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martes, 27 de octubre de 2009

ALGUNAS IDEAS EN TORNO A NUESTRA COOPERACIÓN Y SOLIDARIDAD CON PALESTINA


Alvar Cera
El Col·lectiu
Col·lectio d'Estudis sobre Cooperació i Desenvolupament
Revista Pueblos. Viernes 25 de abril de 2008

Fotografía tomada el día 15 de octubre de 2009
Isabel Galeote. Asentamiento judío en Palestina que sigue ampliándose. Campos de olivos de los campesinos palestinos que no van a poder cosechar este año.


La cooperación con Palestina es política o no es. Como en todos los objetos de cooperación. Pero en pocos conflictos, la solución a las miserables condiciones de vida de quienes sufren tiene una solución tan clara, política, paralela a los instrumentos de la cooperación tradicional, que incluso pueden entrar en abierta contradicción con las necesidades y decisiones políticas expresadas por los habitantes de un territorio y las organizaciones de su sociedad civil. ¿Está sucediendo eso en estos momentos respecto a la cooperación de nuestro país con Palestina? ¿Se contradice con lo que los palestinos piden?
La situación en Palestina es tan clara que, de evidente, deviene imposible de solucionarse en el corto plazo. Se trataría de tomar una decisión: forzar a Israel a que termine con la ocupación. Palestina está en el centro. De la política, de los corazones y de la desigualdad del poder. La razón no tiene más fuerza que la moral, que no es poca. Mientras tanto, la fuerza arrasa. Encarcela, expulsa, asesina y asfixia ante el silencio cómplice de la comunidad internacional, que sólo responde con palabras. Nosotros en vez de correr a colaborar con acciones, tal y como ellos nos reclaman, nos regodeamos en nuestro conocimiento del conflicto y nuestros análisis estratégicos mientras continuamos con la inercia que nos justifica como cooperantes y/o activistas pero de nada sirve a quienes queremos ayudar..

Desde hace ya un tiempo, largo y frustrante, sabemos lo que tenemos que hacer, lo que nos toca y no hacemos, con la consecuencia inmediata de que la ola de solidaridad natural que despierta una de tantas causas justas, y siendo esta, especialmente, la más comunicada, se traduce, limita y agota en sí misma. Convertida en conciliábulo de iniciados, repeticiones continuas de elementos recurrentes en diversas formulaciones y variaciones marginales que al final sólo sirven para justificar desembolsos económicos progresivamente mayores de las administraciones que a esto se dedican. Pero no inciden en la solución de los problemas a los que se dirigen.

Todo lo que tiene que ver con Palestina ha generado tendencias esperanzadoras (nunca podemos negarlas) y efectos perversos.

Entre las obviedades por todos reconocidas se encuentra en la cabeza de león, -como piedra angular de la cooperación del Estado español con Palestina- que los palestinos tienen razón en sus reclamaciones de libertad e independencia. La ocupación militar se encuentra fuera de debate, la injusticia de la represión satura en su reconocimiento popular e incluso la erudición sobre las raíces del conflicto es generalizada. Incluso en breve, el público tendrá claro, a partir de la publicación de libros de Ilan Pappé, por poner un ejemplo, que los términos de referencia son limpieza étnica y crímenes contra la humanidad al escuchar la palabra Israel.

Millones de euros de nuestros impuestos salen cada año hacia allí. En una cantidad que sistemáticamente aumenta y debemos alegrarnos por ello. El nuestro es un país solidario. Y viviendo donde vivimos, tenemos claro el ejemplo de quienes hace ya décadas identificaron la causa que en nuestro país se dirimía entre la libertad y la tiranía y viajaron aquí para sumarse a nuestra lucha. La causa Palestina adquiere la misma dimensión ética y política que en su momento tuvo la lucha que aquí se perdió. Ha cambiado el contexto. Han pasado los años y las estrategias, disponibilidades y peticiones internacionales de quienes legítimamente luchan contra la tiranía ya no pasan por los instrumentos que aquí se utilizaron. Ya no pasan por pedirnos a los extranjeros que nos sumemos a la resistencia armada. Pero sí pasan porque utilicemos todas nuestras armas, en el ámbito civil y social, para luchar contra ellos desde nuestros países y nuestras realidades. Se habla de resistencia Palestina. Y de resistencia internacional conjunta. De resistencia civil activa. De internacionalismo.

