Paramilitares, corrupción, compra de votos, gremios económicos y aparato burocrático continuarán dirigiendo los destinos de Colombia
Berenice Celeyta Alayon
Domingo, 25 de abril de 2010
Revista Pueblos
Berenice Celeyta Alayon
Domingo, 25 de abril de 2010
Revista Pueblos
http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1860
Como era de esperarse tras la habitual maquinaria electoral de los gremios económicos, las mafias y las estructuras de poder, en Colombia se reeligió la “seguridad democrática", “el agro ingreso seguro”, “la confianza inversionista”, pero ante todo la “parapolítica". La no reelección de Álvaro Uribe Vélez, presidente en dos periodos consecutivos, no afectó al resultado final de las elecciones de marzo de 2010. Para quienes detentan el poder económico y militar está claro que deben seguir controlando el poder político, así que con Uribe o sin Uribe se probó nuevamente quién decide, cómo y para qué, en otras palabras. “A rey muerto, rey puesto”.
No es casual que el común denominador en el resultado sea los mismos al poder. Sólo tendríamos que analizar quiénes están a su sombra, quiénes se esconden tras los llamados “Partido de la “U””, “Partido Conservador”, “Cambio Radical” y “Partido de Integración Nacional, PIN”, por nombrar una primera clasificación. Tampoco es coincidencia que los avezados publicistas, carentes de creatividad, hubiesen construido en su orden los siguientes lemas: “retroceder no es una opción”, “el del presidente”, “mejor es posible” o “seguridad con compromiso social”.
Que Uribe sigue a la cabeza de las decisiones políticas en Colombia es un hecho, así a muchos nos siga pareciendo inconcebible, por sus antecedentes, por sus nexos con el paramilitarismo, la mafia, los gremios económicos, los crímenes de Estado, las multinacionales, las detenciones masivas y arbitrarias que inauguraron su primer cuatrienio. En fin: por su política integral de estado de derecha.
Lo más importante es mirar quién o quiénes se esconden en la noche y niebla. Los resultados son categóricos (66 curules al senado): 27 por el partido de la U, 23 por el Partido Conservador Colombiano, 8 por Cambio Radical y 8 por el Partido de Integración Nacional (PIN). Indudablemente ésta es la mayoría necesaria para continuar controlando las decisiones del legislativo, los proyectos de ley, la política energética, agraria, la privatización de la salud, educación, servicios públicos, los mega proyectos, las mega obras, la inversión extranjera, la política económica nacional, las decisiones sobre el Plan Colombia, las bases militares norteamericanas, etc. Para infortunio de los colombianos, los cuatro partidos ganadores en la pasada contienda aseguran la continuidad de las políticas de los ocho años anteriores. Para no irnos tan lejos, son la mayoría en el congreso y eso decide.
Las contradicciones entre Fabio Echeverri Correa y José Obdulio Gaviria, a propósito del fallo de la Corte Constitucional sobre la reelección, se resuelven fácilmente.
El primero afirma: “El único uribista aquí es Álvaro Uribe. Él es el que trabaja 18 horas al día, el que viaja a todos los rincones del país, el que impuso una forma de trabajo y un talante para relacionarse con la gente que nadie había hecho y que, me temo mucho, nadie va a ser capaz de hacerlo igual. Quien llegue vendrá con su estilo propio, reconociendo que hay cosas que se necesitan y que el país va a exigir, como seguridad e inversión extranjera”.
El segundo manifiesta: “no tiene sentido afirmar que el uribismo desaparecerá…Todo lo contrario [el uribismo], tiene un reto nuevo y lo va a asumir con su candidato presidencial y con un amplio triunfo en las elecciones de marzo... el uribismo tiene un cuerpo de doctrina… Casi que tenemos garantizado que en los próximos ocho años con el candidato presidencial ganador habrá un gobierno uribista que a los ocho años lo sucederá otro presidente uribista”. [1]
Es decir, regresamos a la ecuación del inicio. Con Uribe o sin Uribe, la triada “seguridad democrática”, “confianza inversionista” y “cohesión social” ya fue reelegida. Al parecer la única diferencia entre los dos asesores de Uribe es que Fabio Echeverri Correa es más sentimental que José Obdulio Gaviria.
Cómo votan los colombianos
¿Cómo votan los colombianos? ¿Por qué lo hacen? Ello continúa siendo la pregunta central, cada elección popular se esconde bajo el escándalo de turno. Venta y compra de votos (cemento, Tejas, Tamales, etc.), difuntos ejerciendo el derecho al sufragio, fraude electoral... En fin, una gama de delitos electorales y escándalos bochornosos como el actual sobre el registrador nacional. ¿Estaba bajo los efectos del alcohol o no? ¿El procurador estaba allí presente o no? ¿Hay garantías para la elección presidencial o no? ¿Hubo un grupo organizado que saboteó el ciberespacio o no? ¿Fue la Registraduría o la casa de Nariño la que contrató las meseras que repartieron whisky?
Aún cuando no es el problema sustancial, llama la atención por la postura de la casa de Nariño, mejor aún, las posiciones del presidente, Álvaro Uribe Vélez, y su ministro del Interior, Fabio Valencia Cossío. ¿Será posible que estén pensando en prolongar el periodo de Uribe, por la llamada hecatombe de la que habla el ministro? Perversa o no esta actitud, finalmente este nuevo bullicio distrae el debate de fondo sobre los nexos de los nuevos y viejos congresistas con los grupos paramilitares Águilas Negras, Nueva Generación, Rastrojos, Machos, y una gama de nombres nuevos que tratan de encubrir la relación existente con las viejas estructuras de las Autodefensas Unidas de Colombia. Organización que mantiene control territorial, armado y político en gran parte del país.
Muchos de los votos de las pasadas contiendas electorales se obtuvieron tras la presión de los grupos paramilitares. En el Valle del Cauca, por ejemplo, más exactamente en el tramo en el que se viene ejecutando la obra vial carretera doble calzada “Cabal Pombo”, los grupos paramilitares patrullan y controlan el proyecto desde su diseño. [2] En este territorio habitado por comunidades afro descendientes se han cometido una serie de crímenes graves desde que iniciaron las obras, entre ellos, abuso carnal violento a varias jóvenes de la zona. Allí, los jefes paramilitares entregaron propaganda política y sentenciaron a muerte a quienes no votaran por sus candidatos.
La Misión Internacional de Observación Preelectoral (MIOP) realizó un análisis en el que se indican múltiples delitos electorales, incluso hechos graves que mencionan la injerencia de la Agencia Acción Social. En un aparte del informe se asegura que: “Se ha evidenciado que funcionarios de Acción Social han presionado a los beneficiarios de los programas de la entidad para que asistan a reuniones con fines proselitistas o para que voten por los candidatos oficialistas que ellos promueven”. Sin lugar a dudas uno de los mayores inspiradores del actual gobierno, y en particular de los miembros de sus administraciones (municipales, departamentales y/o nacionales) es Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.
