Vivimos en sociedades cada vez más diversas, sin embargo,
el prejuicio y la discriminación siguen suponiendo grandes obstáculos. Una de
las formas más efectivas para reducir esos niveles de discriminación sexista,
consiste en enfrentar y confrontar directamente a quienes tienen un discurso
que va en contra de la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Por
supuesto, también a quienes, en su proceder, actúan siguiendo lo que indica su
pensamiento. Se trata de explicitar que su conducta, su pensamiento y su
discurso son inapropiados.
Es cierto que se trata de una estrategia poco utilizada,
quizás porque trae consigo costos a pagar, en ocasiones un peaje un tanto
elevado, para la persona que confronta. Para empezar, suele ser percibida de
forma negativa, y más aún si se trata de una mujer. A los hechos me remito,
“conflictiva” es el adjetivo más suave con el que se nos suele etiquetar.
Vamos a ponernos en situación. Vamos a imaginar que,
caminando por la calle, se observa cómo un hombre le hace un comentario sexista
a una mujer que no conoce. Ella, molesta, lo encara y le responde que esa
conducta es inapropiada. ¿Cómo creen que evaluarán las/os testigos de esa
situación a dicho hombre? Y, por otra parte, ¿cómo piensan que percibirán a esa
mujer? La mayoría de las personas coincidirían en que el hombre se ha
comportado de forma inadecuada, pero la evaluación de la mujer que se ha
enfrentado a él probablemente no esté tan clara: aunque algunas personas
pensarán que ella solo se ha defendido, para otras su conducta podría estar
generando un conflicto innecesario o podría estar reclamando sin muchas razones
para ello.
Es la misma historia de siempre, si te callas, otorgas y
contribuyes a que estas conductas se perpetúen. Si hablas y respondes, porque
ves que nadie o casi nadie más lo hace, te cae una cruz en lo alto de la que
difícilmente te podrás desprender.
La cuestión es que, a estas alturas de la partida, yo no
me voy a callar, esté donde esté y me encuentre en el foro en el que me
encuentre. Primero porque sé, puedo y quiero. Segundo porque no tengo miedo y
tercero, porque me importa un pimiento lo que puedan pensar de mí. Yo sé quién
soy, qué quiero, qué hago y qué persigo, y no es otra cosa que un mundo en el
que mujeres y hombres tengamos las mismas oportunidades y derechos, y que estos
no estén diferenciados al venir a este mundo según el sexo con que se haya
nacido, que determinará las diferencias por razón del género que se ha
construido socialmente en base a ese sexo.
En resumidas cuentas, que oír, ver y callar, no es una
opción, al menos no para mí.
He dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario