Alexandra Villacís
lahaine.org
En las FARC-EP cerca del 40% de
combatientes son mujeres, las mismas que luchan por una sociedad nueva para
Colombia
La construcción de la paz con
justicia social en Colombia tiene serios enemigos. A la mafiosa oligarquía
liderada por Álvaro Uribe y sus secuaces como “Facho” Santos o Fernando
Londoño, a los politiqueros mediocres y frustrados como el alacrán de Andrés
Pastrana, a los militaristas como Juan Carlos Pinzón, hay que añadir la jauría
de mercenarios y sicarios de tinta que garrapatean en los periódicos y abogan
por la solución militar del conflicto que vive Colombia.
Mentira tras mentira contra la insurgencia colombiana
publican casi todos los diarios con el objetivo de generar una matriz de
opinión desfavorable a las FARC-EP entre la población.
Nada nuevo realmente. Es lo que ha hecho la prensa burguesa
todo un siempre, como instrumento de propaganda al servicio de la oligarquía
santanderista que malgobierna.
La lista de falsedades es innumerable y lo grave es que
pretenden hacerlas pasar como trabajos serios de investigación periodística.
Nada más falso.
Recientemente El Espectador publicó el resumen de un trabajo
de Mauricio Rubio, titulado: “No llores por Tanja, Colombia”, el mismo que fue
elaborado por el autor para la Fundación Ideas para la Paz, creada en 1999 por
un grupo de empresarios colombianos y que se financia con aportes de empresas
del país y extranjeras, así como por donaciones de gobiernos extranjeros y
agencias de cooperación internacional, tal como señala la página Web de esta
fundación.
¿Serán empresarios patriotas o de aquellos que defienden la “Seguridad Democrática ”
del uribismo y las políticas neoliberales? ¿Serán la USAID, la NED, la Fundación Heritage ,
la Fundación
Rockefeller , todas ellas ligadas a la CIA, sus auspiciadoras?
Lo cierto es que este trabajo de Mauricio Rubio evidencia
una total falta de rigor científico, de ética periodística y de investigación
profunda.
El pobre de Rubio pretende denigrar la figura de Tanja, “la
guerrillera holandesa” de las FARC-EP, a la vez que lanza su ponzoña contra la
organización revolucionaria a la que acusa de maltratar a las mujeres que la
integran.
Las pruebas que presenta son salidas de su sucia imaginación
misógina. En el trabajo no existe una sola entrevista realizada por el autor a
combatiente guerrilla alguna de las FARC-EP, como si lo han hecho periodistas
serios como el colombiano Jorge Enrique Botero o el sueco Dick Enmanuelson.
Desde su cómodo sillón de gacetillero, Rubio escribe un
libelo que sustenta con referencias de diversos libros y artículos, muchos de
los cuales forman parte de ese cúmulo de mentiras y falsificaciones que la
industria mediática publica para estigmatizar a las FARC-EP. Por otro lado, el
autor del mamotreto se apoya en supuestos “testimonios” de “desmovilizadas”, de
“exguerrilleras”, manera cómoda de encubrir su falta de fuentes reales,
operación que acostumbra a realizar el aparato de propaganda del Ejército
colombiano.
Rubio parece vivir en otro mundo
Dice con “sorpresa”, propia de un citadino que vive
cómodamente, seguramente en una casa o apartamento bien amoblado, rodeado de
comodidades: “Difícil entender cómo es que la pobreza empuja a los jóvenes a
ingresar a una organización a la que normalmente no les pagarán nada” (2013:
9).
Por supuesto que le es difícil comprender, puesto que no
conoce la Colombia profunda, donde la gente toma sopa de periódico para engañar
al estómago con la sensación de llenura mediante la ingestión de ese engrudo.
Su lógica mercantil, además, le impide entender que las condiciones materiales
de vida que lleva la gente pobre son la principal razón de la violencia en
Colombia y que esas personas pobres que se enrolan en la guerrilla, encuentran
en la insurgencia la manera de enfrentarse a esa cruda realidad, pero además
descubren el espacio político para desalienarse y adquirir conciencia de las
causas por las cuales treinta millones de colombianos viven en la miseria y de
los cuales 12 millones son indigentes.