Oigamos a Gustavo Navarro: “Como Secretario de Educación del Valle del Cauca me debo a una organización política que nos ha enseñado que debe haber disciplina (...) Votamos por el candidato a la Cámara, votamos por el candidato al Senado (...) Lo digo porque no podemos entender que algunos se sienten hoy caciques del mismo municipio o del mismo movimiento. Aquí el candidato se entiende como disciplina y votaremos por Juan Carlos Rizzetto al Senado de la República y Heriberto Escobar a la Cámara"
Pero son sólo algunos ejemplos tipo que se repitieron simultáneamente en todo el territorio nacional. Que se utilice a Acción Social, el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de programas Sociales, Sisbén, los subsidios de vivienda, los recursos de familias en acción, jóvenes en acción, redes de informantes, familias y jóvenes guardabosques, las Secretarias de Educación, etc., para hacer política, no es nada nuevo. Aquí lo distinto es que una misión de observación internacional se haya percatado de ello. No deja uno de asombrarse, no tanto de la maquinaria política tradicional, sino que más bien lo que a uno no le cabe en la cabeza es cómo la actual situación no despierta las conciencias, no alfabetiza políticamente a los colombianos. Por sí misma, la realidad rebasa cualquier diagnóstico de lo que nos espera con los actuales candidatos a la presidencia. Retroceder no es una opción, la del presidente, mejor es posible… todos garantizan la continuidad de un gobierno ilegal e ilegitimo dirigiendo los destinos de Colombia.
Post-terror y superación de problemas endémicos
El daño que el conflicto social y armado le ha hecho al pueblo colombiano y la penetración ideológica post-terror, genera escalofrio. Para los que proponen perdón y olvido, absolución a los criminales e incluso han llegado a plantear públicamente la inclusión de estos (los violadores de derechos humanos) como fórmulas vice-presidenciales, les recordamos que este estado no perdona a nadie, ni a los que hoy posan de eclécticos. No es por ahí. Definitivamente los tejidos sociales rotos no se reconstruyen sobre la base de la mentira, el engaño, el olvido y, menos, sobre la ilegitimidad.
¿Cómo superar problemas endémicos como la corrupción? ¿Cómo reconstruir la confianza? ¿Cómo recuperar el significado del concepto democracia? ¿Cómo ambientar un proceso real de participación? Más aun, ¿cómo devolverle a los colombianos el sentido real de lo colectivo, de lo comunitario, del trabajo desinteresado por todos y para todos?
No es nada fácil. Son décadas enteras generando procesos pedagógicos, fortaleciendo procesos naturales desde los territorios, investigando las causas estructurales, denunciando, advirtiendo y develando los rostros de los que se esconden tras la sombra, multiplicando experiencias ancestrales de buen gobierno, rescatando planes de vida desde el derecho propio, natural, que se resume en el respeto al derecho inalienable a la vida, pero ante todo a la vida digna. Cuando estos procesos han generado un tipo importante de alumbramiento colectivo llega la mano del terror o los negociadores perfectos, los que gozan de estar bien entrenados para estar a la derecha, a la izquierda y al centro. Ahora bien, esto no es nada nuevo: durante la conquista la corona proponía, los colonos, indígenas, esclavos, se oponían, y la burocracia buscaba el compromiso. Así que los pactos sobre lo fundamental siguen siendo los mismos.
Se repite la historia.
Para estar a tono con los que hoy osan celebrar el bicentenario de la independencia en medio de la instalación de siete bases militares de los Estados Unidos en nuestro territorio, recordemos algunos apartes de la carta del arzobispo Caballero y Góngora al Rey de España en 1871, en medio de la insurrección comunera:
