Es tal la injusticia social que existe y tal la
deshumanización, que duele en el alma la distancia emocional del poder
político, de los poderes políticos, con el pueblo. Cuando el ser humano no está
en el centro de las prácticas políticas y económicas, no son políticas buenas
para gobernar. La dignidad humana siempre, siempre, ha de estar por encima de
cualquier otro valor, ya sea económico, cultural o religioso. La dignidad
humana ha de ser prioridad y es completamente incompatible con la mentira de
mundo feliz consumista, individualista e insolidario del neoliberalismo. Los
seres humanos no somos estadísticas, ni indicadores económicos que suben o
hunden la bolsa. Somos personas. Somos mujeres, hombres, niños y niñas que
tenemos nombre, apellido, familia y una historia. La historia de la humanidad
no puede ser más un TÚ o YO que propugna el capitalismo. Tenemos que construir
un nuevo paradigma en la política que no pasa precisamente por el
neoliberalismo salvaje. Tenemos que ir en busca del TÚ y YO a través de la
humanización de la política… y de las y los políticos.
Nuestro invitado de hoy es trabajador social y
antropólogo. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, pero, sobre todo, y lo sé
muy a ciencia cierta porque me lo ha dicho mi amiga y compañera Laura Guillén,
y ella no miente nunca, es una persona comprometida con quienes padecen las injusticias
de un sistema que no piensa en el ser humano y que deja a mucha gente en los
bordes del mismo o directamente expulsada y ninguneada. Es un humanista que
ejerce de humanista, en el sentido amplio de la palabra, en el de valorar al
ser humano y la condición humana desde la generosidad, la solidaridad y la
preocupación por la valoración de los atributos y las relaciones humanas, ante
todo. Pero no a ratos, ni los lunes o los jueves porque toca, no, lo es con
conciencia de serlo y como compromiso de vida siempre. Tampoco desde el
“buenismo”, porque él no rebaja la gravedad de las situaciones, tampoco cede
con benevolencia ni actúa con excesiva tolerancia, sino con denuncias públicas
y con acciones concretas, como la de encerrarse junto con el párroco de La Paz
en la Iglesia del Camino de Ronda de Granada, contra los cortes de luz. Él es
Manuel Martín García, Defensor de la Ciudadanía de Granada.
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