A partir de este punto, sólo podemos reconocer que desde hace años, todos los que trabajamos en torno a Palestina nos revolvemos (plural inclusivo) en un bucle de autoconvencimiento y autosostenimiento de nuestras ideas propias al respecto que, probablemente, le hace un flaco favor a los palestinos mientras nos mantiene en nuestras cómodas posiciones, laborales para unos, políticas para otros. Muy cómodas. Pero pasivas en cuanto sólo contribuyen relativamente a la resolución con justicia de un conflicto que hay que dejar de denominar así. Del conflicto a la limpieza étnica, el apartheid y en palabras de algún ministro israelí, el holocausto de los palestinos. Frente a ellos resistencia. No hay otra opción. En esta situación, sólo queda la lucha.

La lucha Palestina y el apoyo que recibe. Un ejemplo desde la cooperación

Pongamos un ejemplo concreto de cómo las mejores tendencias pueden pervertirse: la sociedad Palestina se autoorganiza y comienza a resistir a través de una vía que no es la tradicional. Más allá de sus éxitos o fracasos sobre el terreno consiguen que ese modelo de resistencia capte la atención mediática y llegue a los círculos de entendidos que, desde la estructura de sus organizaciones con necesidad de un flujo constante de ingresos, andan a la caza de nuevos proyectos y contrapartes con los que incrementar su volumen de negocio. Sumémosle que la novedad del instrumento de resistencia surge en un momento en que la piedra y la cooperación tradicional están de capa caída y es necesario encontrar procesos de construcción social en consonancia con las nuevas tendencias verbales de nuestro gobierno y sus instrumentos de cooperación.

De construir pozos de agua a apoyar su resistencia. Alguien desde nuestro país, que lleva tiempo plantando té y haciendo volar palomas torcaces, decide que es hora de abordar su proceso de internacionalización. Y no sólo eso sino que decide que las palomas torcaces son el mejor instrumento para evadirse de la persecución del halcón. Pero sus años de experiencia le dicen que el té se toma sin azúcar y la paloma debe ser torcaz. Llega a Palestina, donde sí, se toma té, pero con azúcar. Mucho azúcar. Y la paloma levanta el vuelo. Pero con sus especifidades, no es torcaz. Porque la paloma torcaz es europea, no árabe. En una situación donde la necesidad y la profesionalización se suman para desalamabrar voluntades y las soluciones individuales continúan sustituyendo a los procesos colectivos, el dinero europeo conseguirá en un breve período de tiempo que quienes servían el té y hacían volar palomas dejen de hacerlo, porque para que funcione correctamente, según asegura quien paga el refrigerio y el vuelo, es necesario que el té sea el mejor y la paloma más fuerte. Por tanto, nuestra cooperación ha evolucionado desde el agua a las palomas y el té, lo cual puede presentarse como altamente positivo- Pero se limita a enseñar a preparar un té que no se corresponde con el punto de consumo y a enseñar a volar a un animal que se perderá ante la falta de vegetación. Pueden pasar años antes de que se comprenda. Pero en la búsqueda del sabor perfecto y el vuelo constante, habrán perdido el té y el palomar. Por más que justifiquen sus facturas y garanticen asistencia a sus seminarios. Se convierten los procesos naturales propios de los palestinos en reflexiones autocontenidas dirigidas desde el exterior sin relación con la realidad, o peor aún, que transforman la realidad en mera reflexión sobre la realidad en la dirección de alimento de interminables tertulias: estamos haciendo la revolución. Pero por el camino hemos conseguido que nazca muerta, no así nuestra meteórica carrera.