"Excelentísimo señor. Muy Señor mío, supongo a Vuestra Excelencia suficientemente informado por el Real Acuerdo y Junta Suprema de las alteraciones civiles, que han agitado este miserable Reyno. No ha muchos días que comenzaron estas a concebirse; pero se concebían con tantas precauciones, con tal rapidez, vivacidad y esfuerzos, que cuando se manifestaron aparecieron ya como un cuerpo formidable que no pudo sofocarse en sus principios, (...) ordené oraciones públicas, y escribí cartas circulares a todos los curas (...), empeñándolos a mantener en la debida subordinación sus (...) feligreses (…) Que su principal objetivo era apoderarse del erario del Rey, fijar aquí (en Santafé) la silla de la sedición(…) En tales circunstancias, excelentísimo Señor, si me es lícito decir abiertamente mi parecer en hechos en que he sido testigo más ocular, no pudo ofrecerse a los fieles vasallos del Rey otra empresa más grande, más ventajosa a su servicio que contener por la mediación y los tratados de paz la entrada de los tumultuantes a la capital (…) Y una de las primeras máximas de que me valí para ir abriendo camino a la paz, fue atraerlos con dulzura al paso que venían y deteniéndome con ellos en conversaciones y discursos llenos de todos los sentimientos de caridad y humanidad, me hacían tan dueño de sus voluntades. (…) Pero en fin, a costa de una inalterable paciencia, logré no sólo aquietarlos y admitir la capitulación, sino también que Don Juan Francisco Berbeo me prometiese que se reglaría (redactaría) esta en el mismo Sipaquira, sin mover su acampamento contra el dictamen de muchos, que acaso para poner en ejecución sus siniestros fines intentaban que fuese en Santafé.” [3]
¿Quién o quiénes han asumido hoy el papel de Caballero y Góngora? Eso lo responderán ustedes. ¿Fueron tontos o traidores los que no permitieron a los comuneros avanzar los pocos kilómetros que faltaban para ocupar la capital del nuevo Reino de Granada en 1871? No es trascendental, el resultado fue el mismo, frenar la legítima defensa de la libertad. Finalmente lo importante es tener claro que a la insurrección comunera siguieron las gestas por la independencia en todo el continente.
En sana discusión e importante debate sobre temas determinantes en la coyuntura continental, es menester recordar al maestro Eduardo Umaña Luna, cuando a finales de la década de los 80 proponía la tesis del humanismo social, que hoy más que nunca recobra vigencia. “Hay que asumir las nuevas responsabilidades: sin titubeos, sin cobardías, sin indiferencias… Ello sería desertar a la gran batalla por la Colombia que deseamos. Una nueva Matria (como quería se dijese el maestro Unamuno) desligada de los esquemas ya superados (finales del siglo XVIII) para alcanzar la coetaneidad cultural, económica y social que exige el advenimiento del siglo XXI. Los nuevos horizontes sobre el principio esencial de respeto al sujeto, se deben entender dentro del significado de la relación pueblo Estado. (El pueblo como determinante del Estado, jamás el estado como amo del pueblo) ¡Que esto quede bien claro! Lo expuesto podría ser interpretado como otra ilusión. Pero no. Es la única salida a la tragedia que nos agobia, nos paraliza, nos esclaviza… Hay que acabar con la violencia, superar la miseria y la pobreza, dar a cada sujeto condiciones optimas de vida.” [4]
Pues bien, aquí no se trata de descubrir que el agua moja, pero sí tener claro cómo se conecta el agua caliente. Por ello, en medio del conflicto que vive Colombia, se hace necesario continuar fortaleciendo los movimientos sociales y entender que el tratamiento adecuado es la construcción de un sano equilibrio de justicia y equidad en el devenir político, social y económico del país. Se tratada de retomar las acciones legítimas de las comunidades para enfrentar el despojo, el desarraigo, la muerte. Se trata de legislar desde y para los pueblos.
Desde la Campaña Prohibido Olvidar los invitamos a analizar, debatir y emprender creativa y activamente acciones de respuesta a la crisis ética por la que atraviesa el país en esta coyuntura electoral.
Resulta pertinente recordarle al pueblo colombiano un graffiti vistosamente ubicado sobre la Avenida el Dorado de la Ciudad de Santafé de Bogotá: “Patria boba: ¡No se deje!”.
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Por Berenice Celeyta Alayon. Nomadesc. Santiago de Cali (Colombia), marzo de 2010.
[1] Entrevista Con Fabio Echeverri Correa, El Espectador.com. http://www.elespectador.com/impreso/temadeldia/articuloimpreso190953-sin-uribe-no-hay-uribismo-fabio-echeverri
[2] Léase masacre de Catanga, Triana, Cisneros.
[3] Las y los Comuneros. Ruta Comunera. Constituyente Social Comunera, Juan José Landinez. Pág. 7, 8 y 9.