No luchan porque les pagan un salario, señor Rubio, por
supuesto. Luchan por conciencia, lo que realmente le falta a usted que es quien
en verdad está adoctrinado por la ideología reaccionaria que representa y,
además, recibe sueldo por ello.
Rubio cae lo más bajo cuando afirma que en la guerrilla las
mujeres, fundamentalmente niñas y jóvenes, sirven para el disfrute sexual de
los comandantes guerrilleros. Esa es la acusación más repugnante y maliciosa.
No tiene sustento alguno. Pruebas no las tiene, solo, hay que insistir en esto,
“testimonios” de “excombatientes” y “exguerrilleras” utilizadas por el Ejército
colombiano para difundir sus mentiras.
Mauricio Rubio no llega a comprender que la liberación
social, implica la liberación sexual y que las dos dependen de la lucha contra
una sociedad caracterizada por ser patriarcal, falocéntrica y sexista, como es
la sociedad capitalista.
En las FARC-EP cerca del 40% de combatientes son mujeres,
las mismas que luchan conjuntamente con los hombres por una sociedad nueva para
Colombia. Es la sociedad
capitalista la que considera a la mujer como objeto sexual, la que ha
prostituido a la mujer en todos los niveles. Rubio no dice una palabra de la
prostitución de las mujeres en Colombia, de la trata de blancas, ni de las
niñas sirvientas en las casas de la clase media o de la oligarquía colombiana,
ni de las violaciones de niñas cometidas por el ejército colombiano y los
paramilitares. Pero si se atreve hacer aseveraciones sobre el papel de las
mujeres en la insurgencia.
Algunos datos que forman parte de un trabajo todavía inédito
de quien escribe este artículo, permiten comprender las falsedades de Rubio.
Uno de los temas en los que más énfasis pone falsimedia, es
que en las FARC las mujeres están obligadas a abortar.
Lo primero que hay que señalar es que las y los combatientes
farianos reciben, como parte de su formación, charlas sobre educación sexual,
en las que se abordan temas relacionados con la concepción y los métodos
anticonceptivos.
Las y los guerrilleros saben que el embarazo de una
compañera es responsabilidad de la pareja, el mismo que se debe evitar por las
circunstancias de la
guerra. Lo segundo que se debe indicar es que el aborto no es
obligatorio.
Pero bajo las condiciones del conflicto, es difícil que una
guerrillera que esté embarazada pueda realizar las actividades que dentro de la
insurgencia se realizan y que más adelante pueda, cuando nazca su hija o hijo,
vivir con ella o él dentro de la guerrilla, por lo que tendrá que entregarlo a
un familiar o pariente cercano para que lo cuide.
Esa es la realidad, no la pintada por la campaña de
difamación del ejército colombiano a través de operaciones propagandísticas
como la denominada “Vuelve a ser mujer”.
En las FARC-EP las mujeres realizan las mismas actividades
que los hombres y viceversa. Las posturas machistas, propias de la sociedad
patriarcal capitalista, no tienen cabida dentro de las filas revolucionarias.
En entrevista con Dick Emanuelsson, la guerrillera Susana Téllez ,
ante la pregunta si en las filas de las FARC-EP los comandantes explotan
sexualmente a las mujeres, responde:
(…) “esa es una de las tantas mentiras que a diario viven
lanzando sobre nosotros desde los medios de comunicación. Yo creo que van a
buscar y ya no van a encontrar qué decir de nosotras, nos tratan de
narcoterroristas, de lo peor. Que las mujeres son maltratadas sexualmente, que
son sirvientas de los guerrilleros, que somos. . . ¡Mentira! Aquí si uno quiso
estar con un compañero, está, si no, no. Aquí cada uno se forja su destino y
cada uno se crea una meta. Si uno quiere ser alguien, lo logra. Aquí nadie
tiene un mérito sino es por uno, no por una cara o un cuerpo bonito, aquí uno
tiene que forjarse”.
“Esas son artimañas que se buscan los medios de comunicación
para ponernos por el suelo y para que otra gente que vea como una opción a las
FARC, no ingrese al movimiento.”[1]
Sandra Ramírez, compañera del Comandante Manuel Marulanda,
en entrevista con el periodista citado expresa:
“Desde que
nosotros ingresamos a la guerrilla somos combatientes todos, tenemos igualdad
en derechos y en deberes. Al tener esa igualdad de ser combatientes, tantos
hombres como mujeres, compartimos todo. Si el hombre cocina la mujer también
cocina, si el hombre paga guardia, la mujer también paga guardia, si la mujer
es comandante, el hombre también es comandante, si la mujer es responsable
tiene la responsabilidad de ser una jefe de comunicaciones, una jefe de
sistema, los hombres también.
