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lunes, 7 de diciembre de 2009

ALERTA ROJA Y GRAN PREOCUPACIÓN EN EL EJECUTIVO. EL GOBIERN RECONSIDERA SU POLÍTICA DE BUENA VECINDAD CON MARRUECOS


El Ejecutivo reconoce internamente tres errores graves en el 'caso Haidar'
Incidentes en el Congreso, donde una veintena de personas fueron desalojadas por apoyar a Haidar
El caso de la saharaui Aminatou Haidar, más al borde de la muerte que nunca desde que un juez se negara a alimentarla forzosamente, ha puesto el dedo sobre la llaga en las relaciones de ‘buena vecindad’ que Zapatero, asesorado por Moratinos, ha llevado con el Magreb, pero especialmente con Marruecos. Cuando la situación de Haidar se torna crítica, el Gobierno reconoce internamente tres errores en sus relaciones con el régimen alauita. Pero las tres se concentran en una: Marruecos no es un fiel aliado español, ni siquiera un buen amigo. Moratinos explica a los portavoces parlamentarios los pormenores del ‘caso Haidar’.
El primer error que se reconoce en medios gubernamentales -y de la oposición- respecto a Marruecos es la creencia del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, de que una diplomacia basada en la buena fe con el país magrebí daría un cambio radical a las tensas y dificilísimas relaciones que el Gobierno de Rodríguez Zapatero heredó de su antecesor, José María Aznar. Desde 2004 el Ejecutivo socialista ha intentado una política de ‘buena vecindad’ con Marruecos basándose en la fidelidad, pero ahora se es consciente en Exteriores y en Moncloa que el régimen de Mohamed VI no actúa respecto a España con esa misma reciprocidad.
Ha tenido que ser el caso de una sola mujer, la saharaui Aminatou Haidar, la que ha puesto las cosas en su sitio, según reconocen a Diariocrítico algunos portavoces parlamentarios conocedores de primera mano de la situación. “El ‘caso Haidar’ ha sido un acto de mala fe del régimen de Mohamed VI, con el deseo evidente de colocar a España en un tremendo apuro diplomático y humanitario y poner de manifiesto su política incoherente con respecto al Sahara occidental”, nos dicen esos medios.
Según esas fuentes, el Gobierno de Zapatero ya reconoce más o menos abiertamente tres errores en este caso concreto: primero, fiarse de Mohamed VI de forma tan ciega como lo ha hecho hasta ahora: se creía que una política de buena fe unilateral daría lugar a una correspondencia en el mismo sentido; segundo, permitir la entrada en España de Haidar tras expulsarla Marruecos, basándose, precisamente, en esa política de buena fe, y tercero, fracasar en el intento a la desesperada de, una vez vista la mala fe marroquí, devolverles la pelota haciendo volver a Haidar de la misma manera a El Aaiún: “Esas cosas se hacen en silencio, en riguroso secreto, y no se radian, como hizo el Gobierno. Así, Marruecos, que estaba prevenido, evitó la salida del avión desde Lanzarote”, según las mismas fuentes conectadas con la diplomacia española.
Un éxito completo del Frente Polisario
En la mañana de este lunes, cuando el caso de Haidar se le ha ido por completo de las manos al Gobierno español, el ministro Moratinos ofrece todas esas explicaciones a los portavoces parlamentarios. Pero ya es tarde. Mientras eso ocurría, el secretario general del Frente Polisario y primer ministro de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática, Abdelkader Taleb Omar, acusaba a España a través de los micrófonos de Radio Nacional de “complicidad” y “debilidad” frente a Marruecos en el caso de Haidar.
Pero Taleb Omar ha dicho mucho más: que la muerte de Haidar “quitará” al Frente Polisario y a todos los saharauis “los argumentos de mantenerse en una vía pacífica” y les “empujará a tomar posiciones más radicales”, lo que significaría una “desestabilización” de la región.
En realidad, Taleb Omar no ha hecho sino explicitar lo que el Frente Polisario ya ha explicado a dirigentes de la izquierda, especialmente de IU, con los que mantiene excelentes relaciones: que con el ‘caso Haidar’ la RASD ya ha conseguido políticamente todo lo que se podía conseguir. Es decir, la publicidad internacional para una causa que languidecía, la ruptura de la política exterior española respecto al Magreb y su ambigüedad calculada en relación al Sahara y el pronunciamiento favorable de otros países de la UE y de Estados Unidos, así como llevar el caso saharaui nuevamente a la ONU.
Esos representantes del Frente Polisario en España también han dicho a sus interlocutores de la izquierda que, una vez conseguidos los objetivos políticos, no quieren en Haidar ‘una mártir’; es decir, que le recomiendan que deje la huelga de hambre. Pero que determinadas ONGs que se han mezclado en este caso aconsejan a la saharaui llegar hasta el final, buscando, acaso, el martirio, lo que da muy mala salida al problema.
Y en tercer lugar, a pesar de que Marruecos ha conseguido poner en auténtico apuro al Gobierno español, el tiro le puede salir por la culata: primero, por el deterioro que esto ha supuesto ya a sus relaciones con España –Zapatero ya no se fía del ‘amigo marroquí’, nos dicen fuentes parlamentarias-; en segundo lugar, el triunfo de todo este caso es para las pretensiones de la RASD, y en tercer lugar, puede obligar a España a pronunciarse sin matices sobre un referéndum de independencia en el Sahara, tal y como ha sido la posición española desde los inicios de la transición.
Todo lo anterior es lo que Moratinos explica a los portavoces parlamentarios, aderezándolo con gestiones concretas y resultados de las mismas, aunque poniendo el acento en que España a ofrecido a Haidar todas las salidas ‘posibles’, pero que ONGs intransigentes la aconsejan que llegue hasta el final porque ‘buscan una mártir’ para abanderar la causa saharaui.
Desalojados del Congreso por apoyar a Haidar
En otro orden de cosas, cerca de una veintena de personas aprovecharon la jornada de Puertas Abiertas en el Congreso para exhibir en el hemiciclo pancartas en favor de Haidar. Este gesto les costó la expulsión del Salón de Plenos.
En los carteles que portaban se podía ver una fotografía en blanco y negro de Haidar con la leyenda '¡Sáhara libre!' que levantaron todos al unísono y en silencio en los escaños que llegaron a ocupar en el Salón de Plenos de la Cámara Baja.
Ante la escena, los ujieres del Congreso acudieron prestos a sustraer los carteles que mostraban y, minutos después, eran los miembros de los servicios de seguridad que custodian las dependencias de la Cámara Baja los que se encargaron de desalojarles del hemiciclo.

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