[4] EL DERECHO (Poder; dominación; control social) Eduardo Umaña Luna, 1989, Editorial Presencia.
Como era de esperarse tras la habitual maquinaria electoral de los gremios económicos, las mafias y las estructuras de poder, en Colombia se reeligió la “seguridad democrática", “el agro ingreso seguro”, “la confianza inversionista”, pero ante todo la “parapolítica". La no reelección de Álvaro Uribe Vélez, presidente en dos periodos consecutivos, no afectó al resultado final de las elecciones de marzo de 2010. Para quienes detentan el poder económico y militar está claro que deben seguir controlando el poder político, así que con Uribe o sin Uribe se probó nuevamente quién decide, cómo y para qué, en otras palabras. “A rey muerto, rey puesto”.
No es casual que el común denominador en el resultado sea los mismos al poder. Sólo tendríamos que analizar quiénes están a su sombra, quiénes se esconden tras los llamados “Partido de la “U””, “Partido Conservador”, “Cambio Radical” y “Partido de Integración Nacional, PIN”, por nombrar una primera clasificación. Tampoco es coincidencia que los avezados publicistas, carentes de creatividad, hubiesen construido en su orden los siguientes lemas: “retroceder no es una opción”, “el del presidente”, “mejor es posible” o “seguridad con compromiso social”.
Que Uribe sigue a la cabeza de las decisiones políticas en Colombia es un hecho, así a muchos nos siga pareciendo inconcebible, por sus antecedentes, por sus nexos con el paramilitarismo, la mafia, los gremios económicos, los crímenes de Estado, las multinacionales, las detenciones masivas y arbitrarias que inauguraron su primer cuatrienio. En fin: por su política integral de estado de derecha.
Lo más importante es mirar quién o quiénes se esconden en la noche y niebla. Los resultados son categóricos (66 curules al senado): 27 por el partido de la U, 23 por el Partido Conservador Colombiano, 8 por Cambio Radical y 8 por el Partido de Integración Nacional (PIN). Indudablemente ésta es la mayoría necesaria para continuar controlando las decisiones del legislativo, los proyectos de ley, la política energética, agraria, la privatización de la salud, educación, servicios públicos, los mega proyectos, las mega obras, la inversión extranjera, la política económica nacional, las decisiones sobre el Plan Colombia, las bases militares norteamericanas, etc. Para infortunio de los colombianos, los cuatro partidos ganadores en la pasada contienda aseguran la continuidad de las políticas de los ocho años anteriores. Para no irnos tan lejos, son la mayoría en el congreso y eso decide.
Las contradicciones entre Fabio Echeverri Correa y José Obdulio Gaviria, a propósito del fallo de la Corte Constitucional sobre la reelección, se resuelven fácilmente.
El primero afirma: “El único uribista aquí es Álvaro Uribe. Él es el que trabaja 18 horas al día, el que viaja a todos los rincones del país, el que impuso una forma de trabajo y un talante para relacionarse con la gente que nadie había hecho y que, me temo mucho, nadie va a ser capaz de hacerlo igual. Quien llegue vendrá con su estilo propio, reconociendo que hay cosas que se necesitan y que el país va a exigir, como seguridad e inversión extranjera”.
El segundo manifiesta: “no tiene sentido afirmar que el uribismo desaparecerá…Todo lo contrario [el uribismo], tiene un reto nuevo y lo va a asumir con su candidato presidencial y con un amplio triunfo en las elecciones de marzo... el uribismo tiene un cuerpo de doctrina… Casi que tenemos garantizado que en los próximos ocho años con el candidato presidencial ganador habrá un gobierno uribista que a los ocho años lo sucederá otro presidente uribista”. [1]
Es decir, regresamos a la ecuación del inicio. Con Uribe o sin Uribe, la triada “seguridad democrática”, “confianza inversionista” y “cohesión social” ya fue reelegida. Al parecer la única diferencia entre los dos asesores de Uribe es que Fabio Echeverri Correa es más sentimental que José Obdulio Gaviria.
