Por Isabel Galeote Marhuenda
Esto es España y el Régimen del 78 a escala local. Dignos herederos.
Más que nunca, es clave revisar de forma crítica cómo (nos) informamos. Cómo nos cuentan el relato, sobre todo si éste está sustentado sobre mentiras y sobre injusticias y violaciones de los derechos humanos y los derechos de la clase trabajadora. Hacer juicios de valor (insultos incluidos) basados en intereses personales y de bajos fondos con prácticas políticas y de "sindicato vertical" cuasi mafiosas, para tapar tropelías y pésimas gestiones de la cosa pública y de sus amistades peligrosas, te harán culpabilizar a las víctimas y defender a las y los victimarios. Eso sí, conmueve profundamente y causa un gran dolor o tristeza. Eso sí es verdaderamente penoso, lamentable y ridículo. Lo que algunos y algunas llaman "patético".
Ya lo advertía Malcolm X: "Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido".
Malcolm era consciente de la labor de los medios de comunicación en crear normalidad de situaciones injustas y en la labor de invisibilidad parcial de los de abajo. Una vez borrado el contexto y la situación real, es relativamente fácil aislar elementos y presentarlos como objetivo a odiar o perseguir. Obviamente, teniendo en cuenta que lo asesinaron el 21 de febrero de 1965, hubiera ampliado la sentencia, sin lugar a dudas, incluyendo las redes digitales.
Toda acción, hecho o realidad está entrelazado y prosigue una concatenación que, de seguirla, nos lleva a la raíz de cualquier problemática. Y son esas raíces que provienen de una semilla las que continuamente son distorsionadas o directamente ocultadas por los que las siembran. Y hay que decir que quienes las siembran son los mismos y las mismas (o amigas y amigos) de los que controlan a los grupos y jaurías.
Lo cierto es que, al final, esas gentes que tienen intereses y basura suficientemente escandalosa debajo de las alfombras como para obligarse a tapar sus vergüenzas a como dé lugar, terminarán firmando alianzas con caciques y fascistas para intentar marcar la agenda de lo que se dice, de lo que se habla, de lo que se hace, lo que se debe hacer y decir y lo que no se debe hacer ni decir. Y siempre lo hacen (y siempre lo harán) dejando en segundo plano, o simplemente sin tocar, elementos fundamentales que provocaron y dejaron sin arreglar sea cual sea el accionar del oprimido. Funcionar en relación a esas consignas cargadas de mentiras y manipulaciones es funcionar en relación a los intereses del opresor. Y es bastante preocupante funcionar por el qué dirán, porque eso da por hecho que se piensa que hay opción a que digan algo que te favorezca como si fueran neutrales cuando nunca será así. Ya que ellos están en su posición de fortaleza precisamente por no favorecer a los de abajo. Y bajo ningún concepto la quieren perder. Harán lo que tengan que hacer para mantenerse y mantener sus privilegios de burgueses, aunque su estética (que no su ética) proyecte una imagen equivocada.
El caso más clásico y repetido hasta la depauperación es el del oprimido que es apartado y señalado por lo que dice y hace, y que en un intento de romper esa barrera cambia lo que dice y hace para ganar un espacio ahí hasta que se convierte en inofensivo. El otro caso más clásico y repetido hasta la extenuación, es el de la persona oprimida que, aun siendo apartada, marcada y vilipendiada por señalar y denunciar las prácticas cuasi mafiosas, vergüenzas incluidas de los herederos del Régimen del 78, no claudica y se mantiene firme, le caiga lo que le caiga encima. Ahora tú elige cómo quieres que te recuerden.
Pero volviendo al manejo de los medios, de las redes, de las consignas y de los grupos, esto ha impregnado diferentes planos: político, social, económico, publicitario, sindical, etc. En esencia cumple en la llamada “democracia” el papel de reemplazo de la “plaza pública” de antaño, el lugar para conocer las opiniones e ideas de la ciudadanía y del pueblo, pero en sociedades complejas como las actuales, ese “espacio público” que debería ser neutral, nunca lo ha sido, es manipulado. Los grupos de poder son los que deciden los actores válidos y las opiniones validas en función de sus concepciones de vida y sus necesidades espurias y bastardas y con eso “se dedican a formar opinión pública”.
Hoy en día, una de las frases más recordadas de Malcolm X se ha vuelto inquietante porque, aunque estéis prevenidos y prevenidas ante los medios de comunicación y las redes, os harán depender del opresor y de sus cómplices... y defenderles mediante acciones "solidarias" inmediatas para seguir formando parte del rebaño, de ese al que luego le dedicáis poesías, cantadas o no. Pura y completa contradicción que quedará para la posteridad.