Tras el ejemplo de una organización concreta, es necesario explorar los de las redes y plataformas que tratan de coordinar sus esfuerzos. Un trabajo uniforme, inequívoco y continuado, presiona en la dirección adecuada y cuando 20 organizaciones, por poner un ejemplo, afirman compartir análisis y objetivos, es necesaria su plasmación pública y directa, su transformación en mensaje y presión directa ante el gobierno: A veces surgen ventanas de oportunidad que permiten coordinarse en la dirección correcta, y puntos de confluencia políticos en los que las organizaciones de cooperación tradicional se suman a las más activistas y honestamente voluntariosas en el marco de la existencia de presupuesto. El paso definitivo parece estar a punto de darse. Siempre. Pero continúa sin darse. La conjunción de cooperación y activismo que se produce en ciertos espacios de coordinación es un elemento positivo. Pero a la hora de definir actividades es necesario saber quienes son los activistas, que no condicionan sus acciones y posicionamientos a la defensa de posiciones adquiridas y quienes son los que utilizando la palabra activista, se dedican a conseguir con ella una pátina de respeto hacia sus posiciones adquiridas, políticas y económicas. Es muy fácil.

Y cuando se dan los pasos, alguien interviene para frenarlos

De la comodidad de nuestras posiciones teóricas al paso adelante, de la teoría a la acción, de la solidaridad a la coordinación práctica. Pero ante el movimiento de futuro, surge la tendencia de freno, el miedo conservador, la manipulación y la amenaza velada, el poder político que anula la capacidad de la sociedad civil para organizarse. Las posiciones a mantener por encima de todo. Demasiado dinero en juego, demasiada visibilidad de la iniciativa al tiempo que la oscura y cerrada gestión del proceso en un esquema de organización con demasiados niveles superpuestos de control y balance que sólo podían demostrar oscuros compromisos privados previos, falta de transparencia y miedo.

Todos estos factores dieron al traste con la posibilidad efectiva, que existía en diciembre de 2007, de sumarse a un nuevo esfuerzo de resistencia con los palestinos, de sumarse a la que pudo ser la iniciativa más poderosa de la sociedad civil de nuestro país en la resistencia al Apartheid israelí. Pero aún no se entiende quien y porqué los gestionó, de dónde surgió la iniciativa, quien la impulsó y con qué detonante para que la financiación se hiciese efectiva y a posteriori la dinamitase. Frente a las convocatorias públicas a las que todos tienen acceso, frente a las convocatorias laborales con procesos de selección abiertos, somos testigos de cómo grupúsculos ciertamente oscuros generan procesos que, de tanto que animan, recogen la ilusión mayoritaria del movimiento social organizado y posteriormente los entregan para ser dinamitados de manera vertical, desde arriba.

Como se demostró en los lamentables hechos que acompañaron a la celebración en Madrid, en diciembre de 2007 del no-foro por una Paz Justa en Oriente Medio nuestras posiciones no sólo son cómodas y han dejado de serles útiles a los palestinos sino que han demostrado que nuestros esfuerzos como sociedad civil son permeables y frágiles ante las intervenciones gubernamentales, que, obviamente preocupadas por el consenso en la solidaridad y coordinación que comienza a mostrarse, deciden intervenir para sembrar la duda, desarticular y anular en la medida de sus posibilidades, que son muchas. Recordemos un ejemplo que allí se vivió para entender la lógica del doble discurso de muchas organizaciones: todo el mundo habla del no-foro. Recordemos, no obstante, que mientras los participantes hablaban y tomaban café, defraudados y enfadados por la suspensión y boicot del evento, dos organizaciones decidieron celebrar sus seminarios. Esas dos organizaciones no boicotearon el Foro. No todo el mundo boicoteó el foro. Hubo personas dispuestas a seguir adelante pese a lo que sucedía.

Más allá de la ingerencia gubernamental a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, la Embajada de Israel a través de la Casa Sefarad y oscuros elementos disfrazados de activistas, responsables de ciertas organizaciones y políticos de izquierda, que en aquellos nefastos días trabajaron para reventar el Foro, es lamentable que meses después aún debamos utilizar “oscuros elementos” para referirnos a los responsables ya que nadie ha asumido responsabilidades por lo que allí sucedió desde el punto de vista de la manipulación política y desde el punto de vista del despilfarro económico. Si mañana se retoma el trabajo -que afortunadamente nunca ha dejado de existir- de concertación con la sociedad civil Palestina que en Madrid trató de romperse ¿cómo sabemos quien debe quedarse fuera si no conocemos los nombres de los responsables de aquel lamentable fiasco?. ¿A quien se protege con el silencio?. ¿Qué garantía tenemos de que no vuelva a suceder?