Cómo votan los colombianos
¿Cómo votan los colombianos? ¿Por qué lo hacen? Ello continúa siendo la pregunta central, cada elección popular se esconde bajo el escándalo de turno. Venta y compra de votos (cemento, Tejas, Tamales, etc.), difuntos ejerciendo el derecho al sufragio, fraude electoral... En fin, una gama de delitos electorales y escándalos bochornosos como el actual sobre el registrador nacional. ¿Estaba bajo los efectos del alcohol o no? ¿El procurador estaba allí presente o no? ¿Hay garantías para la elección presidencial o no? ¿Hubo un grupo organizado que saboteó el ciberespacio o no? ¿Fue la Registraduría o la casa de Nariño la que contrató las meseras que repartieron whisky?
Aún cuando no es el problema sustancial, llama la atención por la postura de la casa de Nariño, mejor aún, las posiciones del presidente, Álvaro Uribe Vélez, y su ministro del Interior, Fabio Valencia Cossío. ¿Será posible que estén pensando en prolongar el periodo de Uribe, por la llamada hecatombe de la que habla el ministro? Perversa o no esta actitud, finalmente este nuevo bullicio distrae el debate de fondo sobre los nexos de los nuevos y viejos congresistas con los grupos paramilitares Águilas Negras, Nueva Generación, Rastrojos, Machos, y una gama de nombres nuevos que tratan de encubrir la relación existente con las viejas estructuras de las Autodefensas Unidas de Colombia. Organización que mantiene control territorial, armado y político en gran parte del país.
Muchos de los votos de las pasadas contiendas electorales se obtuvieron tras la presión de los grupos paramilitares. En el Valle del Cauca, por ejemplo, más exactamente en el tramo en el que se viene ejecutando la obra vial carretera doble calzada “Cabal Pombo”, los grupos paramilitares patrullan y controlan el proyecto desde su diseño. [2] En este territorio habitado por comunidades afro descendientes se han cometido una serie de crímenes graves desde que iniciaron las obras, entre ellos, abuso carnal violento a varias jóvenes de la zona. Allí, los jefes paramilitares entregaron propaganda política y sentenciaron a muerte a quienes no votaran por sus candidatos.
La Misión Internacional de Observación Preelectoral (MIOP) realizó un análisis en el que se indican múltiples delitos electorales, incluso hechos graves que mencionan la injerencia de la Agencia Acción Social. En un aparte del informe se asegura que: “Se ha evidenciado que funcionarios de Acción Social han presionado a los beneficiarios de los programas de la entidad para que asistan a reuniones con fines proselitistas o para que voten por los candidatos oficialistas que ellos promueven”. Sin lugar a dudas uno de los mayores inspiradores del actual gobierno, y en particular de los miembros de sus administraciones (municipales, departamentales y/o nacionales) es Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.
Oigamos a Gustavo Navarro: “Como Secretario de Educación del Valle del Cauca me debo a una organización política que nos ha enseñado que debe haber disciplina (...) Votamos por el candidato a la Cámara, votamos por el candidato al Senado (...) Lo digo porque no podemos entender que algunos se sienten hoy caciques del mismo municipio o del mismo movimiento. Aquí el candidato se entiende como disciplina y votaremos por Juan Carlos Rizzetto al Senado de la República y Heriberto Escobar a la Cámara"
Pero son sólo algunos ejemplos tipo que se repitieron simultáneamente en todo el territorio nacional. Que se utilice a Acción Social, el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de programas Sociales, Sisbén, los subsidios de vivienda, los recursos de familias en acción, jóvenes en acción, redes de informantes, familias y jóvenes guardabosques, las Secretarias de Educación, etc., para hacer política, no es nada nuevo. Aquí lo distinto es que una misión de observación internacional se haya percatado de ello. No deja uno de asombrarse, no tanto de la maquinaria política tradicional, sino que más bien lo que a uno no le cabe en la cabeza es cómo la actual situación no despierta las conciencias, no alfabetiza políticamente a los colombianos. Por sí misma, la realidad rebasa cualquier diagnóstico de lo que nos espera con los actuales candidatos a la presidencia. Retroceder no es una opción, la del presidente, mejor es posible… todos garantizan la continuidad de un gobierno ilegal e ilegitimo dirigiendo los destinos de Colombia.
