La
demostración más abusiva de intolerancia que he podido comprobar, es la
exigencia demagógica de la misma a quienes con argumentos defienden un
posicionamiento ideológico que se es incapaz de refutar en un debate por
insostenible. Marx tenía la misma fe que
Hegel en el conocimiento, y compartía con él otras dos cosas: que la historia
tenía sentido y que la razón podía proporcionarlo. En propiedad, el rasgo más
relevante y neutro que se le puede otorgar al término ideología es el cómo
captamos el mundo. Habría que distinguir entre el espíritu subjetivo que cada
cual manifiesta en sus actitudes personales según sus formas de sentir o
pensar, y el espíritu objetivo, que traduce comportamientos sociales y se
realiza en modos convencionales de convivencia y comportamiento mediante
instituciones y normativas a las que las personas se amoldan o deben amoldarse.
Sería de esperar que ambos espíritus armonizaran en cualquier sociedad, pero
las creencias y actitudes suelen entrar en conflicto con los modos establecidos
de comportamiento, por eso me reafirmo en decir que no pocas veces las personas
más intolerantes y represivas con las creencias, ideologías y posicionamientos
ajenos son quienes como único recurso alienante exigen TOLERANCIA cuando no se
les da la razón, sencillamente porque OBJETIVAMENTE no la tienen.
Isabel Galeote
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