Conocimiento del proceso político en Palestina. Conocimiento y confianza de las contrapartes. Tiempo de experiencia en el movimiento. Pertenencia a redes y organizaciones, posicionamiento interno en los sucesivos y eternos conflictos que surgen, políticos muchas veces, personales otras, siempre los más graves estos últimos. ¿Existen alianzas que permiten que se corra un tupido velo sobre los sucedido en Madrid en Diciembre de 2007 de modo que, pese al error en el mejor de los casos o la complicidad en el peor, quienes reventaron el Foro puedan continuar paralizando la evolución del trabajo con Palestina?. Michael Warsawsky, del AIC de Jerusalén escribió “no será un foro lo que acabe con nosotros, lo prometo” mientras explicó lo que allí había pasado, señalando directamente a alguno de los responsables.

Estos son los parámetros en los que nos movemos quienes tratamos de actuar y coordinarnos. Pero no es suficiente comprenderlos, hay que retarlos. Es necesario pasar a la acción con los instrumentos civiles que están a nuestro alcance y dar dos pasos más. Uno que suponga limpiar el pasado a partir de lo sucedido en Madrid y otro que permita la evolución del discurso que utilizamos.

La transformación

La cooperación con Palestina debe transformarse y debemos transformarnos nosotros con ella. Flaco favor le harán a la causa Palestina quienes sigan anclados en que su cooperación con Palestina es producto de militancias políticas o sindicales que limitan su permeabilidad a cambiar de posición. No es incompatible la doble militancia, pero todos conocemos los inconvenientes, divisiones y fracturas que esto ha provocado. Es necesario huir del mantenimiento de posiciones laborales enquistadas y eternizadas a costa de un conflicto o de ascensiones profesionales meteóricas debido a la implicación en la zona más convulsa del plantea y, lamentablemente debido a ello, atractiva desde el punto de vista de la comunicación y la cooperación entendida como plataforma amplificadora de movimientos políticos internos y carreras profesionales privadas.

Las organizaciones de la sociedad civil Palestina nos han demostrado que ellos si lo tienen claro y no sólo lo tienen claro sino que nos invitan a sumarnos a su iniciativa. A utilizar nuestro instrumento más poderoso, la resistencia civil en Europa como denuncia política e instrumento de presión contra quien desarrolla su lenta pero firme limpieza étnica. Nos han dicho que saben cómo luchar contra Israel y nos han indicado también el camino a seguir como organizaciones de solidaridad en nuestros países. Debemos concentrar nuestras fuerzas y presionar en una dirección clara y expresada por ellos mismos: el boicot al estado de apartheid de Israel tal y como en su día se boicoteó al estado de Apartheid sudafricano. Ahí está el paso a dar. Nominalmente identificado por muchos. Paralizado en la práctica por lo que nos afecta en tanto organizaciones y personas que vivimos de este trabajo con financiación pública. Financiación proveniente de gobiernos que bajo ningún concepto han llegado al momento en que comprendan un boicot que, por otra parte, tiene que ser ciudadano ante todo.

En 2005, con motivo del primer aniversario de la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia que declaraba que el Muro de segregación es ilegal, debe ser derribado y las personas afectadas deben ser indemnizadas, la sociedad civil Palestina efectuó un llamamiento al Boicot, desinversiones y sanciones contra el Estado de Israel en todas sus formas, culturales, económicas, políticas y deportivas. Desde entonces lo ha reiterado insistentemente en cada ocasión que ha estado a su alcance y en estos momentos, cuando nos enfrentamos a la celebración del 60 aniversario de la proclamación del Estado de Israel la ha actualizado.