Toda la
actividad diaria es compartida, colectiva, tanto hombres como mujeres
participamos colectivamente entre todos.
Todo este
desarrollo que ha tenido la guerrilla nos hace tener mecanismos para ir
frenando, mostrando, que las mujeres también estamos en capacidad de hacer
todo, que las mujeres somos responsables, que las mujeres podemos hacer las
mismas cosas porque las mujeres vamos, también, a la línea de combate con el
hombre. Hombro a hombro, si la mujer tiene que ir a transportar, el hombre
también tiene que transportar, nuestras tareas son para todos.
Esta
actividad hace que el machismo se vaya diluyendo, se vaya haciendo a un lado,
que nos veamos desde otro punto, como hombres y mujeres, como personas que
podemos hacer de todo.
Yo tengo 30
años de lucha y no he tenido quejas sobre compañeros en acoso sexual, esa es
una mentira que se utiliza desde los medios de comunicación de que aquí las
mujeres venimos y somos obligadas, que tenemos que estar con no sé quién. No,
aquí la mujer es libre. Libre, libre de escoger su pareja, libre de decir,
camaradas, yo quiero estudiar enfermería. Libres de decir, camaradas, yo quiero
estudiar sistemas. Libre de decir, camaradas, yo quiero ser médica, libre de
decir yo quiero distribuir víveres, y también a medida de su capacidad y de su
actitud que vaya mostrando, se va ella especializando en eso.
Libre de
decir, camaradas, yo quiero ser mando, o no quiero ser mando. En todo este
sentido la mujer, por supuesto, que es libre.
Y libre
porque no está atada a su marido, tiene la libertad de seguir su pareja o no
seguirla, pero no estar amarrada y que esa compañera no pueda salir a cumplir
una misión.
Va, cumple su
misión y regresa a donde está su pareja. Igual el hombre si tiene que ir a
cumplir una misión por supuesto que lo hace y luego ingresa a donde está su
pareja.”[2]
En las FARC-EP las mujeres son fuerza medular, vital
de la insurgencia fariana
Mariana Páez, Lucero Palmera, Catherine Miller son ejemplo
de combatientes revolucionarias que entregaron su vida por la construcción de la Nueva Colombia. Como
ellas, miles de mujeres valientes combaten dentro de la insurgencia fariana
contra el Estado gansteril colombiano. Ejemplo de ello son Alexandra Nariño,
Camila Cienfuegos, Shirley Méndez, Marina Sánchez, Yira Castro, Carmenza
Castillo, Marcela
González , Patricia Cano, Sandra Ramírez, Marinely Hernández y
centenares de combatientes más.
Shirley Méndez dice:
“Las mujeres
guerrilleras somos dignas, como combatientes somos revolucionarias, luchamos
para ayudar a construir un país que le brinde a la mujer derechos, libertad,
igualdad; mujeres dispuestas a dar la vida misma por la causa que un día
decidimos defender. Somos la esperanza de miles de mujeres que son víctimas de
una sociedad capitalista, donde a la mujer la ven como un instrumento de
comercialización. Porque como dijo el comandante Fidel Castro, “cuando en un
pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, ese pueblo es
invencible”.[3]
Rubio desconoce la dignidad de las mujeres farianas.
La FIP debería demandarlo para que devuelva los dineros que
debió haber recibido para realizar ese adefesio de trabajo.
Notas
[1] Dick Emanuelsson. “Los intereses del pueblo están por
arriba de todo”. ANNCOL, 21 de abril de 2005
[2] Dick Emanuelsson. Sandra Ramírez: “¡Mi familia es las
FARC! Aquí hay igualdad en derechos y deberes entre mujeres y hombres”. ANNCOL,
Habana, 22 de noviembre de 2012
[3] Dax Toscano. Shirley Méndez: la lucha por un mundo libre
con el color de las mujeres. Enero de 2013.http://www.lahaine.org/index.php?p=66366
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