CESE DE FUEGOS Y HOSTILIDADES COMUNICADO
DEL SECRETARIADO NACIONAL
El 9 de diciembre de 1990 el
gobierno de César Gaviria Trujillo desató una enorme operación militar contra
el campamento principal del Secretariado Nacional de las FARC-EP en Casa Verde.
Una comisión enviada por el Presidente había visitado nuestra comandancia días
atrás, con el propósito de explorar la voluntad de paz de nuestra organización,
y expedido posteriormente un comunicado público reconociendo nuestra entera
disposición al diálogo.
El comienzo de la operación Casa
Verde coincidió con las elecciones populares para miembros de la Asamblea
Constituyente, saldando así la posibilidad de nuestra participación en ella,
pese a los previos ofrecimientos oficiales de un par de curules. Con el
sorpresivo ataque, que puso fin a los diálogos de paz iniciados siete años
antes con el Presidente Betancur, se pretendió absurdamente nuestra aniquilación
por la fuerza, para sumarla al exterminio ya iniciado contra la Unión
Patriótica y el conjunto del movimiento popular en todo el país.
Veintitrés años después, con
decenas de miles de muertos de por medio, amén de la infinitud de horrores que
esta confrontación ha dejado a Colombia, la administración de Juan Manuel
Santos adelanta con nosotros un proceso de conversaciones en busca de la paz.
Contrariamente a nuestro anhelo de adelantar dichos diálogos sin los
sobresaltos de los combates, el gobierno nacional sigue insistiendo en su
fórmula de negociar en medio de la confrontación, para lo cual se rearma y
aumenta el pie de fuerza sin reparar en costos.
Las que el Presidente Santos
denomina reglas del juego significaron de entrada el asesinato del Comandante
Alfonso Cano, y han implicado el refuerzo permanente y creciente de la
actividad militar del Estado contra todas nuestras unidades. Soldados y
policías derraman también innecesariamente su sangre, frente a una opinión
nacional que observa con perplejidad el extraño cóctel de diálogos y muerte con
el que el gobierno nacional concibe la reconciliación. La voluntad de paz no
puede nacer de la soberbia militarista.
Mucho se habla y exige de gestos
que envíen señales positivas al país y la comunidad internacional.
Pero por toda Colombia arrecian
las operaciones de exterminio por cuenta de las tropas gubernamentales. Desde
Nariño y Cauca hasta Arauca y el Catatumbo, así como de la Guajira al Putumayo,
los bombardeos, los ametrallamientos, los desembarcos y la ocupación, con todas
sus secuelas de crímenes, aumentan y se agudizan con fanatismo sanguinario,
poniendo de presente la voluntad real que anima al gobierno nacional.
Al alzarnos sabíamos bien el
tratamiento que recibiríamos del Estado terrorista colombiano. Por eso hemos
sobrevivido durante medio siglo y nos sentimos en condiciones de resistir otro
tanto si fuere necesario. Pero creemos con sinceridad que nuestra patria no se
merece este desangre. Y es por eso que, así sea de manera unilateral,
procedemos a ordenar a todas nuestras unidades guerrilleras y milicianas un
cese de fuegos y hostilidades por 30 días a partir de las 00:00 horas del
próximo 15 de diciembre, correspondiendo así a un hondo clamor nacional.
Simultáneamente ordenamos permanecer alerta ante cualquier operación enemiga,
la cual deberá ser respondida sin dilación alguna. Aún abrigamos la esperanza
de que el gobierno nacional corresponda a nuestro gesto ordenando un alto en su
ofensiva.
Los colombianos y el mundo han de
estar atentos a la segura embestida difamatoria y propagandística que desde muy
altas esferas del Estado y las fuerzas armadas se lanzará contra nosotros como consecuencia
de esta declaratoria. Además de tener claro quiénes somos en realidad quienes
le apostamos con honestidad a la paz en nuestro país, la opinión nacional e
internacional podrá leer en las declaraciones oficiales y en las operaciones
militares de provocación ordenadas desde el ministerio de defensa, la verdadera
condición del régimen colombiano, una democracia falsa, violenta, excluyente y cínica.
No han cambiado mucho las cosas
desde los tiempos de Gaviria. También él ensayó un proceso de paz con nosotros
en Caracas y Tlaxcala, tras el cual declaró la guerra integral para acabarnos
en dieciocho meses. Su gobierno inició la aplicación rigurosa de las políticas
neoliberales que exigían la liquidación de la lucha popular en Colombia, las
mismas que hoy profundiza al extremo y con igual violencia la llamada
Prosperidad para Todos. Una oscura sombra asoma en el horizonte de la patria al
confluir estas dos vertientes en las aspiraciones reeleccionistas.
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR
CENTRAL DE LAS FARC-EP
Montañas de Colombia, Diciembre 8 de 2013
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