La contradicción

Veo que faltan nuestras firmas, todas a la vez, las de las organizaciones españolas que trabajan en Palestina apoyando el boicot que la campaña palestina ha colgado de su web y lanza al mundo. Una de las contradicciones, quizás la más definitiva, entre los elementos de la cooperación tradicional que se utilizan desde España en la causa palestina y el llamamiento al boicot realizado por las organizaciones de la sociedad civil palestina surge cuando nos damos cuenta de que desde hace años, muchos de nosotros, hemos tratado de adaptarnos a la realidad impuesta por el ejército ocupante a la hora de desarrollar nuestro trabajo. No se trata de una acusación sino de una constatación: toda organización extranjera que trabaje en Palestina lo hace frente al riesgo continuo de la expulsión del territorio por parte del estado ocupante, cosa que por el momento no ha sucedido. No provocar al ocupante, mentir, si hace falta, en los objetivos del trabajo, y a partir de ahí, adoptar el perfil más bajo posible. Es mucho lo que las organizaciones se juegan. Pero mientras siguen y siguen trabajando con esos parámetros, la imagen que se transmite es: nuestro país colabora, la situación es igual al resto de países, hay problemas, es complejo, y ya están ellos haciendo lo que se puede hacer. Tras la autocensura en el trabajo, provocada por la ocupación, la de los cuartos. Toda organización que trabaje en Palestina se debe a quien la financia y debe aprobar los objetivos de cada una de sus actividades so pena de recorte de la financiación, que conllevaría posterior pérdida de empleo por parte de personas que sólo saben hacer esto, porque son esto.

Hasta donde sabemos, ninguna organización española ha sido expulsada de Palestina por Israel, pese a que les encantaría poder hacerlo. ¿Y por qué esto no ha sido así? Porque a nuestro gobierno aún le quedan elementos de negociación con las autoridades israelíes que mantienen la situación dentro de un proceso de intercambio en el que, entre otros muchos acuerdos y componendas, se mantiene la cooperación tradicional pero no se dan los pasos políticos que, propuestos por las contrapartes palestinas, desde la cooperación se sugieren y la justicia requiere. Los palestinos piden e indican, desde aquí se afirma y asiente para posteriormente explicar que eso no es posible. Si bien la tendencia puede estar muy próxima a cambiar.

Hemos llegado a un punto en el cual, el modelo de pagar por construir elementos que inmediatamente serán destruidos por el ejército ocupante ha alcanzado niveles de paroxismo tal que lógicamente, sin abandonar esta opción, se ha pasado a privilegiar los procesos de construcción social e incluso proyectos de la así llamada construcción de paz que se acercan peligrosamente a la línea roja que Israel marca como punto de retorno para organizaciones y personas a las que permite trabajar en los territorios que ilegalmente ocupa.

Llegados a este momento, las organizaciones que desean profundizar en su relación con la causa Palestina y avanzar en su consecución tiene que encontrar, pese a la incomodidad práctica, en lo económico y lo laboral, evidente que ello provoca, el modo de vincular su trabajo y posicionamiento a una doble dimensión: responder a las peticiones que surgen desde el terreno y presionar a nuestro gobierno en la misma dirección. Esa dirección es, definitivamente sumarse activamente y apoyar el Boicot, desinversiones y sanciones al Estado de Israel. Se trata de una campaña civil, mayoritariamente apoyada en Palestina y que nos dirige en nuestra acción de solidaridad como individuos, organizaciones y redes de solidaridad. Es inexcusable su apoyo.

Las consecuencias a corto plazo son evidentemente incómodas. De ahí mi inicial descripción de la situación actual como cómoda. Hasta ahora, todo nuestro trabajo ha estado dirigido por la discreción necesaria ante la intimidación del ocupante. Los relatos de interrogatorios, humillaciones y entradas denegadas al territorio palestino hacia algunas de las personas que allí trabajan o tratan de hacerlo son ya numerosos y conocidos. El aeropuerto de Ben Gurion y el Puente Allenby o el paso de Eretz en Gaza son pozos negros para el derecho por los que todos los cooperantes han pasado alguna vez. Y que, sin quererlo, limitan el nivel de compromiso, siempre cercano a la expulsión o la entrada denegada. Al fin del proyecto, del trabajo remunerado.

