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sábado, 12 de diciembre de 2009

POR QUÉ MOHAMED VI NO CEDE A LA PRESIÓN INTERNACIONAL

Enrique Clemente

Prefiere perder imagen en el exterior a cambio de ganarla en Marruecos manteniéndose inflexible

Ni siquiera las presiones de Estados Unidos, su gran aliado y protector, hacen mella en Marruecos. Tampoco han servido para nada las de España, su generoso vecino y valedor ante la UE. La misma suerte estéril ha corrido la mediación de Naciones Unidas. Rabat ha dado calabazas sucesivamente a Miguel Ángel Moratinos, a Hillary Clinton y a Ban Ki-moon. Ya ha dejado claro que no está dispuesto a ceder, pues ha convertido en una cuestión de honor la exigencia de que Aminatu Haidar pida perdón al rey, como si fuera una súbdita de una monarquía absoluta más propia de otros tiempos, ya que considera un insulto su negativa a reconocer el pasaporte marroquí. La cuestión de fondo es que Mohamed VI prefiere enfrentarse a la comunidad internacional y pagar un precio muy alto en cuanto a pérdida de imagen en el exterior, a cambio de ganar puntos en el interior, donde todos los partidos se han unido como una piña en defensa de la inflexibilidad frente a lo que consideran una maniobra orquestada por Argelia y el Polisario.
Integridad territorial
El monarca lleva personalmente el dosier del Sáhara Occidental y sabe perfectamente, como le enseñó su padre con la Marcha Verde, que la integridad territorial es la base en la que se sustenta la monarquía alauí y una extraordinaria forma de conjurar los problemas internos, buscando los enemigos fuera.
Mohamed VI está molesto porque no cristaliza su propuesta de autonomía para solucionar el conflicto saharaui, dejando definitivamente atrás el referendo de autodeterminación. Su discurso del 6 de noviembre, con motivo del trigésimo cuarto aniversario de la Marcha Verde, supuso una vuelta de tuerca que se ha reflejado en el duro trato que está dando a Haidar y a otros activistas saharauis.
En este significativo pasaje están las claves del caso de la defensora de los derechos humanos: «La persona ha de elegir abiertamente entre ser patriota o traidor; pues no existe una posición intermedia entre el patriotismo y la traición, como tampoco se puede seguir disfrutando de los derechos de la ciudadanía a la vez que se reniega de ella, conspirando con los enemigos de la patria». Un párrafo que parece pensado para Haidar. De hecho, esta ya había entrado en El Aaiún hasta seis veces sin identificarse como marroquí en el control de pasaportes antes de 14 de noviembre.
Marruecos considera un chantaje la huelga de hambre y, según algunos analistas, solo podría ceder si el rey Juan Carlos o el mismo Barack Obama se lo pidiesen personalmente a Mohamed VI, que así podría presentarlo como una concesión a sus aliados más próximos.

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