Post-terror y superación de problemas endémicos
El daño que el conflicto social y armado le ha hecho al pueblo colombiano y la penetración ideológica post-terror, genera escalofrio. Para los que proponen perdón y olvido, absolución a los criminales e incluso han llegado a plantear públicamente la inclusión de estos (los violadores de derechos humanos) como fórmulas vice-presidenciales, les recordamos que este estado no perdona a nadie, ni a los que hoy posan de eclécticos. No es por ahí. Definitivamente los tejidos sociales rotos no se reconstruyen sobre la base de la mentira, el engaño, el olvido y, menos, sobre la ilegitimidad.
¿Cómo superar problemas endémicos como la corrupción? ¿Cómo reconstruir la confianza? ¿Cómo recuperar el significado del concepto democracia? ¿Cómo ambientar un proceso real de participación? Más aun, ¿cómo devolverle a los colombianos el sentido real de lo colectivo, de lo comunitario, del trabajo desinteresado por todos y para todos?
No es nada fácil. Son décadas enteras generando procesos pedagógicos, fortaleciendo procesos naturales desde los territorios, investigando las causas estructurales, denunciando, advirtiendo y develando los rostros de los que se esconden tras la sombra, multiplicando experiencias ancestrales de buen gobierno, rescatando planes de vida desde el derecho propio, natural, que se resume en el respeto al derecho inalienable a la vida, pero ante todo a la vida digna. Cuando estos procesos han generado un tipo importante de alumbramiento colectivo llega la mano del terror o los negociadores perfectos, los que gozan de estar bien entrenados para estar a la derecha, a la izquierda y al centro. Ahora bien, esto no es nada nuevo: durante la conquista la corona proponía, los colonos, indígenas, esclavos, se oponían, y la burocracia buscaba el compromiso. Así que los pactos sobre lo fundamental siguen siendo los mismos.
Se repite la historia.
Para estar a tono con los que hoy osan celebrar el bicentenario de la independencia en medio de la instalación de siete bases militares de los Estados Unidos en nuestro territorio, recordemos algunos apartes de la carta del arzobispo Caballero y Góngora al Rey de España en 1871, en medio de la insurrección comunera:
"Excelentísimo señor. Muy Señor mío, supongo a Vuestra Excelencia suficientemente informado por el Real Acuerdo y Junta Suprema de las alteraciones civiles, que han agitado este miserable Reyno. No ha muchos días que comenzaron estas a concebirse; pero se concebían con tantas precauciones, con tal rapidez, vivacidad y esfuerzos, que cuando se manifestaron aparecieron ya como un cuerpo formidable que no pudo sofocarse en sus principios, (...) ordené oraciones públicas, y escribí cartas circulares a todos los curas (...), empeñándolos a mantener en la debida subordinación sus (...) feligreses (…) Que su principal objetivo era apoderarse del erario del Rey, fijar aquí (en Santafé) la silla de la sedición(…) En tales circunstancias, excelentísimo Señor, si me es lícito decir abiertamente mi parecer en hechos en que he sido testigo más ocular, no pudo ofrecerse a los fieles vasallos del Rey otra empresa más grande, más ventajosa a su servicio que contener por la mediación y los tratados de paz la entrada de los tumultuantes a la capital (…) Y una de las primeras máximas de que me valí para ir abriendo camino a la paz, fue atraerlos con dulzura al paso que venían y deteniéndome con ellos en conversaciones y discursos llenos de todos los sentimientos de caridad y humanidad, me hacían tan dueño de sus voluntades. (…) Pero en fin, a costa de una inalterable paciencia, logré no sólo aquietarlos y admitir la capitulación, sino también que Don Juan Francisco Berbeo me prometiese que se reglaría (redactaría) esta en el mismo Sipaquira, sin mover su acampamento contra el dictamen de muchos, que acaso para poner en ejecución sus siniestros fines intentaban que fuese en Santafé.” [3]
¿Quién o quiénes han asumido hoy el papel de Caballero y Góngora? Eso lo responderán ustedes. ¿Fueron tontos o traidores los que no permitieron a los comuneros avanzar los pocos kilómetros que faltaban para ocupar la capital del nuevo Reino de Granada en 1871? No es trascendental, el resultado fue el mismo, frenar la legítima defensa de la libertad. Finalmente lo importante es tener claro que a la insurrección comunera siguieron las gestas por la independencia en todo el continente.
