Isabel Galeote Marhuenda
13 de mayo de 2019
“El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura
viajando”
(Miguel de Unamuno)
El fascismo siempre ha resultado ser antinatural y
antihumano. Este fantasma nos amenaza de nuevo en todo el mundo. Personas como
yo, conscientes del peligro que supone esta ideología, intentamos alertar sobre
esa “ceguera blanca” que está atacando a gente ignorante -o maledicente-
mientras una parte demasiado amplia de la sociedad se vuelve a mirar hacia otro
lado. José Saramago, seguro que encontraría en estos tiempos mucha inspiración
y situaciones que incluir en su obra “Ensayo sobre la ceguera”.
Aunque oficialmente comenzó la campaña electoral a las
elecciones municipales el pasado viernes, 10 de mayo, ya son varios los meses
que venimos padeciendo exabruptos y salidas de tono, unos más peligrosos que
otros, que proceden no sólo de los dirigenticos del partido fascista emergente,
sino de parte de su club de hinchas. Creo que no es necesario mencionar a esta
altura de la partida el nombre de esa formación política. Creo que no merece la
pena que ensucie con sus siglas esta página, abierta sin mácula.
Lo que sí merece la pena, es más, urge ahora mismo, es
señalar la ideología que subyace detrás de cada uno y de cada una. De quienes
se presentan a las elecciones, pero también de quienes les jalean con vítores
descontrolados, vestidos de rojigualda patrio y sustentados por un aguilucho
que ya debía haber pasado a mejor vida en este país de países. Una ideología
que no deja de ser un compendio de lo peor que la humanidad es capaz de
generar: fascismo, racismo, xenofobia, islamofobia y homofobia. Ahí entre
“ismos” y “fobias” andan bailando quienes dicen ser patriotas.
Tan “patriota” como una ciudadana de Monòver, un pueblo
de la provincia de Alicante. ¿Su nombre? Pilar Prats Prats. Esta “ciudadana” ha
hecho apología de todos esos “ismos” y “fobias” que he mencionado en una triste
publicación en las redes sociales que, no podemos dejar pasar y sobre la que
hemos de llamar la atención. ¿Por qué? Porque comenzamos callando y terminamos
por aceptar lo inaceptable. Comenzamos por no hacer caso a los avisos que
durante todos estos años de democracia nos ha enviado el fascismo en el Estado
español con sus actos -entre los que se incluyen los asesinatos-, y terminamos
por normalizar y validar lo que comenzó siendo un discurso callejero y por lo
bajini. A la vista está que ya han ascendido las soflamas incendiarias y ahora
las podemos escuchar hasta en los Parlamentos. ¡Si será grave la cosa!
Y no, por la parte que a mí me toca y corresponde, no voy
a quedarme callada e impasible. No soy yo de mirar a otro lado ni de seguir la
estrategia de los “tres monos sabios” de “no ver el mal, no escuchar el mal y
no decir el mal”. Y no porque esta señora se haya referido en las redes
sociales sobre mi hija Naima Abdelfath Mohamed como “extranjera que no es
europea, que va en las listas de Izquierda Unida y que viene a España a
conquistarnos y a que adoptemos su religión”. Tampoco porque haya añadido lo de
que “dentro de poco todos con burka”.
Entenderán que estoy realizando ahora mismo un auténtico
ejercicio de autocontrol mientras reflexiono. Estoy expresando públicamente
esto, porque lo sucedido en plena campaña electoral y el señalamiento público
que ha hecho sobre una candidata que concurre a las elecciones municipales, es
muy peligroso. La libertad de expresión no es libertad de agresión y la
historia nos ha enseñado que el discurso de odio precede al delito, al igual
que la propaganda precede a la acción. Este tipo de manifestaciones públicas
que hacen apología del racismo, de la islamofobia y la xenofobia, ni se deben,
ni se pueden interpretar como meros episodios aislados, al margen de un
contexto de clima social de intolerancia hacia personas diferentes a las que
niega; un contexto alimentado por un discurso de odio que alienta la
estigmatización, hostilidad, fanatismo, agresividad y violencia contra “la otra
persona”, la distinta, hacia colectivos vulnerables y hasta personas que quedan
así expuestas y en riesgo.
El discurso de odio que la Sra. Prats ha hecho utilizando
para ello las RRSS, pretende suspender derechos y libertades como el derecho a
vivir sin ningún tipo de miedo o intimidación, el derecho a la igualdad de
trato sin ningún tipo de discriminación o marginación, en definitiva, el
derecho a ser iguales en tener derechos.
Ya lo manifestó en su día Federico Fellini quien, durante
un breve periodo de tiempo, formó parte de las juventudes fascistas italianas.
A una edad avanzada, llegó a la siguiente conclusión: “El fascismo surge de un
espíritu provinciano y no puede ser combatido si no reconocemos que no es más
que el lado estúpido, patético y frustrado de nosotros mismos”.
No, no es tan inocente esta señora.
Candidata por Vox a las municipales al Ayuntamiento de Elda (Alicante)
Quizás la frustración de no tener ya bajo sus órdenes a
mujeres explotadas y a las que fustigar en su empresa de calzado, mujeres
migrantes incluidas, es decir, “extranjeras”, sin contrato y sin dar de alta en
la seguridad social, obligándolas a esconderse parapetadas tras una valla en un
acto muy “patriótico, para que la inspección de trabajo no diera con ellas, y
así no tener que contribuir a las arcas públicas, esas que sustentan la
educación y la sanidad; quizás esa frustración es lo que ha hecho que la señora
Prats haya salido por la vía de Tarifa y haya descargado todo el veneno que
llevaba dentro aprovechando la coyuntura del auge de su partido y su ideología.
¡Vete a saber si ese es el leit motiv! Y claro, olvida esta militante o
simpatizante del partido fascista que en Monóvar nos conocemos todo el mundo y
sabemos qué leche ha mamado cada uno y cada una, así como conocemos los
devenires y avatares de cada quien. Ya lo dice el refrán que escuché muchas
veces cuando andaba yo trabajando por Latinoamérica: “pueblo chico, infierno
grande”.
A esta señora que defiende tanto a la patria, me ha
pedido el cuerpo responderle con una coplilla del carnaval de Cádiz. Con arte y
sabiduría popular es como mejor se le/les puede responder:
“No me envenena,
y como soy un ángel me la suda las banderas,
hasta puedo entender que luchen por su independencia
pues muchas veces a mi este país me da vergüenza,
me da vergüenza los que mandaron
la policía ‘pa’ moler a un pueblo a palos,
y el patriotismo del que presumieron muchos españoles
con las banderas en sus balcones,
yo no los vi sacar la banderita contra los ladrones,
contra los recortes o por las pensiones,
nunca los vi colgarlas por la sanidad
ni por tantos ‘paraos’ que no pueden más…
Y cuando terminemos con ‘tos’ los mangantes
cuando por fin no quede
ni un solo niño que pase frío y pase hambre
cuando no haya mujeres ni listas de nombres
que mueren maltratadas a manos de un hombre,
cuando se aclare el futuro
y no sea el culo
en educación,
y cuando en esta nación
hasta el Rey pueda votarse
y si su ‘cuñao’ robó
que lo pague con la cárcel,
cuando acabe la fiesta de la espada y la muleta
cuando ya no quede nadie ‘enterrao’ en las cunetas,
entonces ve donde quieras
saca tu trozo de tela, saca tu trozo de tela
y presume de bandera, y presume de bandera.”
¡No es democracia, es fascismo!
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