La expulsión de la activista saharaui Aminatu Haidar de Laayún, en dirección a Canarias, ha sido una estrategia de la Seguridad marroquí para no verse obligada a aplicar la legislación de excepción, que considera a la militante independentista como “traidora a la patria”. El régimen marroquí no ha querido desafiar a la comunidad internacional, justo a la vuelta de Aminatu de Estados Unidos donde ha recibido el premio “Corage civil 2009” de la Fundación Train.
Pedro Canales. Rabat. 15-11-2009
El rey Mohamed VI, en su discurso conmemorativo de la Marcha Verde, comentó una iniciativa que ha puesto contra las cuerdas al aparato legislativo y judicial marroquí. “O se es patriota o se es traidor, no hay término medio en esta cuestión”, dijo el soberano alauita refiriéndose al Sahara Occidental. Los discursos reales son considerados textos de Ley, que deben aplicarse sin rechistar. A los pocos días de que Mohamed VI lanzara este ultimátum contra los independentistas y simpatizantes del Frente Polisario, el PAM (partido creado por el confidente de Palacio y amigo personal del rey, Fuad el Himma) planteó la necesidad de revisar el Código Penal para introducir la nueva figura jurídica.
Pero antes de que Marruecos haya podido dotarse de una nueva legislación en materia penal, la cuestión saharaui le ha obligado a hacer frente a las consecuencias. Procedente de Las Palmas, la activista saharaui se presentó en Laayún acompañada de dos periodistas españoles. A Pedro Barbadillo y Pedro Guillén, la policía los retuvo seis horas en el aeropuerto y después los expulsó. A Aminatu la detuvieron y la confiscaron el pasaporte marroquí que llevaba. Si el régimen la presentaba ante los tribunales se veía obligado a aplicar el nuevo concepto de “traición a la patria” enunciado por el Rey, lo que sólo se podía traducir por una larga pena de cárcel. Para no cargar con las consecuencias de echarse encima un “prisionero de opinión” de gran crédito internacional, la policía la expulsó de nuevo hacia Lanzarote, donde las Autoridades españolas, infringiendo todas las normas de entrada legal al territorio español (Aminatu Haidar no llevaba el pasaporte), le permitieron acceder.
El contenido tan radical del discurso de Mohamed VI, considerado en algunos medios diplomáticos como un error político, se explica por la euforia generada en el régimen marroquí tras las declaraciones de la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton y la actitud de la Administración de Barack Obama al apoyar abiertamente la propuesta marroquí de “autonomía del Sahara”, como base para la solución de la crisis de descolonización que enfrenta al Polisario y al gobierno marroquí por la soberanía de la ex colonia española.
Una euforia aumentada, lo que en Rabat se estima como el “fracaso de la diplomacia argelina” en la defensa del contencioso independentista. Sin embargo es ilusorio creer que el régimen de Argel va a tirar la toalla y aceptar sin rechistar el vuelco internacional, de varios miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, en favor de Marruecos. Argel ha invertido más de 30 años de su diplomacia, considerada como una de las más tenaces y duras del mundo, en la defensa de la causa del pueblo saharaui y en apoyo al derecho de autodeterminación con un referéndum que incluya necesariamente la opción de la independencia. Además del apoyo logístico y material que supone la presencia de más de cien mil saharauis en su territorio desde hace 35 años, el aparato diplomático que en su tiempo dirigió el actual presidente Abdelaziz Buteflika, ha hecho suyo lo que considera “la última gesta de descolonización en África”.
En el entorno de Mohamed VI se tiene en cuenta esta realidad geopolítica y han preferido quitarse de encima el problema que supone la presencia en el Sahara de Aminatu Haidar. Sin embargo, la activista saharaui ha prometido volver, y si no se lo permiten, llevará “hasta sus últimas consecuencias” la huelga de hambre que inicia este domingo.
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