido la identidad andaluza y los derechos humanos. Él es Isidoro Moreno Navarro.

Todo acompañado de excelente música, de la que les dejo aquí el enlace directo a los vídeos para que puedan escucharlos al completo.

"LA LEYENDA DEL TIEMPO"
(Enrique Morente)


"VERDE, BLANCA Y VERDE"
(Carlos Cano)

Para escuchar el programa de radio, solo tienen que pinchar en este enlace o en la columna de la derecha en el iVoox de CLANDESTINO



miércoles, 4 de diciembre de 2019

UN 4 DE DICIEMBRE CON PERROS Y PERRAS BAILANDO AL SON DEL GRAZNIDO DE UNA GAVIOTA


“Era un 4 de diciembre
cuando tomamos la calle,
era un 4 de diciembre
cuando dijimos que verde y blanca
era nuestra sangre.

Andaluces levantaos,

desde el trigo hasta la mar,
un 4 de diciembre
luchamos por nuestra gente,
los pueblos y la humanidad”.

Es 4 de diciembre. Tal día como hoy, hace 42 años, Andalucía entera se echó a la calle a reivindicar nuestra autonomía. Al calor y color de miles de banderas blancas y verdes, los andaluces y las andaluzas llenaron las avenidas de las capitales de las ocho provincias. También las de Barcelona, donde los miles de expulsados de esta tierra por la pobreza secular a la que nos sometieron los fascistas, acompañaron con sus gritos a sus hermanos y hermanas del sur.
¡Ay, el sur… los sures! Ese que aprendimos a amar, añorar y defender desde la lejanía, porque nuestros padres, esos que tuvieron que salir dejando su corazón atrás, así nos lo enseñaron. Sí, se gritó alto y claro que éramos y somos una comunidad histórica, un pueblo digno que no quisimos ni queremos hincar la rodilla en tierra ante nadie. Andalucía ganó el 151 para sí, para los pueblos y para la humanidad.
Un 4 de diciembre tiñó de rojo sangre, que no de rojo gualda, las calles de Málaga. Segaron la vida de Manuel José García Caparrós con una bala asesina del régimen. Este joven sindicalista solo quería colocar la arbonaida, nuestra bandera, en el lugar que se merecía. Un acto valiente cargado de simbolismo por el que tuvo que pagar un tributo muy alto. 18 años, su vida entera le arrebató el fascismo, ese que se resistía a retirar sus asquerosas zarpas de su presa: Andalucía.
Resistencia es lo que hemos encontrado durante todos estos años. Resistencias que no se han combatido bien. Resistencias que arrojan a la luz, ahora, a gentes malparidas que no reconocen a Caparrós como un andaluz ilustre. Que quisieran echar tierra sobre su memoria, la misma que cubre y sepulta miles de vidas tronchadas y escondidas en las cunetas. Miserables que sólo saben regurgitar lo que les corroe por las entrañas: mierda en forma de chanza y provocación. Gente canalla y mezquina que, arropada por yugos y flechas; envalentonada por las pantallas modernas que esconden y resguardan su cobardía, se atreven a mencionar a Lorca queriendo volver del revés lo que es por derecho. A Lorca y a Caparrós los asesinó la misma bala. Los consagró como andaluces ilustres el mismo régimen, porque los dos lucharon por lo mismo, por una Andalucía libre de señoritos terratenientes y de perros y perras que bailan al son del graznido de una gaviota. También en mi pueblo, como no podía ser de otra manera.
¡Viva Andalucía libre y soberana!
Isabel Galeote

Imagen: entierro de José Manuel García Caparrós. Un padre destrozado que le sobrevivió solo cuatro años. Su mujer le tomó delantera rota por el dolor. Murió dos años después del asesinato de su hijo.

martes, 3 de diciembre de 2019

CLANDESTINO, MI PROGRAMA DE RADIO DEL DÍA 03/12/2019: CONVERSACIÓN CON MARÍA MÉNDEZ DESDE COLOMBIA


Las mujeres defensoras de los derechos humanos hacen el mismo trabajo que sus contrapartes masculinas y enfrentan los mismos desafíos y amenazas como resultado de su trabajo. Sin embargo, las mujeres enfrentan obstáculos adicionales y amenazas por el hecho de ser mujer. En muchas sociedades, no se espera que las mujeres alcen su voz y desafíen al status quo. Las mujeres defensoras de los derechos humanos son amenazadas, estigmatizadas, marginadas socialmente y cosas peores, no solo por defender los derechos de otras personas, sino porque son mujeres haciendo ese trabajo. En Colombia, las defensoras sufren de una presión y discriminación adicional por su género y porque le ponen el cuerpo haciendo frente a situaciones de injusticia social y política ya seculares. Las mujeres nativas, afrodescendientes y las mujeres en zonas rurales son quienes están más en riesgo.

Por otro lado, el silencio e invisibilización de las violencias contra las mujeres en la vida cotidiana, se exacerba en el marco de un conflicto armado. Un conflicto armado intensifica la violación de los derechos humanos. Hoy, CLANDESTINO viaja hasta la capital de Colombia para conversar con una mujer muy potente que nos puede arrojar mucha luz sobre lo que sucede en este país en un conflicto en el que, como siempre, pierde el pueblo, y lo va a hacer desde un momento convulso, uno más en su matria, pero también en otros países de Latinoamérica. Nos acompaña María Méndez. Ella es comunicadora social, militante del partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Ha sido líder sindical y agraria en el Sindicato de Pequeños Agricultores de Cundimarca, filial de FENSUAGRO, estando al frente de la Secretaría de Derechos Humanos. Es defensora de DDHH de presos políticos. Fue la presidenta de la Fundación Colombia Soberana y en su vida revolucionaria ha desarrollado trabajos en el ámbito de la educación, la organización y comunicación, lo que se conoce como “agitación y propaganda”. Además de ello, desde el año 2013 está involucrada en proyectos de “Pedagogías de la Paz”.

Todo acompañado de excelente música, de la que les dejo aquí el enlace directo a los vídeos para que puedan escucharla al completo.


"MENSAJE FARIANO"
(Julián Conrado)


"ARANDO LA PAZ. HOMENAJE A MANUEL MARULANDA"
(Julián Conrado)

Para escuchar el programa de radio, solo tienen que pinchar en este enlace o en la columna de la derecha en el iVoox de CLANDESTINO.