En sana discusión e importante debate sobre temas determinantes en la coyuntura continental, es menester recordar al maestro Eduardo Umaña Luna, cuando a finales de la década de los 80 proponía la tesis del humanismo social, que hoy más que nunca recobra vigencia. “Hay que asumir las nuevas responsabilidades: sin titubeos, sin cobardías, sin indiferencias… Ello sería desertar a la gran batalla por la Colombia que deseamos. Una nueva Matria (como quería se dijese el maestro Unamuno) desligada de los esquemas ya superados (finales del siglo XVIII) para alcanzar la coetaneidad cultural, económica y social que exige el advenimiento del siglo XXI. Los nuevos horizontes sobre el principio esencial de respeto al sujeto, se deben entender dentro del significado de la relación pueblo Estado. (El pueblo como determinante del Estado, jamás el estado como amo del pueblo) ¡Que esto quede bien claro! Lo expuesto podría ser interpretado como otra ilusión. Pero no. Es la única salida a la tragedia que nos agobia, nos paraliza, nos esclaviza… Hay que acabar con la violencia, superar la miseria y la pobreza, dar a cada sujeto condiciones optimas de vida.” [4]
Pues bien, aquí no se trata de descubrir que el agua moja, pero sí tener claro cómo se conecta el agua caliente. Por ello, en medio del conflicto que vive Colombia, se hace necesario continuar fortaleciendo los movimientos sociales y entender que el tratamiento adecuado es la construcción de un sano equilibrio de justicia y equidad en el devenir político, social y económico del país. Se tratada de retomar las acciones legítimas de las comunidades para enfrentar el despojo, el desarraigo, la muerte. Se trata de legislar desde y para los pueblos.
Desde la Campaña Prohibido Olvidar los invitamos a analizar, debatir y emprender creativa y activamente acciones de respuesta a la crisis ética por la que atraviesa el país en esta coyuntura electoral.
Resulta pertinente recordarle al pueblo colombiano un graffiti vistosamente ubicado sobre la Avenida el Dorado de la Ciudad de Santafé de Bogotá: “Patria boba: ¡No se deje!”.
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Por Berenice Celeyta Alayon. Nomadesc. Santiago de Cali (Colombia), marzo de 2010.
[1] Entrevista Con Fabio Echeverri Correa, El Espectador.com. http://www.elespectador.com/impreso/temadeldia/articuloimpreso190953-sin-uribe-no-hay-uribismo-fabio-echeverri
[2] Léase masacre de Catanga, Triana, Cisneros.
[3] Las y los Comuneros. Ruta Comunera. Constituyente Social Comunera, Juan José Landinez. Pág. 7, 8 y 9.
[4] EL DERECHO (Poder; dominación; control social) Eduardo Umaña Luna, 1989, Editorial Presencia.
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