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domingo, 24 de mayo de 2009

INMORTAL, RESISTENTE Y APASIONADO BENEDETTI


Mi pequeño homenaje a Mario Benedetti
Isabel Galeote Marhuenda

En otros tiempos creí, por fin, conocer la diferencia entre lo real y lo imaginario. Eso fue hasta que él tocó mi corazón, cuando Olga me habló del poeta uruguayo, en Córdoba, junto a mi otro gran amigo, también desaparecido, David Luque. Lo descubrí como poeta y después lo leí como ensayista, novelista y cuentista. A partir de ahí me perdí en los vericuetos de la magia, del estremecimiento, siempre saltando la línea, atravesando el espejo. A veces allá y otras acá, llevando y trayendo mi vida en una suerte de limbo, sin saber qué me depararía el futuro y sin siquiera poder definir en qué situación me encontraba en el presente, y es que la vida es tan parecida a los sueños que es difícil saber dónde empieza la una y terminan los otros. Maravillosamente, sin dejar del todo el limbo, y a juzgar por los acontecimientos de los últimos años en todos los aspectos que me significaban, pero destacando unos sobre otros, como diría aquél “a juzgar por las crónicas del día”, fui a remirar con mis ojos de ver en el paraíso literario de mis amores platónicos, entre los que se encontraba Mario. Heme pues ahí leyendo y releyendo a Saramago, Eduardo Galeano, Mario Benedetti y viendo las películas de Federico Luppi, mis cuatro grandes amores platónicos que no me enseñaban la vida pero me ayudaban a comprenderla a través de sus palabras, hasta sorprenderme yo misma de las cosas que puedo llegar a concluir después de desvelos y vagar por un mundo de realidades, aunque sean mágicas. Y es que me miré en Platón para cultivar el amor por las ideas, de ahí, que aun como expresión imprecisa del lenguaje popular, yo también me refiera al tipo de amor que le tengo a estos hombres como platónico al concederle más importancia a su espíritu y a su inteligencia que a cualquier otro aspecto que los caracterice. Las ideas son entes perfectos que están allá lejos, con ellos y a veces conmigo a un lado y al otro del espejo, concediéndome el privilegio de no tener que ustedearme con ninguno de ellos.

Es bueno amanecer un día y que de pronto todo lo vivido desemboque como por arte de magia en un continuose del empezose feliz. Si acaso fuera Alicia y estuviera viviendo un cuento podría ser posible que esto suceda así, pero me temo que en estos días no estoy en el país de las maravillas, que no he atravesado el espejo, o sí…., ya se sabe, todo depende del cristal con que se mire o de la narradora que nos cuenta qué sucede como si no fuese yo misma la protagonista del dolor que supone la pérdida física de alguien a quien se ha aprendido a amar a través de sus palabras.

Intento consolarme diciendo que no desaparecen las personas que dejan un legado detrás de sí, pero también me desborda la idea de terminar de leer todo su legado y no poder encontrar más cosas al final de la lectura.

Quiero demostrar de alguna forma mi pesar por no poder seguir escuchando a este hombre tranquilo, tímido, vitalista, sensato, cordial, amable, absolutamente insobornable y comprometido con su tiempo y con las personas y otros calificativos más que no son necesarios decir. La única manera que conozco es transcribiendo uno de sus poemas, mi poesía emblemática, la que llevo siempre conmigo, mi padrenuestro de cada día:

NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpadospesados
como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

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