Las mentiras, retrasos e inconvenientes que quienes viajan allí deben abordar, siendo infinitamente menores a las que deben sufrir los palestinos, son absolutamente intolerables y es hora de exigir a nuestro gobierno que termine con la impunidad con la que las autoridades israelíes se comportan con quienes viajan desde España ya sea a trabajar, a mostrar su solidaridad con los palestinos o simplemente a informarse de la situación sobre el terreno.

La consabida carta de invitación y presentación emitida por el Consulado de España en Jerusalén es absolutamente inútil ante las autoridades israelíes y el mecanismo actual de coordinación entre las organizaciones y las autoridades diplomáticas españolas debe cambiar y terminar de una vez por todas con la situación existente. Los interrogatorios y registros, las mentiras y camuflaje como visitantes de la escena nocturna de Tel Aviv o como turistas religiosos deben terminar de una vez por todas. Nuestro gobierno debe sentarse definitivamente en la mesa y solucionar de una vez por todas un comportamiento inaceptable que dificulta y condiciona tremendamente la sinceridad en la solidaridad con Palestina.

Mucho me temo que la amenaza constante de suspender el trabajo de organizaciones y personas, impidiendo su entrada al país debido a sus posicionamiento respecto a la causa Palestina sea uno de los causantes de que la respuesta al llamamiento al Boicot emitido por las organizaciones palestinas sea tan escasa.

Es intolerable que la Embajada de España en Tel Aviv y el Ministerio de Asuntos Exteriores no haga nada respecto a la libertad de expresión y posicionamiento de los ciudadanos españoles ante las autoridades israelíes. Como propuesta de negociación para revertir esta realidad es hora de proponer que se apliquen por parte de nuestro gobierno las mismas medidas de presión sobre los ciudadanos israelíes que traten de visitar nuestro país. Es intolerable que se permita la presencia en aeropuertos españoles de agentes de seguridad israelíes que incluso impiden el embarque en suelo español de personas bajo la simple acusación de ser “demasiado amigos” de los palestinos mientras se permite la entrada en España de personas que son, en su calidad de miembros del ejército israelí en activo o la reserva eterna, o de la administración pública de ese país, son responsables de la comisión de crímenes por la humanidad en sentido amplio y de violaciones sistemáticas del derecho internacional, en sentido estricto. Ahí está la clave. Igualdad de trato para contribuir a restablecer la justicia. Aplicación de medidas equivalentes para comenzar a hablar. Todo encima de la mesa, sin negociaciones caso a caso debido a amiguismos políticos o contactos en las altas esferas ministeriales como sucede en la actualidad a través de espectáculos mediáticos que teóricamente posicionan en la solidaridad con Palestina y posteriormente revierten en el uso de esa credibilidad para fines privados. Libertad de acceso sin amenazas y sin establecer diferencias. Medidas de presión exigidas a nuestro gobierno para facilitar el acceso a la solidaridad en igualdad de condiciones.

Esta es sólo una de las medidas, posiblemente la más primaria, que permitiría comenzar a solucionar el dislate existente entre voluntad política expresada de avanzar en el compromiso con la causa Palestina y las realidades al alcance de las organizaciones e individuos que trabajan en este ámbito. Conseguida la plena libertad de movimientos en condiciones normales a través de la presión por parte de nuestro gobierno ante las autoridades israelíes, será mucho más fácil para el conjunto de las organizaciones e individuos de la solidaridad española con Palestina liberarse de los miedos y condicionamientos que frenan la convergencia entre deseo y realidad, entre peticiones de acción de los palestinos y realidades de actuación en nuestro país. La libertad de expresión ayudará a caminar en dirección a apoyar medidas en torno a la aplicación de un boicot efectivo al Estado de Israel y la cooperación con Palestina no sólo será definitivamente política sino que será políticamente correcta, sin los desvíos actuales, provocados por la comodidad y el miedo que generan el mantenimiento de determinados volúmenes de negocio y posiciones laborales bien pagadas.

¿Es este el motivo que impide la evolución política definitiva hacia posturas encaminadas al Boicot al Estado de Israel por parte de las organizaciones de nuestro país?. Prefiero terminar con una pregunta y equivocarme, pero en todo caso, se trata de un debate necesario.

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